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El mundo|Sábado, 12 de noviembre de 2011
Entrevista a Pablo Soto, dirigente estudiantil chileno

“Se pasan el dinero de un bolsillo a otro”

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Protesta de estudiantes chilenos esta semana en Valparaiso.

Continuar con la metodología de protesta masiva o aguardar por la resolución parlamentaria del Presupuesto 2012 es la disyuntiva por la que atraviesa el movimiento estudiantil chileno. A regañadientes de las agrupaciones que preferían resolver el conflicto directamente con el Ejecutivo, esta semana el Congreso comenzó a tratar en el recinto una iniciativa de dos proyectos oficiales. El primero rebaja el interés de los créditos bancarios con aval del Estado de un 6 a un 2 por ciento, y el segundo permite reprogramar los 110.000 estudiantes morosos de la educación superior bajo el argumento de que no fueron consultados en su elaboración. La Confech intentó que la oposición de centroizquierda no lleve la discusión al recinto. El delegado de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) Pablo Soto mostró su desconfianza ante el Estado como aval de los estudiantes con los créditos. “El crédito con aval del Estado se generó durante el gobierno de Ricardo Lagos. Se pasan el dinero de un bolsillo a otro y hay una lógica neoliberal absurda de un capitalismo salvaje, de extorsionar a las familias con la educación, que es un derecho básico”, le dice a Página/12.

Al tiempo que el recinto comenzó a sesionar, el presidente Sebastián Piñera anunció un proyecto de la creación de una futura Superintendencia de Educación Superior. La institución tendría un carácter regulatorio.

“Este proyecto busca tres ideas centrales: transparencia y que el mundo de la Educación Superior esté plenamente expuesto al escrutinio, al examen y a la revisión, no solamente del ministerio, sino de los chilenos. En segundo lugar, mayor presencia del Estado, donde el Estado se echaba de menos, un Estado que fiscalice. Y el tercer punto es protección a los estudiantes, que no haya espacio ni para el engaño ni para el abuso”, explicó el ministro de Educación Felipe Bulnes. El ministro reafirmó que las universidades son corporaciones sin fines de lucro y que las instituciones no pueden obtener utilidades.

Por su parte, Piñera definió la problemática como la madre de todas las batallas y pidió encarar una reforma a la educación. “Esta lucha se gana con ideas, no con piedras ni bombas molotov”, provocó. El delegado de la FECH consideró que, si bien el movimiento estudiantil está fuerte y activo, se encuentra en un punto muerto en las negociaciones con el gobierno. “Queremos proyectar este conflicto. Este no es el final, sino el inicio de un nuevo ciclo de lucha política y social en Chile, queremos romper con el statu quo de-sigual”, dice Soto.

Desde hace seis meses, los estudiantes demandaban el fin del lucro con dineros fiscales en la mayoría de las universidades privadas, para lo cual exigían al gobierno que dejara de financiarlas, al igual que a las escuelas del segundo ciclo que, pese a ser particulares, reciben una subvención estatal que bordea los 100 dólares mensuales por alumno.

De los 3,3 millones de estudiantes de básica y secundaria, el 54 por ciento va a escuelas municipales que, de 345, sólo un puñado son ricas; un 31 por ciento a colegios particulares subvencionados, el 9 por ciento a planteles sin fines de lucro y sólo un 6 por ciento a instituciones privadas.

Las escuelas municipales son malas en calidad, infraestructura y preparación de sus maestros; las particulares subvencionadas, con su millón de alumnos, son un poco mejor porque están autorizadas a cobrar una cuota adicional a los padres, pero, si dejaran de recibir la subvención, decaerían. Cada año los colegios municipales pierden más alumnos que emigran a las particulares subvencionadas, aunque a las familias se les dificulte pagar. “Ha crecido la particular subvencionada, y eso se deja al arbitrio del mercado y la iniciativa individual. Como la educación es la tercera fuente de rentabilidad después del cobre y la vivienda, se quiere levantar un colegio para ganar dinero. La clase política en general no quiere hacer transformaciones en la educación y crearon una ley que profundiza el eje neoliberal dentro de la escuela. Hoy en día es lo que no queremos”, reafirma Soto. El delegado de la FECH asegura que ampliaron la espalda del movimiento social y que quieren seguir en esa dirección. “No queremos dejar afuera a nuestros padres y abuelos.”

Informe: Juan Nicenboim.

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