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El mundo|Martes, 6 de diciembre de 2011
La canciller de Alemania y el presidente francés presentaron una reforma para un nuevo tratado europeo

El dúo Merkel-Sarkozy pide más austeridad

El paquetazo franco-alemán obliga a los Estados a aplicar la llamada “regla de oro” en lo que atañe a los déficit e introduce sanciones a los países que no respeten esos criterios. El acuerdo fue criticado duramente por el socialismo francés.

Por Eduardo Febbro
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Entre besos y sonrisas, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel anunciaron un riguroso plan de control de déficit.
Desde París

Nicolas Sarkozy y Angela Merkel se adelantaron a la policía financiera construida por la agencia de calificación norteamericana Standard and Poor’s (S&P) y les anunciaron a los pueblos de Europa un riguroso plan de control de los déficit que preludia un manto de austeridad sobre los países de la Unión Europea. Al cabo de una cumbre celebrada en París, la pareja franco-alemana, conocida como Merkozy, presentó una reforma para un nuevo tratado europeo que apunta a sanear las cuentas públicas y, por consiguiente, a imponer una drástica disciplina fiscal dentro de la Eurozona. Este principio que será presentado el próximo viernes en Bruselas supone una suerte de unión más amplia, a la vez fiscal y presentaría, así como una delegación de poderes a otras instancias que las nacionales. El paquetazo franco-alemán obliga a los Estados a aplicar la llamada “regla de oro” en lo que atañe a los déficit e introduce sanciones a los países que no respeten esos criterios. Merkel y Sarkozy hicieron estos anuncios casi en la frontera de una mala noticia: ayer trascendió que la agencia de calificación Standard and Poor’s se apresta a poner en una perspectiva negativa las notas de los países de la Zona Euro, incluida Alemania, Francia, Austria, Luxemburgo, Finlandia y Holanda. Cada uno de estos países podría perder la prestigiosa AAA.

El acuerdo franco-alemán, que contiene seis capítulos, fue duramente criticado por la oposición socialista con un argumento que circula desde hace varias semanas: la sumisión de Francia a los imperativos alemanes. Benoit-Amón, el portavoz del Partido Socialista francés, declaró que el pacto París-Berlín va en la dirección previsible: “Un abandono de la soberanía”. A su vez, el presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional, Jean-Marc Ayrault, detalló los elementos que, según él, plasman la manera en que Francia dejó de lado sus propias prerrogativas: “Sarkozy abandonó todo lo que Francia defendía: la mutualización de la deuda, el apoyo a los Estados en dificultad por parte del Banco Central Europeo, BCE, la soberanía presupuestaria de los gobiernos, el control democrático de los pueblos”. Nicolas Sarkozy justificó las medidas con la gravedad de la situación por la que atraviesa Europa. El presidente francés dijo que el Viejo Continente vivía un momento “extraordinariamente grave y Francia cree que su alianza con Alemania es un elemento estratégico y absolutamente esencial. Somos las dos grandes economías europeas y arriesgar una ruptura entre ambos es arriesgar la ruptura del euro. Necesitamos una Europa que gobierne y no cometa más errores”.

Lo cierto es que el pacto Merkozy es un cóctel de austeridad y disciplina presupuestaria que pone a la Unión Europea, o sea a Bruselas, en posición de gendarme y dios de los Estados: el que no cumple está castigado. El pacto franco-alemán comprende seis capítulos: uno, habrá sanciones automáticas para los países que no respeten el déficit del 3 por ciento en 2012. Quienes no respeten ese margen caerán bajo la supervisión del Tribunal de Justicia europeo, siempre y cuando no se oponga a una mayoría calificada. Dos, se refuerza y se armoniza la regla de oro, con lo cual, cada presupuesto nacional deberá ser sancionado por los tribunales constitucionales de cada Estado. Tres, Alemania y Francia aseguran que casos como el de Grecia no volverán a producirse por cuanto no se puede “construir Europa basada en la falta de compromiso”. París y Berlín parecen olvidar en el camino que el abismo griego no se fabricó solo sino con la perfecta complicidad de Bruselas. El cuarto punto adelanta un año, de 2013 a 2012, el llamado “mecanismo de estabilidad”. En adelante, las decisiones dentro de la UE no se tomarán por unanimidad sino por “mayoría calificada”. El quinto instaura una suerte de gobierno económico compuesto por el consejo de jefes de gobierno y presidentes de la Zona Euro. El último recalca la independencia del Banco Central Europeo.

El pacto de París con vistas a modificar el tratado europeo es un texto de compromiso donde cada país abandonó determinadas exigencias y que responde a un imperativo urgente: salvar el euro. La presión de los mercados, la recesión y la polifonía de la crisis terminaron plasmando un texto que tendrá un costo social elevado.

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