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El mundo|Martes, 25 de marzo de 2003
ATANASOF AVALO UNA POSTURA BRASILEÑA QUE LUEGO SE DESMINTIO

De cómo lo virtual generó consenso

Un importante asesor de Lula dijo que su país asilaría a Saddam Hussein. El jefe de Gabinete explicó que le parecía razonable la propuesta. Al rato, el gobierno brasileño la desautorizó.

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Atanasof sorprendió manifestándose de acuerdo con una declaración de Marco Aurelio García.
El Gobierno avaló ayer la posibilidad de que el presidente iraquí, Saddam Hussein, se refugie en Brasil, una alternativa que lanzó el domingo Marco Aurelio García, el principal asesor en política exterior de Luiz Inácio Lula da Silva. El jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, aclaró que el apoyo argentino a la propuesta tenía que considerarse como una contribución para terminar con la guerra, algo que, entiende, de ninguna manera podría molestar a Estados Unidos. Lo curioso resultó que, un par de horas después, el vocero de la Cancillería brasileña desmintió que siquiera se hubiera discutido la posibilidad de asilar a Saddam.
Marco Aurelio García, un funcionario de la máxima confianza de Lula, anunció la disposición brasileña de darle refugio al presidente de Irak en una entrevista con la publicación Epoca, de Río de Janeiro. Esa posibilidad, explicó García, era viable siempre y cuando “la decisión fuera tomada en el marco de una iniciativa más amplia que tienda a resolver pacíficamente el conflicto”. A diferencia de lo que expresó ayer el gobierno argentino, el asesor de Lula admitió que la propuesta podría generar cierta incomodidad en la relación con Washington, pero que lo correcto era no buscar segundas intenciones en ese gesto de la administración de Lula.
Atanasof dio su opinión ayer temprano en la habitual charla que tiene con los periodistas acreditados en la Casa Rosada. “Me parece bien, creo que es un intento de contribución para terminar con la guerra, que es claramente la dirección que la Argentina ha adoptado en este tiempo”, sostuvo el jefe de Gabinete. Y añadió su opinión sobre cómo podría ser recibida la propuesta: “No sé cómo lo leerá Estados Unidos. No creo que estemos en condiciones de poder emitir un juicio en ese sentido hasta que cada uno de los países analice esa posición, pero en los términos en que está planteado claramente es una contribución a la paz”.
Más tarde, los colaboradores del jefe de Gabinete aseguraban que los comentarios de Atanasof habían sido deslizados en una conversación informal y no estaban pensados como para que tomaran la trascendencia de una toma de posición pública. En rigor, admitían que Atanasof no había discutido el tema ni con el presidente Eduardo Duhalde ni con el canciller Carlos Ruckauf quienes, seguramente, debían tener que opinar algo al respecto. “Pero como es una posición a favor de una solución pacífica no desmentimos nada”, explicaba un vocero de Gabinete.
Quienes quisieron salir a detener la bola antes de que siguiera creciendo fueron los funcionarios del Palacio Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. “La posición oficial es que Brasil nunca consideró la cuestión y que ello no figura en el orden del día de las discusiones”, se apresuró en aclarar el servicio de prensa de la Cancillería brasileña, un par de horas después de la predisposición mostrada por Atanasof. Acerca de los dichos de Marco Aurelio García, el portavoz se limitó a señalar que “el señor García fue probablemente mal interpretado en sus declaraciones”. Lo cierto es que las afirmaciones de García surgieron de la transcripción de una entrevista.
Lo cierto fue que en el ámbito diplomático quedó flotando la duda acerca de si el asesor de Lula se había mandado por las suyas o, en cambio, se apresuró en dar una información que todavía no debía salir a la luz. Para asegurarse, funcionarios del nivel de asesores de la Cancillería argentina mantuvieron ayer contactos informales con sus pares brasileños, quienes le aseguraron que de verdad no tenían en estudio la alternativa de alojar a Saddam en Brasil, un hecho que generaría un considerable alboroto en la región. Algo que preocupa a los funcionarios del gobierno de Eduardo Duhalde es que la administración brasileña no aparezca ante la opinión pública exhibiendo posiciones diplomáticas más arriesgadas. En la misma charla informal que mantuvo con los periodistas, Atanasof mostró un papel en el que demostraba que la postura del gobierno de Lula ante el conflicto de Irak era exactamente la misma que la argentina. Varios candidatos presidenciales criticaron al Gobierno porque no quiso condenar explícitamente el ataque de las fuerzas norteamericanas a Irak y se limitó a aclarar que no lo apoyaba.

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