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El mundo|Viernes, 27 de junio de 2003
“CARLOS” EVBNCUENTRA EN EL ISLAM SU NUEVA CAUSA REVOLUCIONARIA

Memorias de un terrorista orgulloso

El terrorista venezolano Illich Ramírez Sánchez, alias Carlos “El Chacal”, acaba de publicar desde la cárcel una apología del terrorismo islámico donde Marx y Lenin son reemplazados por Osama bin Laden.

Por Eduardo Febbro
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Carlos “El Chacal” en 1975, su época de gloria.
“El terrorismo es algo perfectamente lícito siempre y cuando se trate de aterrorizar al enemigo”. La frase, breve y cortante, es una de las tantas “joyas apológicas” que aparecen a vuelta de página en el extenso libro publicado en Francia, por quien fuera uno de los hombres más buscados del planeta, el terrorista venezolano Illich Ramírez Sánchez, alias Carlos. El título, “El Islam Revolucionario”, da el tono de una “obra” que abunda en elogios a los personajes más cruentos, a los países que la administración Bush puso en el círculo del “eje de mal” y al Islam, auténtica fuerza “liberadora” en la pluma del autor. A sus 55 años, Carlos, que se define aún como un “revolucionario profesional”, parece haber cambiado de fusil. Antaño militante de la causa marxista-leninista, hoy manifiesta toda su admiración al Islam y, sobre todo, a su versión más violenta.
Jean Michel Vermochet, el periodista que “ordenó” los escritos de Carlos, reconoce que el libro es una auténtica “defensa e ilustración del terrorismo”. La abogada y esposa de Carlos –se casaron en 2001 según la sharia, la ley islámica–, la doctora Isabelle Coutant-Peyre Vermochet, piensa por el contrario que se trata “de una reflexión teórica, de textos políticos. Carlos escribió mucho desde 1994 y lo mejor es que todo eso sirva para algo”. Carlos ve en el Islam la respuesta a todos los desarreglos del mundo, la panacea para corregir los errores “y la decadencia moral y espiritual de las democracias”. Ante ese “mal”, la única solución que ve el terrorista es el “Islam revolucionario” porque “ataca las clases dominantes con la única meta de llegar a un reparto más equitativo de las riquezas”. En ese proyecto revolucionario, Osama Bin Laden es un santo. Según anota el autor, “el jeque Osama bin Laden, debido a su inmenso carisma, es un caso único en la historia reciente”, “el héroe de todos los oprimidos”, entregado a “un combate magnífico” y cuyos “partidarios dan un luminoso ejemplo”. En este primer libro escrito por quien supo ser el enemigo público número uno, Carlos describe a países como Siria, Corea del Norte e Irán como “los últimos focos de resistencia, las últimas islas de soberanía” que le hacen frente al “agresor” norteamericano cuyo sistema sólo “se mantiene de pie gracias a los muros y a los miradores como los de Guantánamo”.
Illich Ramírez Sánchez ve en el Islam una fuerza político-místicareligiosa. “El Islam –escribe–, gracias a su fuerza revolucionaria, tal vez puede ser hoy la única fuerza transnacional capaz de oponerse a la servidumbre de las naciones”. En ese contexto, los atentados del 11 de septiembre son vistos tanto bajo la lupa de los honores como bajo la de las dudas. Carlos afirma que “ese gran hecho” encierra “una profunda ambigüedad” porque el 11 de septiembre fue finalmente “puesto al servicio del expansionismo norteamericano y sus objetivos militares”. Carlos se muestra convencido de que la “política imperialista” de Estados Unidos está en desarrollo permanente y que su meta es borrar del mapa todo cuando se opone a ese proyecto. “Los Estados islámicos independientes que pretenden conservar el control de sus países y filtrar las influencias o las injerencias extranjeras, aquellos que quieren libremente aplicar la sharia, esos Estados deben desaparecer porque el Islam es un freno, hasta un obstáculo al libre ejercicio de las leyes del mercado”. En suma, ante el “expansionismo norteamericano” y el liberalismo, el Islam aparece presentado como la “última” y única muralla de contención. El arma con que se defiende y ataca ese eje opositor es según Carlos el terrorismo. Este, alega, “en adelante formará parte del paisaje casi cotidiano de vuestras democracias en putrefacción”. Nada cuenta Carlos en este libro sobre los atentados que él mismo cometió. A este respecto promete una “explicación completa” cuando se publiquen sus memorias, es decir, 20 años después de su muerte. La publicación del libro y las condiciones en que llegó a su editor ya han provocado una polémica en Francia. Entregado cobardemente a Francia en 1994 por sus últimos protectores, Sudán, Carlos fue condenado a cadena perpetua en 1994 por haber asesinado a dos policías franceses y un informante libanés. Aún le esperan otros juicios por un par de crímenes más. El problema está en que en la cárcel de alta seguridad donde se encuentra recluido Carlos sólo está autorizada “sin censura” la correspondencia entre los abogados y las autoridades administrativas y judiciales. El resto pasa por un control que, visiblemente, “El Islam Revolucionario” supo pasar por alto.

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