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El mundo|Viernes, 4 de abril de 2003
LA ECONOMIA JORDANA QUEDO ESTRANGULADA POR LA CRISIS

Tan lejos de Dios, y cerca de Bush

Después de un período de bonanza, la economía jordana está en baja, por la crisis israelo-palestina, el 11 de septiembre, la fluctuación del crudo, la guerra y, ahora, una nueva preocupación: que EE.UU. absorba todos los negocios.

Por Eduardo Febbro
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Una jordana camina entre las columnas romanas de Jarash, al norte de Ammán, sitio de visita del turismo, uno de los sectores en crisis.
En el distrito Al-Ramtha, la vida se detuvo el pasado 16 de marzo. En este distrito fronterizo con Siria que vivía esencialmente del transporte entre la terminal petrolera iraquí de T-One, la ciudad jordana de Zarka y el puerto de Aqaba, sobre el mar Rojo, los 4000 camiones están paralizados desde hace varias semanas. Salamah Rasheed cuenta los camiones como quien cuenta sueños perdidos. Alineados bajo un sol aplastante, los vehículos esperan en vano un cargamento. Una vez por semana, Salamah Rasheed enciende los motores a fin de evitar que se descarguen las baterías.
El hombre, que cuida la gigantesca explanada donde están estacionados los vehículos, constata con amargura que “los propietarios ni siquiera tienen un dinar para pagar el estacionamiento”. El conflicto iraquí cerró las fronteras y los días en que Al-Ramtha vivía según el ritmo impuesto por el paso de los camiones son ya un recuerdo. La guerra y la suspensión del programa petróleo a cambio de alimentos le dieron el golpe de gracia al comercio interregional. El plazo de 48 horas impuesto a Irak por el presidente norteamericano George W. Bush, el retiro precipitado de los inspectores de las Naciones Unidas de Bagdad y el posterior inicio de la guerra colocaron a Jordania en una situación inextricable que puso término a un período de acelerado crecimiento. La economía jordana existe bajo el peso de una red de influencias regionales que, combinadas, constituye una cadena problemática. La violencia en los territorios palestinos, particularmente la explosión de la segunda Intifada, las represalias israelíes, el impacto de los atentados del 11 de septiembre, que decapitaron el sector turístico, el prolongado embargo contra Irak, la guerra propiamente dicha y las fluctuaciones del precio del petróleo se conjugaron para dejar al país ante un abismo de inquietudes. Aqaba, Petra, Ammán, estos lugares míticos del turismo mundial están prácticamente vacíos. Los raros turistas que se animan a hacer el viaje son los llamados “grupos bíblicos” que recorren el Medio Oriente histórico de la Biblia. “Hay que tener mucha fe para dar el salto hasta aquí en años como éstos”, dice Ahmjat, un traductor jordano que recorre incansablemente los salones de los hoteles internacionales en busca de la perla perdida. Al cabo de un período de reformas de recorte liberal impulsadas por el rey Abdula de Jordania, Ammán se “convirtió en un pájaro herido en pleno vuelo”, según la fórmula del portavoz del Ministerio de Comercio. Todos los sectores sufren un considerable receso, tanto más agudo cuanto que Jordania realiza lo más esencial de su comercio exterior en partes iguales: mitad con Irak, mitad con EE.UU. “En suma, estamos entre la espada y la pared. Si inclinamos la balanza a uno u otro lado perdemos la mitad de los negocios”, admite un empresario de la industria farmacéutica.
El ejemplo de este sector es desolador. El rubro consta de 17 industrias que emplean un total de 4000 personas. Una cifra de negocios global de 300 millones de dólares de los cuales un 70 por ciento corresponde a la exportación hacia 60 países. En apenas dos semanas de conflicto, la empresa de Hassan Alden Al-rafai perdió tres millones de dólares, el 70 por ciento de su comercio con Irak, y puso al 35 por ciento de los empleados en “paro técnico”. Eso explica las cifras globales suministradas por las autoridades jordanas. Cuatrocientas empresas del país dependen del comercio con Bagdad, un conglomerado de pymes que se encuentra en la línea roja. “El panorama es crítico para unos 20.000 empleados amenazados de perder sus puestos de trabajo”, admite el Ministerio jordano de Comercio. Hassan Alden Al-rafai dirige el principal grupo farmacéutico de Medio Oriente, que fabrica cápsulas de medicamentos vacías, Arab Center for Pharmaceutical AND Chemicals. La guerra anglonorteamericana contra Irak no sólo ha ensombrecido los negocios inmediatos sino que además hace pesar una espada de Damocles sobre el conjunto de los grupos de Jordania y de la región. ¿Qué podrán hacer las empresas de los países de la región frente a las multinacionales norteamericanas que sacarán provecho del control que ejercerá sobre Irak y sus vecinos la administración Bush?
Esa es la pregunta que se hacen con angustiosa constancia los empresarios regionales. Al igual Hassan Alden Al-rafai, Abdulhay Zalloum, director de una planta productora de biscuits y aceite que realizaba más del 65 por ciento de su comercio con Irak, piensa que el problema “no es la parálisis de estos meses sino los mercados que se perderán en beneficio de las gigantescas empresas que ya están preparadas para sacar el mejor provecho”. La remodelación de Medio Oriente promovida por la Casa Blanca les hiela la sangre a los medios empresariales. Casi todos están seguros de perder los frutos de un terreno labrado durante largos anos, obtenidos por medio de concesiones esenciales hechas tanto por el Estado como por el sector empresarial. Reducción del déficit público, inflación controlada –de 1,8 por ciento en 2002–, moneda estable, privatizaciones. El programa económico de las nuevas autoridades adoptó los lineamientos de la economía liberal. Jordania se benefició muchísimo con los acuerdos de par firmados con Israel. Eso le abrió enormes oportunidades de hacer ingresar sus productos en los Estados Unidos. Las cifras son elocuentes. En el año 2000, Jordania exportó 62 millones de dólares a EE.UU. En 2001 la cifra se multiplicó por cuatro. El acuerdo de libre intercambio con EE.UU., el FTA, entró en vigor el año pasado. Su aplicación fue uno de los motores del espectacular crecimiento del 5 por ciento de 2002: aluminio, insecticidas, jugos de frutas, plásticos fueron los sectores que más se beneficiaron con este acuerdo. A él se le sumaron el ingreso de Jordania a la OMC, la Organización Mundial del Comercio, el acuerdo de asociación con la Unión Europea y una ola de privatizaciones que atrajo muchos capitales privados. Transportes públicos, teléfonos, agua, electricidad y aeropuertos permitieron el ingreso de capitales extranjeros en lo que aparece como una privatización a medias.
Sin embargo, el campo que más aportó estabilidad y crecimiento es el que hoy puede romperlo todo. A lo largo de los años 2001 y 2002, Jordania se benefició plenamente con el protocolo iraquí “petróleo a cambio de alimentos” supervisado por la ONU. Basado en un sistema de trueque, Jordania pagó el petróleo que recibió de Irak con mercaderías. La estructura fue muy provechosa para las industrias: un 50 por ciento del petróleo recibido no exigía compensación alguna, es decir, era simplemente gratis. La guerra vino a romper este esquema.
Igualmente, el estancamiento de la crisis israelo-palestina seguirá pesando en el comercio regional. La Intifada y las restricciones impuestas por Israel frenaron los intercambios comerciales. Las importaciones y las exportaciones con los territorios palestinos bajaron en un 18 por ciento y hoy el mercado palestino no representa más que 30 millones de dólares para los productos jordanos.
Con Israel ocurre algo similar. Las exportaciones y las importaciones aumentaron a lo largo del 2000 y durante los nueve primeros meses del 2001, 32 y 52 por ciento respectivamente, pero las tensiones del año 2002 redujeron los porcentajes. Jordania paga así el tributo de una “triangulación crítica”: Irak-Palestina-Israel. “Hoy existe un factor imprevisible, mucho más potente que las crisis precedentes”, afirma Abdulhay Zalloum, para quien “la presencia norteamericana, la perspectiva de una administración estadounidense de Irak van a trastornar todos los esquemas comerciales establecidos hasta hoy. ¿Quién y cómo podrá competir con los mastodontes de EE.UU.?” No es un secreto que las vidas dejadas en el desierto serán recompensadas con buenos negocios.
El 2003 es un año “que se apagó de golpe”, dicen los economistas locales. Hoteles vacíos, economía informal en pleno apogeo, industrias en el abismo: el apoyo por la administración Bush a Ariel Sharon y la decisión de terminar por la fuerza con el régimen iraquí no sólo han acarreado dramas humanos de espantosas consecuencias.

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