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El mundo|Martes, 8 de noviembre de 2011
Anuncios y desmentidas sobre la salida del premier italiano

El “arrivederci” de Berlusconi

Mucha especulación se dio en torno de la inminente dimisión del jefe de Estado. Hoy Il Cavaliere se somete a un nuevo voto de confianza en la Cámara de Diputados para el Balance del Estado 2010. Le faltarían diputados.

Por Elena Llorente
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“Quiero mirar de frente a los que me traicionen”, comentó Berlusconi sobre la votación de hoy.

Desde Roma

La renuncia del primer ministro italiano Silvio Berlusconi es “inminente”, posiblemente hoy, después del nuevo voto de confianza en la Cámara de Diputados que Il Cavaliere ha pedido para el Balance del Estado 2010. El anuncio, hecho ayer por uno de los periodistas más cercanos al primer ministro, Giuliano Ferrara, director del diario Il Foglio, fue sin embargo desmentido poco después por el propio Berlusconi, que compartía un almuerzo de negocios con dos de sus hijos en su residencia de Arcore, cerca de Milán. “No es cierto que renunciaré. Tengo los parlamentarios necesarios para poder continuar”, dijo. Se trató de tranquilizar a los mercados, dijeron algunos al justificar la actitud del jefe de Estado. Pero los mercados reaccionaron de modo muy diferente. La Bolsa de Milán en efecto marchó en positivo cuando supo de la renuncia de Il Cavaliere y cayó estruendosamente cuando la versión fue desmentida, aunque luego repuntó un poco. “Es que los mercados han ya votado por la desconfianza a Berlusconi”, comentó de su lado un analista del diario La Repubblica, Massimo Giannini.

Así están las cosas en Italia. Todo se juega en el tablero de la credibilidad. Credibilidad que le piden a Italia las autoridades europeas y el Fondo Monetario Internacional, pero que el gobierno actual no consigue consolidar. Al margen de las lluvias, de los aluviones, de los ríos que desde hace días desbordan e inundan medio país con escombros y barro provocando muertos y millones de euros en daños materiales, en Roma, el mundo de la política sigue impertérrito los dimes y diretes de un gobierno que se está desmoronando como las montañas en estos días de tormentas.

No le basta al primer ministro, por lo visto, que un importante exponente de su propio gobierno y de su principal aliado, la Liga Norte, el ministro del Interior, Roberto Maroni, diga que “es inútil insistir”, que “la mayoría dentro de la Cámara de Diputados no existe más”. No le basta que la prensa haga la cuenta cada día de cuántos parlamentarios se van del Pueblo de la Libertad (PDL) o bien, quedándose, pasan a las filas de los “duros” que hacen presión para que Il Cavaliere renuncie y dé lugar a otro gobierno, tal vez presidido por su fiel consejero Gianni Letta o incluso por el actual secretario del PDL, el ex ministro Angelino Alfano. Pero Berlusconi no quiere saber nada y dice que continuará, por lo menos hasta Navidad. Y luego se podría ir a elecciones.

El domingo se hablaba de que el PDL había perdido 12 diputados, ayer se habló de 16. Pero las cifras son inestables, como el tiempo, como la política en este país. La verdad tal vez se verá hoy, cuando se vote el Balance del Estado 2010 en la Cámara de Diputados. Berlusconi quiere ver con sus propios ojos a los que le voten en contra. “Quiero mirar de frente a los que me traicionen”, comentó. La oposición, por su parte, principalmente el Partido Democrático (ex comunistas) y la Unión de Centro (ex democristianos), dice que está preparando una “moción de desconfianza” para presentar en el Parlamento.

Según la Constitución italiana, el proceso sería el siguiente: si el primer ministro no obtiene el voto de confianza en la Cámara, lo que significa que no tiene la mayoría del Parlamento y no puede gobernar, debe ir ante el presidente de la República y presentar su renuncia. El presidente puede aceptarla y después de hablar con los partidos, encargar a otra persona o a él mismo, la formación de otro gobierno. También podría dejar el gobierno actual tal como está, hasta la realización de nuevas elecciones. Pero muchos dudan de que el presidente Giorgio Napolitano –el único exponente del Estado que se ha ganado el respeto de todos los partidos y de las autoridades europeas– pueda aceptar que Il Cavaliere continúe al frente del gobierno de una u otra manera.

Ya se habla de posibles sustitutos. Entre los políticos aparece también el ex democristiano Pierferdinando Casini, del partido Unión de Centro, que tendría la cualidad de poder funcionar como puente entre el centroderecha y el centroizquierda para formar un gobierno de unidad nacional, solución que muchos creen la mejor para este momento. Pero también se habla de una especie de gobierno técnico para salir de la crisis económica, que podría estar liderado por el economista Mario Monti, ex miembro de la Comisión Europea, que fue profesor y rector de la Universidad Bocconi, de Milán. Monti contaría con el apoyo de numerosos exponentes del mundo político y de buena parte de los católicos progresistas de este país, liderados por la revista Familia Cristiana. Pero para otros sectores, como el partido Italia de los Valores, de Antonio Di Pietro, ex juez y conductor de la campaña anticorrupción Mani pulite, de la década del ‘90, la única verdadera solución son nuevas elecciones.

Pase lo que pase mañana, el problema radica también en el hecho de que las medidas económicas que Berlusconi prometió a la Unión Europea que tomaría rápidamente para evitar la profundización de la crisis económica ni siquiera se están discutiendo en el Parlamento.

Pese a todos los dramas que vive el país, opositores del Popolo Viola –versión italiana de los indignados españoles– no han perdido el buen humor y mañana se presentarán ante la Cámara de Diputados con decenas de pan dulce. “¿Berlusconi piensa que llegará hasta Navidad? Nosotros le llevamos los pan dulce para anticipar la fiesta.” En otras palabras, llegó Navidad, es hora de irse, Cavaliere.

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