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El mundo|Lunes, 5 de noviembre de 2012
El embajador de Perú en Buenos Aires y cuadro de la izquierda, Nicolás Lynch, anunció su salida

Una renuncia esperada por la derecha

A Nicolás Lynch se lo acusó de haberse reunido con un grupo vinculado con Sendero Luminoso. En el encuentro, que la prensa peruana desempolvó diez meses después, el embajador se había limitado a recibir una carta dirigida a Humala.

Por Carlos Noriega
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El ahora ex embajador señala que su salida ha sido impulsada por sectores derechistas.

Desde Lima

Presionado por una fuerte campaña política y mediática impulsada en los últimos días por la derecha, el gobierno de Ollanta Humala terminó pidiéndole la renuncia al ahora ex embajador del Perú en Argentina, Nicolás Lynch. Con la salida del embajador peruano en Buenos Aires, cae uno de los últimos cuadros de la izquierda sobrevivientes en el gobierno. La salida de Lynch se concretó el sábado en la noche, cuando presentó su carta de renuncia al presidente Humala, horas después de haber retornado a Lima llamado por el gobierno. Su renuncia había sido exigida luego de que el viernes los medios peruanos informaron que había recibido en la embajada peruana en Buenos Aires a un pequeño grupo de representantes del Movimiento por la Amnistía y por los Derechos Fundamentales (Movadef), grupo político vinculado al maoísta Sendero Luminoso, que en los años ’80 y ’90 desató en el país una sangrienta guerra interna. El ex embajador señala que su salida ha sido impulsada por sectores derechistas que no veían bien su trabajo a favor de una buena relación con el gobierno de Cristina Kirchner y que también se oponen al fortalecimiento de Unasur que él defiende.

La reunión de Lynch con el Movadef que gatilló su salida de la embajada es, en realidad, una historia vieja: ocurrió el 17 de enero, cuando este grupo, considerado como el brazo político de Sendero Luminoso, buscaba su reconocimiento como partido legal, algo que recién después de esa reunión en la embajada peruana las autoridades le negarían. El encuentro entre Lynch y el Movadef, desempolvado por la prensa peruana diez meses después, duró unos pocos minutos, y el embajador se limitó a recibir una carta del grupo político dirigido al gobierno peruano, de lo que informó inmediatamente a Lima. No hizo ninguna declaración o gesto de apoyo a sus interlocutores en ese encuentro. Pero bastó ese breve encuentro para que Lynch sea acusado de simpatizar con el Movadef, que pide una amnistía para Abimael Guzmán, el encarcelado líder de Sendero Luminoso. “Para nadie en su sano juicio recibir una carta es estar de acuerdo con su contenido”, dice el ex embajador en su renuncia.

Esa breve reunión con el Movadef ha sido la razón oficial de la salida de Lynch de la embajada peruana en Buenos Aires, pero detrás de su caída se han movido una serie de intereses. En su carta de renuncia, Lynch señala que “la razón de fondo” de la campaña para pedir su cabeza es “la oposición de grupos de diverso origen a las relaciones estrechas con la República Argentina y al impulso que su gobierno le da a Unasur”. En su carta, dirigida al presidente Humala, Lynch critica que el gobierno haya cedido a las presiones que exigían su renuncia: “Es una lástima que algunos medios de comunicación masiva hayan alcanzado poder de veto en la política exterior del Perú”.

En diálogo con Página/12, poco después de presentar su renuncia, Nicolás Lynch señala que “me han construido una patraña, me han armado un paquete, para sacarme, eso está clarísimo”. “Hay gente –dice– que no quiere tener en Argentina un embajador que impulse el fortalecimiento de Unasur, como lo he venido haciendo yo, y que tampoco quiere una buena relación con el gobierno argentino. Hay gente que no quiere al Perú como parte activa de un bloque regional, que lo quiere en otro alineamiento internacional. Ese es el tema de fondo de mi salida. También está el interés de sacar del gobierno a toda la gente de izquierda.” Respondiendo a los cuestionamientos por su reunión con el Movadef, admite que “pudo haber sido un error debido al clima de intolerancia que hay en el Perú y que, estando fuera, pude no haber medido adecuadamente, pero acusarme de tener simpatías con el terrorismo, con Sendero Luminoso, es un absurdo, una patraña. Por más de 30 años me he enfrentado a Sendero y he sido amenazado de muerte por Sendero”.

Nicolás Lynch, de 57 años, es un viejo dirigente de izquierda. Como otros dirigentes de la izquierda legal, se enfrentó a Sendero en los duros años ’80 y ’90 desde el activismo político y la publicación de artículos, Por esa razón, muchos de esos militantes de izquierda fueron asesinados por el senderismo. Fue ministro de Educación en la primera etapa del gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006), cuando éste mantenía una alianza con sectores progresistas y fue un activo impulsor de la candidatura de Humala. Poco después que Humala asumiera el gobierno, lo nombró embajador en Argentina, lo que desató las protestas de la derecha.

Alberto Adrianzén, parlamentario andino y uno de los intelectuales que diseñó la estrategia de política exterior en el plan de gobierno de Humala y hoy alejado del oficialismo, dice que la salida de Lynch es consecuencia de “una conspiración de la derecha”. “Esa conspiración –opina Adrianzén– busca eliminar a lo que queda de la izquierda en el gobierno y tiene como blanco final al canciller Rafael Rocagliolo, que es el último representante de la izquierda en el gabinete ministerial; el canciller es el último de los mohicanos y el objetivo de la derecha es eliminarlo.” “La derecha, e incluso sectores del gobierno –agrega Adrianzén– no ven con buenos ojos una relación cercana del gobierno de Humala con el gobierno de Cristina Kirchner, como no ve bien una buena relación con Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez, y tampoco ven bien el fortalecimiento de Unasur, y por eso querían sacar a Lynch, que ha trabajado muy bien. Con su salida de la embajada en Argentina pierde la diplomacia que está a favor de la integración regional.”

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