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El mundo|Miércoles, 20 de marzo de 2013
Más de sesenta muertos ayer a una década del inicio de la guerra de Irak

Diez años de violencia e inestabilidad

Los ataques, condenados por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, fueron cometidos en diferentes lugares entre las 8 y las 10 de la mañana. En total, diecisiete coches bomba y dos artefactos estallaron en distintos barrios de Bagdad.

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Los restos de uno de los diecisiete coches bomba que explotaron ayer en Bagdad.

Una serie de atentados con bombas dejó ayer al menos 65 muertos y unos 200 heridos en Irak en vísperas del décimo aniversario de la invasión estadounidense, en un reflejo de la inestabilidad y la violencia que aún jaquean al país a más de un año de la retirada militar norteamericana, el 18 de diciembre de 2011.

Los ataques, condenados por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, fueron cometidos en diferentes lugares entre las 8 y las 10 de la mañana. En total, 17 coches bomba y dos artefactos estallaron en distintos barrios bagdadíes como Kazamiya, Ciudad Sadr, Nuevo Bagdad, Huseiniya, Otaifiya y Zafaraniya. Pese a que nadie reivindicó la violencia de ayer en Irak, el modus operandi de los atentados es idéntico al utilizado por el brazo local de la red islamista Al Qaida en otras acciones previas en contra del gobierno de Nouri Al Maliki dominado por chiítas, incluidos ataques ocurridos la semana pasada. Según el diario británico The Independent, “el resurgimiento de Al Qaida se explica por varios factores, entre ellos una frontera más abierta con Siria, donde los rebeldes sirios que simpatizaron con la comunidad suní en Irak han tomado el poder en el este del país. El desglose de las relaciones entre árabes y kurdos y la alienación cada vez más de los sunnitas ha creado un clima de hostilidad en el que florece Al Qaida”.

Los ataques llegaron en vísperas del décimo aniversario del día en que el ex presidente estadounidense George W. Bush anunció el inicio de hostilidades contra Irak, con el argumento, hoy muy desacreditado, de que el gobierno iraquí del mandatario Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva que jamás aparecieron. La invasión, que no contó con el aval legal de la ONU, comenzó en la madrugada del 20 de marzo de 2003, y aunque para abril ya había logrado derrocar a Saddam, generó luego la aparición de una insurgencia y desató la violencia entre sunnitas y chiítas de Irak, dejando 112.000 civiles iraquíes y 4500 soldados estadounidenses muertos.

Por eso, todavía es materia de discusión y polémica si la invasión hizo de Irak un país más estable y democrático. Muchos argumentan que Irak es más libre que durante la era de Saddam, pero otros notan que el gobierno chiíta que tomó las riendas del país es más aliado de Irán que de Estados Unidos y tan opresor con la minoría sunnita como lo era el gobierno sunnita de Hussein respecto de los mayoritarios chiítas y los kurdos. A la ansiada estabilidad tampoco ayudan mucho las recurrentes crisis políticas en el país y la corrupción, mientras los ciudadanos sufren la ausencia de servicios básicos. El gobierno de unidad nacional, encabezado por el chiíta Nuri al Maliki, tiene actualmente poco de unidad tras el anuncio de boicot de sus reuniones de ocho de sus ministros pertenecientes a la coalición opositora Al Iraqiya, integrada por sunnitas y chiítas. La decisión de boicotear es en solidaridad con una ola de protestas iniciada el año pasado en provincias de mayoría sunnita como Al Anbar, Nínive y Salahedín. Los sunnitas se quejan de la discriminación a la que dicen son sometidos por parte del Ejecutivo de Al Maliki, después de haber gozado de privilegios durante la época de Saddam. Por otro lado, no parece que la tensión política vaya a resolverse porque, por motivos de seguridad, la fecha de celebración de las elecciones a los Consejos Provinciales del próximo 20 de abril fue retrasada ayer por el gobierno de Bagdad en Al Anbar (oeste) y Nínive (norte) por un período máximo de seis meses.

Al nivel de las relaciones internacionales, la intervención en Irak produjo también una importante fractura en las relaciones transatlánticas y dentro de la propia Unión Europea (UE), varias de cuyas capitales sufrieron atentados islamistas en los años subsiguientes, como los de Madrid del 11 de marzo de 2004 –los peores de la historia española, con 191 personas muertas y 1900 heridas–. Además, el entonces presidente estadounidense George W. Bush necesitó recurrir a una coalición de voluntarios (Reino Unido, España, Italia, Polonia y países del Este del continente) al margen del Consejo de Seguridad de la ONU para llevar a cabo su guerra contra Irak, luego de que Francia y Alemania, importantes miembros del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), no secundaron la aventura bélica. La actitud de París y Berlín, que privilegiaron dar más oportunidades a los inspectores de armas enviados a Irak bajo la resolución 1441 de la ONU, fue considerada como una afrenta por Washington. También podemos referirnos al costo de la guerra de un billón de dólares que no arruinó la economía de los EE.UU. Sin embargo, al conmemorar este aniversario, el presidente de EE.UU., Barack Obama, rindió ayer homenaje a los estadounidenses que sirvieron en la guerra de Irak. “Saludamos el coraje y la determinación” de los más de 1,5 millón de militares y civiles estadounidenses que escribieron en Irak uno de los capítulos más extraordinarios de servicio”, destacó Obama en un mensaje difundido por la Casa Blanca. Por su parte, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Garney, declaró, en su rueda de prensa diaria, que “la situación en Irak sigue siendo un desafío. Pero hay un gobierno electo y una economía en crecimiento”.

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