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El mundo|Miércoles, 10 de julio de 2013
El nombramiento del economista Hazem Beblawy esta vez fue aceptado por el movimiento salafista

Un liberal asume como premier de Egipto

Las autoridades de facto nombraron también al opositor Mohamed El Baradei como vicepresidente y presentaron un cronograma para enmendar la Constitución y elegir Parlamento y presidente el año próximo.

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El nombramiento de Hazem Beblawy y el anuncio del cronograma apuntan a querer salir del caos.

Las autoridades de facto de Egipto nombraron ayer a un premier interino, lograron 8000 millones de dólares de ayuda de países árabes y el apoyo inicial de Estados Unidos a su plan de transición política, tomando un poco de aire un día después de la jornada más cruenta desde el golpe de Estado de la semana pasada. El anuncio de la designación del economista liberal Hazem Beblawy como primer ministro y del líder político y Premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei como vicepresidente llegó horas después de que las autoridades interinas presentaran un cronograma para enmendar la Constitución y elegir Parlamento y presidente el año próximo.

El calendario demuestra la voluntad del ejército de seguir adelante con sus planes pese a la persistente resistencia callejera de los islamistas Hermanos Musulmanes, que exigen que se reinstale en su puesto al presidente Mohamed Mursi, dirigente de ese movimiento derrocado por los militares el 3 de julio. El cronograma se conoció el lunes a la noche, horas después de que el ejército abriera fuego en El Cairo contra una multitud de personas que protestaba contra el golpe y matara a 51 manifestantes islamistas, desatando una ola mundial de condenas que puso a los golpistas, que buscan el reconocimiento internacional, bajo intensa presión.

Beblawy, de 76 años, fue ministro de Finanzas en uno de los gabinetes formados después de la revuelta que derrocó al ex presidente Hosni Mubarak, en marzo de 2011, cuando el ejército tomó el mando de la transición política. Pero renunció en octubre de 2011 por su desacuerdo con la actuación del ejército en la masacre de 26 manifestantes coptos (cristianos egipcios) en enfrentamientos con los militares. Beblawy es uno de los dirigentes fundadores del Partido Socialdemócrata, que nació tras la revolución contra Mubarak. El partido de Beblawy es una de las facciones laicas del Frente de Salvación Nacional, movimiento que agrupa a fuerzas opositoras y que motorizó las masivas protestas para exigir la renuncia de Mursi que precedieron a su destitución por las fuerzas armadas.

En el caso de El Baradei, que ahora fue designado vicepresidente interino a cargo de las Relaciones Exteriores, ya había sido el primer candidato para encabezar el nuevo gobierno de transición y su designación llegó inclusive a ser anunciada, pero el rechazo del mayor partido salafista, Al Nur, frenó su nombramiento. En un hecho importante, el nombramiento de Beblawy sí fue aceptado ayer por Al Nur, que fue aliado de Mursi y los Hermanos Musulmanes, pero que apoyó el golpe de Estado de la semana pasada.

El nombramiento de un premier y el anuncio del plan de transición también buscan responder positivamente a llamados de Estados Unidos y otras naciones a un rápido retorno a la democracia. La Casa Blanca se declaró alentada por el plan para la transición en Egipto anunciado por el presidente interino Adly Mansour, pero siguió sin aclarar si considera un golpe de Estado el derrocamiento de Mursi, lo que obligaría a Washington a suspender su ayuda de 1500 millones de dólares anuales a Egipto. “Estamos cautelosamente alentados” por la declaración de Mansour, dijo el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney. El portavoz reiteró el llamado a todos los egipcios a evitar la violencia y protestar pacíficamente.

En otro espaldarazo vital para las autoridades de facto, Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos (EAU) anunciaron ayer ayudas por 8000 millones de dólares al gobierno interino egipcio. La ayuda de EAU, una donación de 1000 millones y un préstamo sin intereses de 2000 millones, fue anunciada tras una reunión en El Cairo entre Mansour y el consejero de seguridad nacional emiratí, Huzaa Bin Zaid al Nahyan. Arabia Saudita, paralelamente, aprobó un paquete de ayuda para El Cairo de 2000 millones depositados en su Banco Central, 2000 millones en productos energéticos y 1000 millones en efectivo, informó ayer el ministro de Finanzas saudita, Ibrahim Alassaf.

Los acontecimientos llevan bastante alivio a un ejército que había quedado en el ojo del huracán tras la matanza del lunes, de los 51 seguidores de Mursi frente al edificio de la Guardia Republicana, donde se cree que estuvo o está preso Mursi.

En medio de una verdadera guerra mediática donde las acusaciones cruzadas están a la orden del día, los seguidores de Mursi convocaron para ayer a nuevas manifestaciones, pero bien entrada la noche no había habido grandes protestas ni hechos de violencia. Los Hermanos Musulmanes hicieron conocer también ayer su rechazo al calendario electoral propuesto por Mansour. La brutalidad vivida durante toda la jornada del lunes, la cantidad de muertos y heridos, más de 400, la inmensa mayoría islamistas que cayeron bajo el fuego de los militares egipcios, tuvo una tregua en la madrugada, aunque la bronca y la indignación continuaron flotando en el ambiente durante todo el día. Fue así que no sorprendió que desde esos sectores convocaran ayer a ganar nuevamente las calles en la cairota plaza Rabaa al Adaweya y en Nasr City, donde se perpetró la masacre de la víspera.

Aunque la gente nunca dejó las calles, no sólo por el campamento con más de medio millar de improvisadas tiendas, sino también porque en los alrededores de la mezquita de Rabaa al Adaweya continuaron los funerales de muchas de las víctimas del lunes. Así, bajo un sol calcinante y con 36 grados de temperatura, se mostraban féretros, algunos de ellos sin la tapa y otros envueltos en la bandera egipcia, pasándolos entre los brazos alzados y al grito de “venganza, venganza”.

En respuesta a la convocatoria de los islamistas, unos 4000 partidarios del golpe se concentraron ayer en la plaza Tahrir, epicentro de las revueltas contra Mursi y Mubarak, para respaldar pacíficamente el plan de transición anunciado el lunes a la noche y contrarrestar posibles protestas de los Hermanos Musulmanes. La televisión estatal, antes utilizada a placer por el gobierno de Mursi, es el medio elegido para replicar la desacreditada versión del ejército de que los soldados dispararon ayer para evitar un ataque de “terroristas” contra la Guardia Republicana. Allí sólo pueden verse imágenes asépticas brindadas por el ejército, en las que se ve gente caminando en el lugar donde tuvo lugar la represión como si nada hubiese pasado, así como de militares heridos, pero casi ningún islamista y mucho menos muertos de los seguidores de Mursi.

Desde el otro lado, al quitársele los medios estatales y perseguir fuertemente a los que están contra el golpe de Estado, el espacio propagandístico quedó reducido a las redes sociales, aunque el poder de inserción que tienen no es menor, como quedó demostrado desde la revuelta contra Mubarak. Así, el único medio equilibrado que por estos días parece haber quedado en Egipto es el diario AlWatan, que publica información de ambos sectores y no dudó en denunciar que Estados Unidos estuvo detrás del golpe de Estado.

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