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El mundo|Miércoles, 2 de abril de 2003

Se estrecha el cerco en el norte, pero EE.UU. aún no va al frente

Las tropas iraquíes retrocedieron para defender la ciudad de Kirkuk, que está rodeada por combatientes kurdos. Los norteamericanos bombardean pero sus fuerzas especiales no están en el frente.

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Civiles iraquíes son sacados de sus casas por marines norteamericanos en Nasiriya.
Por Juan Carlos Sanz*
Desde el norte iraquí

Cada explosión brutal volvía a romper la calma en las praderas de la sierra de Ismail Bach, adornadas de margaritas en pleno estallido de la primavera en el Kurdistán. Desde las trincheras abandonadas por el ejército iraquí se divisaban al mediodía de ayer las columnas de humo negro que jalonaban cada pasada de los cazabombarderos de Estados Unidos sobre Kirkuk, a unos 20 kilómetros al sur. “Sí, este paisaje es muy hermoso, pero está sembrado de minas”, se quejaba el comandante de los “peshmergas” Abdalá Haarez, mientras los milicianos de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) contemplaban la caída de bombas y misiles sobre posiciones militares del régimen de Saddam Hussein.
El avance de las fuerzas kurdas en los últimos días llega ya a las puertas de Kirkuk, capital de la principal zona productora de petróleo del norte de Irak. Sin disparar un solo tiro, los “peshmergas” han estrechado el cerco por el este y el norte después de ocupar posiciones que se acercan hasta a 15 kilómetros del centro de la ciudad. Pero la principal amenaza para las tropas iraquíes, que aparentemente se replegaron de forma ordenada para cerrar un anillo defensivo en torno de Kirkuk, no son los milicianos de la UPK, armados sólo con fusiles y granadas de mano. El ataque viene ahora del cielo.
“Aunque nos duela, tenemos órdenes de limitarnos a defender las nuevas posiciones”, reconocía con un gesto de disgusto Mohamed Wahid Anuar, jefe del pelotón de milicianos en las trincheras de las cumbres de Ismail Bach, una estratégica posición desde donde se controla el paso desde el norte hacia la llanura de Kirkuk. Anuar, de 45 años, desertó de las filas del ejército iraquí durante la guerra contra Irán (1980-1988) para enrolarse en la resistencia kurda.
Las fuerzas de la UPK han protagonizado en este sector del frente del norte de Irak el avance más profundo hacia Kirkuk, después de adelantar sus posiciones más de 25 kilómetros desde las afueras de Taqtaq (al sudeste de Erbil) hasta la población de Raider, situada a los pies de la sierra de Ismail Bach y a menos de 20 kilómetros al nordeste de la capital de la provincia petrolera.
Los “peshmergas” prefieren mantener el grueso de sus efectivos en lo alto de los montes después de haber perdido a tres hombres por las explosiones de minas antipersonales sembradas por los iraquíes en las laderas. Los kurdos han desactivado hasta ahora más de dos centenares de minas. Tras su repliegue estratégico, en el que todas las edificaciones quedaron arrasadas, los cerca de 5000 soldados iraquíes que ocupaban la posición apenas dejaron un par de botas rotas, un bote vacío de betún para el calzado marca “La Mar”, unos pocos sacos de tierra, algún rollo de alambre y la habitual máscara antigás inservible. El zumbido sordo de los reactores se reproducía ayer a intervalos de 15 o 20 minutos sobre las alturas de Kirkuk. A pesar del deslumbramiento producido por el sol y a la elevada altura a la que volaban, era visible el paso de dos cazas que se desplazaban como dos puntos brillantes en el cielo. “Los norteamericanos llevan más de dos días bombardeando”, aseguraba Anuar, el jefe del pelotón de los “peshmergas”, mientras apuntaba hacia una nueva columna de humo en el horizonte. Un pequeño destacamento de milicianos acompaña, según revelan fuentes de la UPK, al equipo de fuerzas especiales de Estados Unidos que localiza los centros de mando e instalaciones militares, como cuarteles o polvorines, del ejército de Irak, y guía las bombas y misiles hasta los objetivos elegidos para los ataques aéreos.
A pesar de que la presencia de los “comandos” de Estados Unidos es patente en el cerco a Kirkuk, el comandante de las milicias insistía ayer en que aún no hay ningún estadounidense en el frente, que parece haber quedado estabilizado por ahora. Al menos en las operaciones terrestres.Pero para los kurdos, el avance hacia Kirkuk tiene un alto valor simbólico. Es la primera vez que rompen el frente defensivo de Bagdad desde 1991 y ven retroceder a las fuerzas iraquíes en un territorio que fue sometido a una campaña de “limpieza étnica” por el régimen de Saddam Hussein.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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