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El mundo|Jueves, 6 de diciembre de 2012
La capital que se convirtió en símbolo de la arquitectura moderna

Brasilia, una ciudad a vuelo de pájaro

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La majestuosa catedral de Brasilia, uno de los edificios emblemáticos.

La ciudad de Brasilia, con su formato de pájaro en vuelo, es el símbolo del antiguo sueño brasileño de unión e integración nacional y un monumento que el arquitecto Oscar Niemeyer ayudó a definir y diseñar con líneas sinuosas y cemento armado.

Obra conjunta del urbanista Lúcio Costa, el paisajista Roberto Burle Marx y Niemeyer, la nueva capital brasileña nació ya innovadora, diferente de todas las otras ciudades del país, pero fueron los edificios futuristas del arquitecto nacido en 1907 que la tornaron instantáneamente famosa. Los edificios que dotaron a Brasilia de su prestigio fueron surgiendo de a poco, pero el modernista predio del Congreso, con sus semiesferas invertidas y avenidas pasando por el techo, así como la monumental catedral, se convirtieron de inmediato en iconos del país.

El Palacio de Planalto (originalmente llamado Palacio de los Despachos), sede de la Presidencia, fue uno de los primeros en ser finalizados, con sus arcadas de mármol que parecen mantener el conjunto apenas apoyado sobre el piso.

Más tarde surgieron el Palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería, que parece flotar en un pequeño estanque, y más recientemente el Museo Nacional de la República, con su diseño que recuerda el planeta Saturno, ambos situados junto a la gigantesca avenida llamada Eje Monumental.

En todos ellos, con sus curvas que parecen desafiar la gravedad y sus estructuras de cemento, es característico el trazo de Niemeyer, dotando al conjunto de una enorme diversidad en medio de los amplios espacios vacíos.

Al llegar a Brasilia en 1961 y divisar los edificios diseñados por Niemeyer, el cosmonauta ruso Yuri Gagarin exclamó: “Tengo la sensación de estar desembarcando en un planeta diferente, no en la Tierra”.

Enclavada a más de 1000 metros sobre el nivel del mar y en el centro de un árido altiplano, Brasilia era una ilusión que habitó la imaginación nacional desde mediados del siglo XIX, cuando surgieron las primeras propuestas de llevar la capital lejos del litoral marítimo, al interior casi despoblado. El propio nombre, Brasilia, data de documentos oficiales de 1823, y la primera Constitución republicana de Brasil, de 1891, ya preveía la salida de la capital federal de Río de Janeiro para ser instalada en el centro del país. Finalmente, en 1955 el presidente Juscelino Kubitschek inició el proceso para la construcción de la nueva capital. El proyecto fue aprobado en 1956 y de inmediato comenzaron las obras, hasta que la nueva ciudad fue inaugurada el 21 de abril de 1960.

Diseñada para tener apenas 600.000 habitantes en el año 2000, Brasilia supera actualmente los 2,6 millones de habitantes, más las llamadas “ciudades satélites” situadas en su entorno. “Las profundas disparidades sociales que la nueva capital presenta me entristecen”, dijo Niemeyer en una entrevista realizada en 2010.

Con la muerte de Niemeyer, el trío fundamental responsable por Brasilia ya dejó de existir: Burle Marx falleció en 1994 y Costa en 1998. Ahora, Brasilia quedó huérfana.

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