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El mundo|Lunes, 1 de abril de 2013
En su mensaje de domingo de Pascua, le reclamó a Cristo resucitado que “cambie el odio en amor y la guerra en paz”

El papa Francisco pidió por la paz en el mundo

En momentos de tensión entre las Coreas, el pontífice deseó que “se superen las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación”. Además, se refirió al conflicto entre israelíes y palestinos y al pueblo sirio.

Por Elena Llorente
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Francisco paseó entre la gente y luego subió al balcón central de la basílica de San Pedro desde donde leyó su mensaje.

Desde Roma

Con la bendición urbi et orbi –a la ciudad y al mundo– y el mensaje pascual en el que pidió a Cristo resucitado, “que cambie el odio en amor, la venganza en perdón, la guerra en paz” en el mundo entero, el papa Francisco culminó el domingo de Pascua con las celebraciones de la Semana Santa, la primera de su pontificado apenas comenzado. Pero todavía le falta un acto para estar completamente instalado en Roma: deberá hacerse cargo oficialmente de la basílica de San Juan de Letrán, el 7 de abril, para ser oficialmente el obispo de Roma, cargo que corresponde a todos los papas.

En una Plaza San Pedro repleta de fieles –cerca de 250.000 según la sala de prensa vaticana– y decorada con 40.000 flores de distintos tipos y colores traídas de Holanda, el Papa celebró la misa en el altar colocado en las escaleras de la Basílica. Y al concluir, saludó uno por uno a todos los cardenales presentes en la misa, detalle no común en otros papados, y en el papamóvil, paseó entre la gente antes de subir al balcón central de la basílica de San Pedro desde donde leyó su mensaje e impartió la bendición.

El mensaje pascual lo dedicó enteramente a la paz, pidiendo “paz para Medio Oriente, en particular entre israelíes y palestinos, que tienen dificultades para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad”, pero también “paz para Irak, y que cese definitivamente toda violencia, y, sobre todo, para la amada Siria, para su población afectada por el conflicto, y los tantos refugiados que están esperando ayuda y consuelo”. Y se preguntó “¿cuánto dolor se ha de causar todavía, antes de que se consiga encontrar una solución política a la crisis?”

Pero Francisco no se olvidó de los “conflictos sangrientos” de Africa, en particular Mali, Nigeria, el Este de la República Democrática del Congo y la república centroafricana. También pidió paz en Asia, sobre todo en la península coreana, “para que se superen las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación”.Nada dijo específicamente sobre América latina pero una de las últimas frases del mensaje, de carácter general, pareció tener que ver con algunos problemas que aquejan a la región, como el tráfico de droga. “Paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, desgarrado por la violencia ligada al tráfico de drogas y la explotación inicua de los recursos naturales. Paz a esta Tierra nuestra. Que Jesús resucitado traiga consuelo a quienes son víctimas de calamidades naturales y nos haga custodios responsables de la creación”, concluyó, recordando otro mal, “la trata de personas” que “es la esclavitud más difundida en el siglo XXI”.

No faltaron, como en todas las ceremonias de las que ha participado Francisco, decenas de banderas argentinas pero también de Colombia, Paraguay, Líbano y muchos otros países. La gente ocupaba toda la plaza pero también la Via de la Conciliazione, que va desde el río Tíber hasta San Pedro. “Papa, te queremos mucho” decía un cartel en italiano. “¡Francisco, Francisco!”, gritaban otros. El pontífice argentino se detuvo a besar y abrazar a un niño de unos diez años con un evidente retardo mental y, más adelante, intercambió algunas palabras con un grupo de argentinos que le ofrecieron una camiseta del equipo San Lorenzo de Buenos Aires, del que el papa Bergoglio siempre ha sido hincha.

Ha sido una verdadera maratón para el Papa argentino que en diez días, desde que fue elegido la noche del 13 de marzo, tuvo que prepararse para afrontar la más importante semana de la cristiandad, que comenzó el 24 de marzo con el Domingo de Ramos. Y lo hizo de manera bastante diferente a como se había visto hacer al papa emérito en los últimos años, acortando y simplificando los ritos, e improvisando algunos comentarios al margen de los textos escritos, que le permitieron acercarse más a la gente. Y para el Viernes Santo, decidió lavar y besar los pies de 12 chicos y chicas detenidos en la cárcel de menores de Casal del Marmo, en Roma, aunque la ceremonia, por razones de seguridad, no fue televisada.

Y en medio no sólo fue a visitar a Benedicto XVI, que se encuentra alojado por ahora en Castelgandolfo, la residencia veraniega pontificia, a unos 30 kilómetros de Roma, sino que almorzó con grupos de argentinos, un día, y otro con sacerdotes que trabajan en el área social de la Iglesia, como Cáritas. Por su parte decidió no vestir los atavíos lujosos que hasta ahora se usaban en la Pascua ni el anillo del Pescador, de oro, sino uno de plata, siguió usando su cruz de metal y no la de oro pontificia y decidió seguir viviendo en el departamento que se le había asignado provisoriamente en la Casa Santa Marta, una residencia dentro del Vaticano, porque al departamento pontificio le estaban haciendo algunos arreglos, en cambio de mudarse cuando estuvo terminado al departamento que da sobre la Plaza San Pedro.

“Lo vemos como un padre”, dijo un hombre en la plaza mientras otros decían haber venido exclusivamente por el papa Francisco, por su simplicidad, por sus actitudes con la gente por las que se ha hecho querer inmediatamente. Alguna prensa extranjera dice incluso que el papa Francisco está “conquistando el mundo”.

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