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El mundo|Martes, 27 de noviembre de 2012
El presidente catalán deberá hacer alianza con la izquierda

Más complicado para negociar

Después de la victoria pírrica del domingo, Artur Mas anunció que iniciará conversaciones con los independentistas de izquierda y con los socialistas. El líder de Esquerra anticipó que sólo pactará si pone fin a la austeridad.

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El presidente regional de Cataluña, Artur Mas, dijo que solo no podrá gobernar.

A pesar de haber lanzado un mensaje claro en las urnas a favor de la independencia de España, el futuro político de Cataluña aparece complicado tras el revés de Convergència i Unió (CiU). Los nacionalistas conservadores se ven ahora obligados a buscar difíciles alianzas con la izquierda. “Solos no podremos hacerlo, solos no podremos gobernar este país, todo el mundo tendrá que asumir su responsabilidad y yo creo que la asumirán porque si no llevarían la situación a una complicación extrema”, afirmó ayer el líder de CiU, Artur Mas. “Esta es la voluntad del pueblo catalán, que nosotros estemos al frente del liderazgo del país, pero acompañados”, agregó, precisando que en los próximos días iniciará conversaciones con los independentistas de izquierda y con los socialistas.

Para los expertos, la coalición liderada por Mas pagó el precio político de los duros recortes aplicados desde hace más de un año y no logró capitalizar el auge independentista impulsado por la crisis porque nunca hasta ahora había defendido una separación de España. Prometiendo organizar un referéndum de autodeterminación en la próxima legislatura, Mas había convocado a elecciones regionales anticipadas, en las que esperaba obtener una mayoría absoluta de al menos 68 escaños. Pero se tuvo que conformar con 50 bancas y la imposibilidad de gobernar sin alianzas.

Los beneficiados fueron los pequeños partidos independentistas de izquierda, encabezados por Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), cuyo líder, Oriol Junqueras, planteó ayer el fin de las políticas de austeridad como condición para pactar. “La cuestión no es si estamos dispuestos a llegar a un acuerdo, sino sobre qué estamos dispuestos a llegar a un acuerdo”, afirmó. Sus condiciones son: baja en los impuestos a los más desfavorecidos e incremento a sectores como la banca, mayor inversión pública en ámbitos que pueden impulsar el crecimiento y, por supuesto, una fecha para la convocatoria del referéndum sobre la independencia que Mas prometió durante la campaña (ver recuadro).

“En este complicado contexto va a haber una crisis de liderazgo en CiU”, dijo Joaquin Molins, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Y en un proceso tan complicado como el de la independencia, con un liderazgo tan tocado es prácticamente imposible avanzar”, consideró. “Si el país no es gobernable en el día a día, le aseguro que el derecho a decidir estará en el congelador mucho tiempo”, declaró a la televisión pública catalana Oriol Pujol, secretario general de Convergència Democrática de Cataluña (CDC), uno de los dos socios de coalición en CiU.

“En todo caso, va a aumentar la tensión territorial entre Cataluña y el gobierno central del Partido Popular en Madrid, opuesto al referéndum de autodeterminación”, consideró Ferrán Requejo, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. Además de la dificultad de gobernar la región en minoría, tampoco será cómodo para Artur Mas el papel de CiU en Madrid y el trato que le dispensará el gobierno y el PP en el futuro, advirtió el diario conservador catalán La Vanguardia.

Al igual que la prensa española, los medios catalanes se hacían eco unánime del fracaso de la arriesgada apuesta de Mas. “Batacazo”, titulaba en enormes caracteres El Periódico de Cataluña sobre una gran fotografía del candidato de CiU, cabizbajo, esbozando una sonrisa que apenas podía ocultar su decepción. “El ‘plan Mas’ fracasa”, insistía este diario, que veía en su editorial “un amargo final de la escapada” independentista de un político considerado hasta hace muy poco como un nacionalista moderado. Precisamente, la imagen de moderación de un candidato que nunca pronunció la palabra independencia es lo que podría haber impulsado a buena parte del electorado a votar por las formaciones independentistas de izquierda, consideran los expertos. “El gobierno dependerá de ERC, ahora segunda fuerza, con 21 escaños”, sentenció Rafael Jorba, analista político y columnista de prensa. La otra posibilidad es una alianza con los socialistas catalanes del PSC (20 escaños), pero ambas formaciones se encuentran en un espectro político, y sobre todo económico, opuesto a CiU, advierte Molins.

Tanto el jefe del Ejecutivo español como los dirigente del PP, y la prensa afín a la derecha, interpretaron el revés sufrido por Mas como una victoria y dieron por abortado el plan soberanista de Cataluña. “En mi vida política jamás he visto una operación política tan ruinosa como la de Mas”, dijo Mariano Rajoy a puerta cerrada ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP, que se reunió en la sede central de la calle Génova de Madrid. “La operación CiU queda ahí para los estudiosos; faltó responsabilidad y prudencia”, remarcó el jefe del Ejecutivo el día después de los comicios catalanes, según trascendió a la prensa española. La realidad, sin embargo, es bastante más compleja, puesto que si bien Rajoy puede contar con que Mas quedó debilitado, el frente soberanista es ahora algo más amplio y, lo que es más importante, queda condicionado por ERC.

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