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El mundo|Viernes, 2 de marzo de 2012
CAMBIA LA ESTRATEGIA Y BUSCA SUMINISTROS BELICOS EN EL EXTERIOR

Se arma la oposición siria

El presidente del CNS, Burhan Ghaliun, estuvo en París el mismo día en que el rumbo de la guerra interna tomaba otra dirección. Ghaliun modificó la línea inicial de este movimiento aún impreciso y anunció la creación de un “buró militar”.

Por Eduardo Febbro
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Imagen de video de un ómnibus utilizado como barricada por los rebeldes sirios en Homs.

Desde París

La oposición siria agrupada en el naciente Consejo Nacional Sirio (CNS) delinea su identidad y sus acciones futuras bajo el peso de la derrota militar que el régimen de Bashar al Assad le infligió a la rebelión luego de recuperar el control de su bastión, el barrio de Baba Amr, situado en la localidad de Homs (centro). El presidente del CNS, Burhan Ghaliun, estuvo en París el mismo día en que el rumbo de la guerra interna tomaba otra dirección. Ghaliun modificó la línea inicial de este movimiento aún impreciso y anunció la creación de un “buró militar” a fin de organizar el suministro de armas.

La posición del responsable del CNS marca un giro en la manera en que esta instancia creada en el fuego de la revuelta enfoca el futuro. Hasta ahora este consejo, considerado por el canciller francés, Alain Juppé, como el “interlocutor” del pueblo sirio, había rechazado tanto la idea del suministro de armas como la de una intervención militar exterior. El contexto ha cambiado: la parálisis del Consejo de Seguridad de la ONU, donde Pekín y Moscú bloquearon el voto de una resolución contra Siria, así como la evolución militar en el terreno forzaron al CNS abrir esa opción. Burhan Ghaliun instó a los hombres de negocios sirios y árabes a financiar primero a los rebeldes y, luego, a suministrar armas.

Países como Qatar ya adelantaron que estaban dispuestos y el Parlamento de Kuwait adoptó el jueves una resolución para armar a la oposición. Occidente, en cambio, excluye esta posibilidad ante el temor de que se abra un nuevo frente de jihadistas en la región. Burhan Ghaliun parece haberse rendido a la opción más dura. En noviembre pasado, este profesor en Ciencia Política aseguraba en el diario El-Fajr: “Nuestra revolución es pacífica, y es allí donde reside su fuerza”. De hecho, la entrega de armas a los rebeldes sirios era ya una realidad. La mayoría de los suministros pasaba a través de Irak. Según explicó Ghaliun, la creación del “buró militar” apunta a coordinar el suministro de esas armas y evitar que éstas vengan de países o fuentes comprometidas. El dirigente precisó que el buró estaría localizado “cerca del campo de acción”, es decir, probablemente en Turquía, donde se encuentran desde hace mucho los oficiales sirios que desertaron y crearon el ESL, Ejército Sirio Libre. En su encuentro con la prensa, Burhan Ghaliun excluyó sin embargo la idea de que la revolución en sí había terminado, que ahora había llegado el momento de una guerra civil en Siria. Algo metafórico en sus enunciados, el responsable insistió en el carácter defensivo de las armas: “Se trata de defender a los civiles y no de lanzar la guerra”, repitió una y otra vez.

El cuerpo formado por la oposición civil y los militares desertores es no obstante muy borroso. El Ejército Sirio Libre (ESL), al mando del coronel Riad Assaud, es más una marca o una apelación que una entidad tangible. La falta de coordinación entre sus miembros es absoluta. Además, el ESL no es la única estructura de ese tipo. En febrero, el coronel Mustafá al Cheikk –el desertor de más alto grado que existe hoy– creó una estructura que compite con el ESL: el Consejo Militar Revolucionario Superior para la Liberación de Siria. En todo caso, Burhan Ghaliun aseguró en la capital francesa que el “buró militar” funcionará como un “Ministerio de Defensa” y que coordinará las acciones del ESL y del otro grupo militar. Las palabras son una cosa, los hechos son otra. El Consejo Nacional Sirio da muestras de tener una postura radicalmente opuesta a la de Mustafá al Cheikk. Este coronel desertor explicó a la prensa desde Turquía que bastaría dar un golpe en Damasco contra la familia que detenta el poder “para que el régimen caiga”. Más claro aún, Al Cheikk declaró que lo que ellos querían era “una intervención internacional como la que se llevó a cabo en Kosovo (ex Yugoslavia), incluso sin una resolución de las Naciones Unidas”. Los opositores sirios se introducen en un camino turbio. El CNS asume por primera vez la militarización del movimiento de contestación contra el régimen de Bashar al Assad que se inició hace un año. Al principio era esencialmente pacífico, pero ahora cambió la hoja de ruta. La situación internacional, la fortaleza de Irán, el ballet cambiante de la Liga Arabe y el consenso que impera en Occidente presagian días arduos para esta oposición. La guerra civil se diseña en el horizonte como una opción que volverá a cambiar según el respaldo o la indiferencia que obtengan los rebeldes.

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