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Las farmacias de la capital griega de Atenas y la provincia de Pireo cerraron ayer en huelga de 24 horas decretada por el sector. La medida se tomó por el estupor que generó el suicidio de un profesional jubilado que tomó esa determinación, abrumado por las deudas y la crisis financiera del país. El farmacéutico jubilado Dimitris Christoulas, de 77 años, se convirtió en símbolo de los costos sociales de la austeridad, y ya es emblema de los detractores de los recortes presupuestarios impuestos por los prestamistas internacionales y acatado por el gobierno de coalición de Lucas Papademos. Christoulas se disparó en la cabeza el miércoles en la plaza principal de Atenas y dejó una nota que manifiesta que los problemas financieros lo habían puesto en situación extrema. El ex profesional escribió que prefería morir a tener que buscar comida en la basura. “El gobierno de ocupación literalmente aniquiló mi habilidad para sobrevivir con una pensión decente para la que he pagado por 35 años”, decía un extracto de la carta de suicidio, publicada por los medios griegos ayer. La desocupación en Grecia llegó al record del 21 por ciento, el doble del promedio de la Eurozona, y entre los jóvenes el desempleo alcanza el 50 por ciento.
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