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El mundo|Martes, 25 de marzo de 2003
EN UN MASIVO ACTO SE REPUDIO EL GOLPE DEL ‘76 Y LA INVASION DE IRAK

El “No a la guerra” en miles de gargantas

Decenas de miles de personas, muchos jóvenes y gente que llegó dispersa, además de las columnas de las organizaciones sociales y los partidos de izquierda, marcharon ayer desde Congreso a Plaza de Mayo para repudiar el golpe del 24 de marzo de 1976 y la invasión norteamericana a Irak.

Por Victoria Ginzberg
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La oposición a la invasión a Irak se sumó al histórico repudio al golpe para lograr una masiva convocatoria al acto de ayer.
La bandera azul y blanca con las fotos de los desaparecidos entraba a la Plaza de Mayo llevada por las Madres, Abuelas y Familiares de Desaparecidos mientras desde el palco montado delante de la Pirámide se escuchaban las principales consignas del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia: “Anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y de los decretos de Indulto. Restitución de la Identidad a los 500 jóvenes apropiados por el terrorismo de Estado. El pueblo se une en la lucha y dice basta de impunidad, hambre y represión. No a la guerra imperialista contra Irak”. Como ya es habitual, la marcha en repudio al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 unió el pasado con el presente. Esta vez, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, fue tan repudiado como el dictador Jorge Rafael Videla.
Los manifestantes que se habían congregado en el Congreso comenzaron a caminar por Avenida de Mayo cerca de las 19. Adelante, treinta jóvenes llevaban la pancarta que recordaba a los desaparecidos y repudiaba la guerra. Detrás, los organismos de derechos humanos levantaban las fotos de cientos de víctimas de la dictadura a lo largo de tres cuadras. Luego, marchaba la cabecera del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, formada por representantes de algunas de las 150 agrupaciones que lo conforman. Allí estaban, por ejemplo, Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos; Marta Vedio, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata, Patricia Walsh y Vilma Ripoll, de Izquierda Unida, el periodista Miguel Bonasso y la madre de Adrián Matassa, uno de los tres chicos asesinados en la masacre de Floresta, el 29 de diciembre de 2001. El repudio a la invasión norteamericana a Irak estuvo presente a lo largo de toda la manifestación. Los miembros de la Asociación Argentina de Artistas Visuales caminaban detrás de un cartel con la leyenda “No a la Guerra” y de otros varios, en los que sólo se veían distintos pares de ojos. Diálogo 2000 también marchaba tras la consigna “preservar la vida. derrotar la muerte. No a la guerra”. La Fuba llevaba once pancartas forradas en papel de diario, cada una tenía una letra y entre todas formaban la frase que más se leía ayer: “No a la guerra” y que también figuraba en varios carteles caseros hechos por gente que fue “suelta”, sin pertenecer a ninguna agrupación.
El grupo de arte Etcétera tenía varias banderas con la cara de su candidato: un ganso. Dentro de un globo terráqueo cuatro custodios vestidos de negro llevaban al asustado animal. En realidad, como no habían conseguido un ganso, acarreaban un pato, y por eso levantaban la consigna “el pato al gobierno, el ganso al poder”. “Es para mostrar el absurdo de la realidad, tanto lo que pasa a nivel internacional, como acá en la campaña electoral”, explicó Fernando, encargado de la seguridad del candidato.
La marcha fue masiva. Convocó a organizaciones estudiantiles, partidos políticos, piqueteros, gremios, la Asociación de Pequeñas y Medianas y Empresas, la Comunidad Homosexual Argentina y muchas asambleas barriales que hicieron presente su permanente consigna de “que se vayan todos”. También estaban los HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), los familiares de ejecutados políticos chilenos y los de los desaparecidos uruguayos, con un infaltable termo en mano. “No a la mina, sí a la vida. Esquel Presente”, decía un cartel que levantaba una pareja en Avenida de Mayo y 9 de Julio, representantes de la ciudad que rechazó a través de la movilización y un plebiscito la instalación de una mina de oro. Para entrar a la plaza, los organismos de derechos humanos tuvieron que abrirse paso porque el lugar estaba ya casi colmado y todavía había columnas que no habían salido del Congreso. Toda la Avenida de Mayo estaba repleta por los manifestantes.
“Unimos hoy, 24 de marzo, en esta Plaza, nuestro repudio a la guerra con el homenaje a nuestros queridos compañeros desaparecidos, a los caídos el 19 y 20 de diciembre, a los pibes de Floresta, a Santillán y Kosteki y atodos los mártires en la lucha por los derechos de los trabajadores y el pueblo”, se leyó desde el palco montado por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. El mensaje señaló que “venimos de un año de lucha, que dio continuidad al Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001. En la gran gesta de esos días quedó demostrado que el pueblo tiene memoria; que ha hecho su balance de la dictadura, que prefirió salir a la calle antes que aceptar pasivamente el hambre y la imposición del estado de sitio”.
Cuando terminó este discurso, los organismos de derechos humanos –que por la mañana habían entregado un documento al presidente Eduardo Duhalde reclamando que las empresas cuyas deudas fueron estatizadas en 1982 devuelvan la plata y los intereses al pueblo– se dirigieron hasta Tribunales para cerrar la jornada. “Este 24 de marzo decidimos que no podíamos culminar nuestra movilización en la Plaza de Mayo, lugar en donde históricamente el pueblo argentino desde 1810 a nuestros días ha expresado sus reclamos, porque debíamos exigir a la Corte Suprema de Justicia, expresamente, en este lugar, la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final”, se escuchó desde una tarima colocada frente al Palacio de Tribunales. También allí hubo una mención a la guerra que se libra lejos pero ayer se sintió cercana: “Hace casi un siglo que Estados Unidos está en guerra con todo el mundo. Sus gobernantes lanzan a los jinetes del Apocalipsis en nombre de la libertad y de la democracia. Pero en este planeta donde cada día mueren 24 mil pobladores por hambre o enfermedades curables, Estados Unidos no representa la libertad, sino un enemigo lejano y terrible que sólo siembra guerra, hambre, miedo y destrucción”.

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