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El mundo|Martes, 22 de enero de 2013
La derecha saldría fortalecida de los comicios

Las elecciones en Israel

Mientras que la izquierda y el centroizquierda no lograron unirse, la derecha y la ultraderecha conseguirán la mayoría en el Parlamento, según las encuestas que señalan a Netanyahu como ganador.

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El proceso de derechización del gobierno israelí podría acentuarse tras la votación de hoy.

Según las encuestas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, líder de la coalición derechista Likud-Beiteinu, es el favorito y obtendría hoy su tercer mandato en las elecciones generales. Aunque el Partido Laborista se situó segundo en intención de votos, las estadísticas anticiparon la mayoría en el Parlamento para el bloque conformado por la derecha y la ultraderecha frente a las formaciones moderadas, que no consiguieron unirse.

Según los sondeos publicados el viernes, el Likud de Netanyahu junto al otro gran partido de la derecha israelí y su aliado, Israel Beiteinu, del ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, obtendría de 32 a 35 escaños de un total de 120 en el Parlamento. Ese resultado le permitiría mantenerse como primera fuerza aunque con una seria merma respecto de los 42 diputados con que cuenta en la legislatura saliente. El principal beneficiario de esa erosión sería un nuevo partido ultranacionalista religioso, Hogar Judío, de Naftali Bennett, que se convertiría en la tercera fuerza política, con unos 15 escaños, frente a apenas tres que posee en la actualidad.

Las encuestas apuntaron que la segunda fuerza del Congreso puede ser el renovado Partido Laborista de la periodista Shelly Yachimovich, que obtendría 16 escaños. La candidata de uno de los partidos históricos de Israel afirmó que su propuesta esencial es volver a una mayor intervención estatal y una lucha sin cuartel contra el “capitalismo salvaje” del actual premier y los poderes económicos. Por eso, este movimiento focalizó su programa en aspectos sociales como la vivienda, la educación y la sanidad y dio por cerrada la crisis provocada tras la fuga de dirigentes al partido centrista Kadima. Sin embargo, fracasó en su intento de forjar una alianza de izquierda con posibilidades reales de hacer frente a Netanyahu. En el mismo arco político se sitúan Yesh Atid, con 10 a 13 bancas, y Hatnuá (Movimiento), de la ex ministra de Relaciones Exteriores y ex líder de Kadima, Tzipi Livni, con siete a ocho escaños. Liderado por Shaul Mofaz, Kadima será uno de los grandes perdedores y logrará, a la luz de los sondeos previos, apenas el mínimo necesario para entrar en la Asamblea legislativa.

Ante estos posibles resultados, los analistas prefiguran una coalición integrada por el Likud-Beitenu, Hogar Judío y otros partidos ultraortodoxos, sin excluir la adhesión de los centristas de Yesh Atid y del grupo de Livni. Esta unión sumaría de 75 a 80 diputados y sería quizá la más derechista de la historia del Estado de Israel.

Los comicios fueron convocados de modo anticipado por el propio primer ministro, luego de que su gobierno no logró el apoyo suficiente en el Congreso para sacar adelante el presupuesto del 2013 y la principal novedad de esta cita electoral es la coalición conformada por su partido con Israel Beiteinu, que fueron configurando una alianza monolítica después de que Netanyahu llegó, en 2009, al poder, con el apoyo de otros partidos de la ultraderecha. Netanyahu –que residió en Estados Unidos durante veinte años y, tras su regreso a Israel, colaboró en la creación del Jonathan Institute para la investigación sobre el terrorismo– tiene como líder de la principal lista la seguridad casi absoluta de obtener un tercer mandato. Y, en ese caso, éste sería un capítulo más de su larga trayectoria política signada, entre otras cuestiones, por su oposición a las negociaciones de paz llevadas a cabo entre 1993 y 1995 por el entonces primer ministro Isaac Rabin y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), de Yasser Arafat. Asimismo, su triunfo en las elecciones de mayo de 1996 supuso una inmediata detención de todo el proceso de negociación y de paz comenzado en 1993.

Consciente del peso de los asuntos relacionados con la seguridad en el imaginario israelí, Bibi, según se lo apoda, hizo de la amenaza nuclear iraní su principal obsesión y el centro de casi todos sus discursos electorales. “Estoy motivado por la misión de asegurar la existencia del Estado de Israel”, repitió a menudo como un mantra de su ideario político. Si bien, a diferencia de varios de sus predecesores, no tuvo que afrontar ninguna guerra en sus siete años de gobierno, fue quien ordenó la operación Pilar Defensivo en noviembre de 2012 contra la Franja de Gaza, hecho que muchos consideran un ensayo de un posible ataque a Irán.

En la víspera electoral, Israel no estableció una jornada de reflexión, aunque la Comisión Central Electoral prohibió ayer a los canales de televisión la difusión de dos actos institucionales que estimó publicitarios (uno de ellos fue una conferencia del premier).

En este contexto, unos 5,6 millones de israelíes están llamados a votar en diez mil colegios electorales, en unos comicios proporcionales con circunscripción única.

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