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El mundo|Sábado, 10 de marzo de 2012
ENTREVISTA CON EDUARDO CAMPOS, GOBERNADOR DEL ESTADO DE PERNAMBUCO, BRASIL

“Nadie en Brasil extraña la dictadura”

El líder del Partido Socialista Brasilero también se refirió al reciente acto de irrespetuosidad proveniente de un sector de los militares retirados para con la presidenta Dilma Rousseff. También habló de integración.

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“Todas las fuerzas políticas de Brasil creen que la integración es un camino necesario.”

El éxito de la integración regional depende del conocimiento de las diversidades al interior de cada país. El gobernador del próspero estado brasileño de Pernambuco, Eduardo Campos, esgrime ese concepto a lo largo del diálogo con Página/12 en reiteradas oportunidades, para enfatizar la importancia de la cooperación en materia económica entre Brasil y Argentina. De paso por nuestro país, invitado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero, el gobernador y líder del Partido Socialista Brasilero también se refirió al reciente acto de irrespetuosidad proveniente de un sector de los militares retirados para con la presidenta Dilma Rousseff. “Nadie en Brasil tiene nostalgia por los tiempos dictatoriales”, exclama con vehemencia.

–¿Cómo describe el proceso actual de integración regional entre Argentina y Brasil en materia de cooperación económica?

–Todas las fuerzas políticas responsables de Brasil creen que la integración es un camino necesario. Que podamos seguir construyendo ciudadanía e inclusión social. Claro que aparecen problemas. La gente hizo que aumentara mucho la relación entre los dos países, no sólo en materia económica, la cual se incrementó fuertemente en los últimos seis años. En la medida en que la relación se intensifica es proporcionalmente normal que aparezcan más problemas. La opción de la integración es consensual. Para mejorarla es preciso que se conozcan las diferencias al interior de cada país. Hay una parte de Brasil desconocida para la media de la sociedad Argentina, el nordeste, que es la que más está creciendo.

–¿El pedido que hizo ayer la Unión Industrial Argentina (UIA) de potenciar la capacidad para exportar a Brasil y corregir el desequilibrio comercial forma parte de esos problemas en materia de cooperación económica a los que usted se refiere?

–Yo creo que la demanda de la UIA es justa. Tenemos una buena relación en términos políticos con Argentina que cuando pasa al plano comercial es una relación con desequilibrios. En 2011, por circunstancias internas de ambos países, el resultado de la balanza comercial arrojó un resultado de un desequilibrio de 5000 millones de dólares. Es un desequilibrio relevante que precisa ser corregido. A través de la presidenta Dilma Rousseff, se le debe garantizar confort a esa relación comercial para que siga habiendo cooperación y acercamiento entre ambos países. Debe ser una relación estratégica saludable. Los mecanismos institucionales brindan las condiciones para resolver esos problemas. La disposición del gobierno brasileño es vencer esas dificultades coyunturales. Brasil y Argentina son socios prioritarios comerciales para ambos países.

–El ministro de Hacienda Guido Mantega anunció un plan de consolidación fiscal para 2012, que prevé recortes de 55.000 millones de reales en el marco de un crecimiento del 2,7 por ciento en 2011. ¿En qué afecta ese plan a su estado y al resto del país?

–Nosotros debemos contribuir con el gobierno central de Brasil para poder tener un crecimiento necesario con inclusión en el mercado de trabajo y reducción de desigualdades. Para que podamos tener ese crecimiento es fundamental hacer una reducción de intereses y la transformación de inversión que genere una dinámica en el ciclo económico. El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff tuvo el coraje de tomar decisiones equilibradas, como en 2011, para contener una reacción inflacionaria que parecía amenazar el horizonte de Brasil. Se creció más de lo esperado con sacrificio, por lo que espero que las medidas tomadas a fin de 2011 y comienzo de 2012 dejarán un crecimiento mayor del que tuvimos, para que la gente pueda tener un mejor año en 2013. Todo eso depende de la coordinación, el trabajo y los esfuerzos mancomunados en el escenario económico, que es muy distinto al que vimos cinco años atrás a nivel internacional.

–¿El anuncio que hizo ayer el Banco Central de Brasil de reducir en 0,75 punto la tasa de interés en referencia al 9,75 por ciento anual forma parte de esos esfuerzos?

–En Brasil tenemos una tasa de interés muy elevada. Como consecuencia de condiciones macroeconómicas tenemos ahora la posibilidad de reducirla. Las medidas fiscales tomadas posibilitan a las reservas de Brasil tener una reducción en relación con el PBI. El desafío será ayudar a incrementar el consumo un 60 por ciento en la demanda nacional. Con la reducción de la tasa de interés, el gobierno brasileño reducirá el pago de las propias divisas del gobierno federal. De esa forma se podrá invertir dinero en políticas públicas. El desafío que tiene el gobierno es que esa tasa de referencia no impida democratizar el acceso al crédito. El interés que se paga por el consumo es inaceptable y hay que hacer un trabajo para corregir ese defecto. Si la presidenta lo consigue, tendremos un gran semestre para 2012 y un extraordinario 2013 y 2014.

–¿Cuál fue el impacto que tuvieron las declaraciones del general retirado Luiz Rocha que arrojaron un manto de duda sobre la tortura que sufrió la presidenta durante la dictadura militar?

–La presidenta se pronunció prontamente sobre este tema. Aquellas personas que hablaron en nombre de Clubes Militares recularon en esa postura (se refiere a un texto firmado por 322 militares que critica a la ministra de Derechos Humanos y la titular de la Secretaría de la Mujer). Pero sabemos que existe tanto en Brasil como en todas partes la expresión de ese pensamiento que derrotamos con la movilización de la sociedad cuando vencimos a las dictaduras que ocurrieron en Brasil y Argentina. Fue una lucha política intensa que obtuvo victorias por etapas en la coyuntura política, adormeciendo a los sectores reaccionarios y conservadores que tienen toda divergencia con nuestro pensamiento. Mediante la creación de la Comisión de la Verdad queremos conocer la historia de ese tiempo social vivido de mucho sufrimiento, opresión y violencia. No les podemos esconder a las futuras generaciones la verdadera historia. Es un sentimiento mayoritario que nadie en Brasil está dispuesto a quebrantar: la democracia, la libertad de expresión y de credo, los derechos humanos, son valores que construimos con mucho sufrimiento. Esos valores no sirven si no se cuenta exactamente la verdad, que puede incomodar a una pequeña minoría, pero que la conciencia brasileña necesita conocer.

Informe: Juan Nicenboim.

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