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El mundo|Jueves, 12 de enero de 2012
Gran Bretaña aprobó un referéndum para Escocia

La autonomía escocesa

La coalición que lidera el premier David Cameron anunció que permitiría una consulta en una fecha específica y sobre una sola pregunta: si los escoceses quieren o no la independencia.

Por Marcelo Justo
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El premier británico David Cameron junto al presidente de Escocia, el nacionalista Alex Salmond.

Desde Londres

La decisión del gobierno británico de autorizar un referéndum sobre la independencia de Escocia colocó al Reino Unido al borde de una crisis constitucional. La coalición que encabeza el primer ministro conservador David Cameron anunció que permitiría una consulta sobre el tema siempre que se realice en una fecha fija y sobre una sola pregunta: si los escoceses quieren o no la independencia. En un intento de forzar a los nacionalistas, el ministro de la Coalición para Escocia, el conservador Michael Moore, señaló que un referéndum vinculante o consultativo que no cuente con la venia de la Cámara de los Comunes sería “ilegal”.

Minutos más tarde de la declaración de Moore, el presidente de Escocia, el nacionalista Alex Salmond, presentó un plan para realizar el plebiscito en 2014, fecha en que se celebran los 700 años de la histórica victoria de las tropas escocesas sobre las de Inglaterra en la batalla de Bannockburn. Ayer Moore señaló que estaba abierto a hacer las aclaraciones necesarias sobre la propuesta gubernamental, pero añadió con ironía que no se entendía “que los mismos nacionalistas que quieren un referéndum se opongan a su realización”. En caso de que no haya acuerdo, la Corte Suprema tendrá que dirimir quién tiene derecho a qué.

Según la prensa británica, ésta es la crisis constitucional más importante desde el tratado Anglo Irlandés de 1921, que desembocó en la creación de la República de Irlanda e Irlanda del Norte. El gobierno presentó el martes el informe jurídico de los asesores en temas legales, según los cuales Escocia no está autorizada a llevar adelante ninguna medida que afecte la posición constitucional del Reino Unido, es decir, la unión entre Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte. Si Escocia lo hace, el mismo gobierno o cualquier ciudadano británico podría demandarlo ante la Cámara de los Lores, Corte Suprema en el Reino Unido.

Los nacionalistas, que tienen mayoría absoluta en el Parlamento autónomo, señalaron que aceptarían la propuesta de la coalición de realizar la consulta, siempre y cuando no tuviera condiciones. A la pregunta sobre independencia sí o no, los nacionalistas quieren añadir una tercera opción conocida como “devo-max” o autonomía máxima, que les daría a los escoceses un control total sobre su política impositiva, incluyendo sus ingresos por gas y petróleo y excluyendo el IVA. “Esta es la decisión más importante que vamos a tomar los escoceses en tres siglos. Es totalmente inaceptable que los conservadores quieran imponer condiciones a este referéndum sin ningún tipo de mandato para hacerlo”, señaló Salmond.

La independencia se volvió un tema candente desde las elecciones de mayo de 2010, en las que el Partido Nacional Escocés obtuvo por primera vez una mayoría absoluta en el Parlamento escocés. Por el momento, este apoyo no se ha traducido en un respaldo público a la independencia. Según los sondeos, un 70 por ciento de los escoceses quiere más autonomía, pero sólo un tercio se inclina por la independencia, aunque algunas encuestas elevan este porcentaje a un 40.

En estos sondeos está la clave del forcejeo sobre la fecha y la pregunta simple o compleja. David Cameron quiere zanjar la cuestión con una opinión pública escocesa aún a favor. En el maremoto de la actual crisis económica, es difícil que el gobierno mejore esta ventaja en las encuestas. Para Salmond, la ecuación es exactamente la opuesta. En 2014 Escocia verá una ola de patriotismo con el 700 aniversario de la victoria en Bannockburn contra las tropas inglesas, a lo que se sumarán en el verano los juegos de la Commonwealth –una suerte de miniolimpíada de las ex colonias británicas– y, en septiembre, la Copa Ryder de Golf.

El referéndum sería en el otoño europeo, es decir, después del golf y le permitiría capitalizar el orgullo patriótico que surgiría de esta suma de eventos. En un país que no tiene constitución escrita, el enfrentamiento político y el choque de legitimidades –la democrática del pueblo escocés y la de la ley de autonomía de 1998 aprobada por la Cámara de los Comunes– están lanzando al Reino Unido hacia una crisis impredecible.

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