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El mundo|Viernes, 23 de marzo de 2012

Cayó baleado el asesino de Toulouse

El hombre responsable de la muerte de cuatro personas en la puerta de un colegio, que reivindicaba a Al Qaida, murió de un balazo en la cabeza, de acuerdo con el relato oficial. El caso dejó misterios e interrogantes.

Por Eduardo Febbro
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El joven resistió solo durante más de un día el cerco del RAID, el cuerpo de elite de la policía francesa.

Desde París

Mohamed Merah sólo cumplió con una de sus promesas: morir con las armas en la mano. Al cabo de un sitio de 32 horas, el responsable del asesinato de tres soldados y cuatro personas acribilladas en la puerta de una escuela judía de Toulouse, entre éstas tres niños de menos de 10 años, cayó abatido de un balazo en la cabeza cuando saltó por la ventana del baño del departamento donde se había refugiado. Ese es, en todo caso, el relato oficial de una historia de asesinatos que cambió la sustancia de la campaña electoral francesa y que, con cada hora que pasa, se llena de detalles inusitados. El joven de 24 años resistió solo durante más de un día el cerco del RAID, el cuerpo de elite de la policía francesa. Mohamed Merah había prometido entregarse tres veces, pero no lo hizo. Nicolas Sarkozy había asegurado que haría todo lo posible para que el responsable de los asesinatos fuese llevado ante la Justicia. A las 22.45 del miércoles, Merah cambió de posición y les anunció a sus interlocutores que no se entregaría. El RAID dio el asalto a las 11 de la mañana. Según el relato policial, tenía tres Colt 45 y abrió fuego contra el comando. Cuando saltó por la ventana del baño, lo alcanzó una bala. “Lo encontramos muerto en el suelo”, dijo el ministro de Interior, Claude Guéan.

Mohamed Merah dejó un tendal de muertos, muchas incógnitas y una madeja de argumentos muy útiles para los sectores más duros de la derecha, tanto dentro del partido presidencial UMP como para la ultraderecha del Frente Nacional. Los temas sociales y económicos dominaron las primeras semanas de la campaña para las elecciones presidenciales de abril y mayo próximos. La irrupción de Mohamed Merah legitimó los temas prioritarios de la derecha: la seguridad, la inmigración, el lugar del Islam en Francia. Apenas muerto, Nicolas Sarkozy anunció un paquete de medidas represivas. “En adelante, cualquier persona que consulte de forma regular portales de Internet que hagan apología del terrorismo o que llamen al odio o a la venganza, será castigada penalmente. Cualquier persona que viaje al extranjero para adoctrinarse con ideologías que conducen al terrorismo, será castigada penalmente. La propagación y la apología de ideologías extremistas serán reprimidas mediante un delito que figura en el Código Penal y con los medios con que ya cuenta la lucha antiterrorista”, dijo el presidente. Quedan, en el medio del drama, una polémica y un misterio. La polémica: ¿cómo es posible que los servicios secretos, que lo tenían bajo vigilancia, no lo arrestaran antes de que multiplicara los asesinatos? El misterio: ¿quién era realmente Mohamed Merah? ¿Cómo hizo un joven ladronzuelo de 24 años para convertirse de la noche a la mañana en un serial killer confesional que actúa en nombre de Al Qaida con una crueldad que ni sus presuntos maestros han sido capaces de alcanzar? Con una ayuda social de 700 dólares, ¿cómo hizo para pagarse los autos, las armas, los departamentos?

La prensa francesa y los relatos oficiales lo describen como un hombre con 100 rostros. Los primeros retratos de Mohamed Merah evocan un tipo medio “musculoso”, con una “cicatriz” o un “tatuaje”, de mirada “glacial”. Christian Etelin, el abogado que lo defendió de los numerosos delitos que cometió cuando era menor, ofrece otra descripción: “cara de ángel”, de una belleza “fascinante”, “suave”, de “voz dulce”. En lo que atañe a la religión y la política, su abogado dice que Mohamed Merah había “levantado una muralla y nunca abordaba el tema”. Sobre su recorrido como jihadista también hay más de una versión: estuvo entrenándose en Pakistán y Afganistán con los talibán para pelear contra las tropas de la OTAN, viajó a Israel, a Palestina, a Siria, a Irak, a Jordania. Misterio sobre misterio. Los servicios secretos mantienen su versión inicial: Merah era “un lobo solitario” que presentaba un “perfil de autorradicalización salafista atípico”, independiente de cualquier “organización estructurada conocida”, según François Molins, fiscal de París. Sin embargo, el hombre pasó a través de las redes de los servicios de inteligencia de Francia, pero figuraba en la lista negra de denegación de vuelo que maneja el FBI, creada después de los atentados de septiembre de 2001. La policía federal norteamericana le seguía la huella a partir de informes enviados desde Afganistán. En 2010, Merah fue arrestado en la región afgana de Kandahar y entregado a los soldados norteamericanos, que lo expulsaron a Francia. Ahora bien, según el vespertino Le Monde, las fuerzas de la OTAN no confirmaron su expulsión. Merah decía actuar en nombre de Al Qaida, pero Washington asegura que el joven francés de origen argelino nunca estuvo en contacto con los altos mandos de Al Qaida.

El debate que estalló ahora en Francia atañe a ese capítulo de la vida del presunto terrorista. La Dirección Central de la Información Interior (DCRI) está acusada de no haber hecho bien su trabajo. Merah estaba fichado en Francia desde 2011 y eso permitió su identificación, no así su arresto previo a la segunda tanda de asesinatos (sus crímenes se extienden del 11 al 19 de marzo). El organismo se defiende diciendo que Merah se “autorradicalizó” en una “opción” solitaria difícilmente previsible. Pero era conocido hasta en Washington. Nadie ha podido aportar una respuesta a otra pregunta: ¿cómo pasó de la nada a la acción descabellada? No se han encontrado cartas, ni cuadernos íntimos ni mensajes en Internet donde Mohamed Merah haya manifestado la más lejana idea. Parece no tener relato propio. Sólo hay un montón de relatos oficiales y un extraño hilo conductor que cada medio de prensa completa a su manera. Jihadista pero no tanto, malo pero también “ángel”, pobre pero con armas y autos, delincuente pero viajero internacional. Una información se superpone a la otra sin que surja una imagen nítida para saber quién fue ese hombre que puso su revólver sobre la cabeza de niños y disparó.

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