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El mundo|Viernes, 12 de julio de 2013
DECENAS DE RUTAS Y ACCESOS A PUERTOS FUERON BLOQUEADOS Y EL TRANSPORTE PUBLICO SUFRIO PARALIZACIONES

Un día de paro y piquetes en Brasil

La Central Unica de Trabajadores reclama mejoras laborales, pero defiende la reforma política que quiere impulsar Dilma; en cambio, la organización obrera Fuerza Sindical es crítica del gobierno y retoma reivindicaciones de las marchas.

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La jornada de protesta tuvo bloqueos de rutas y paralizó el transporte en algunas ciudades.

Decenas de rutas y accesos a puertos en Brasil fueron bloqueados ayer y el transporte público sufrió paralizaciones en una jornada de protestas convocada por los sindicatos, las primeras desde las históricas manifestaciones de junio. Las cinco principales centrales sindicales de Brasil reclaman la reducción de la jornada laboral de 44 a 40 horas semanales y retoman varias de las reivindicaciones de las masivas manifestaciones apartidarias y sin filiación sindical del mes pasado, como un transporte público de calidad y más inversiones en salud y educación.

“Esta es la primera vez en la historia de Brasil que nos manifestamos juntos”, manifestó Paulo Pereira da Silva, presidente de Fuerza Sindical, organización obrera crítica del gobierno.

El “Día Nacional de Lucha”, tal como fue nombrado, impulsó a obreros metalúrgicos, empleados de transporte y del sector de alimentación, bancarios, comerciantes y funcionarios públicos, entre otros sectores, a movilizarse. Unas 40 rutas de 14 estados del país fueron bloqueadas. Los manifestantes, en su mayoría portando banderas de sindicatos y partidos políticos de izquierda, obstaculizaron, desde el comienzo del día, once carreteras en cinco estados, incluyendo la Vía Dutra, la autopista más importante del país, que une Río de Janeiro con San Pablo.

En esta última, la mayor ciudad del país, con 20 millones de habitantes en su área metropolitana, los sindicatos de transporte cerraron el paso de las terminales de micros. Los trenes y el subte operaron con normalidad. El tráfico fue cortado en toda la avenida Paulista, una de las principales de la ciudad, donde protestaron al menos 4 mil personas, según la policía. También fue interrumpido el camino que comunica San Pablo con las ciudades del interior paulista y la vía que da acceso al puerto de Santos, la mayor terminal marítima de América latina.

“Queremos que haya una mejoría en el país. En este momento hay crisis en la salud y la educación”, dijo Rosely Paschetti, funcionaria municipal de 49 años, agitando un cartel donde pedía más impuestos para los ricos y menos para los pobres. Rubia Godoy, dirigente del sindicato de costureras de San Pablo, señaló que China está acabando con el empleo en ese rubro. “Estamos en una situación muy precaria, queremos mejores salarios, pero la industria no tiene cómo competir con China”, lamentó.

Las reivindicaciones de las centrales sindicales de Brasil ya están en la agenda del gobierno, indicó el ministro de Trabajo, Manoel Dias. “Las manifestaciones buscan reforzar su pauta de reivindicaciones, pauta que ya estamos tratando en la mesa de negociaciones en la que nosotros, el gobierno y las centrales nos estamos sentando, discutiendo y avanzando, y seguramente en muchas de ellas tendremos éxito”, dijo el funcionario.

“Tenemos varias acciones que se están desarrollando, la más reciente es la ley que va a regular el servicio tercerizado, que es un gran problema nacional. Conseguimos, a través de una comisión cuatripartita entre el Parlamento, trabajadores, patrones y gobierno, establecer una pauta de reuniones que avanza y vamos a encontrar una solución conciliatoria”, agregó el titular de la cartera de Trabajo.

Para Dias, la reducción de la jornada laboral o la mejora de los beneficios para los jubilados son reivindicaciones históricas que tienen que ser muy bien negociadas. “La presión es válida, la presión es legítima, la presencia del pueblo en la calle beneficia la democracia”, aseguró el ministro. Por su parte, el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, señaló al sitio web G1: “El gobierno, aunque reconozca el derecho a manifestarse, no puede concordar con el cierre de rutas y pedirá a la policía federal el desbloqueo de las carreteras mediante el diálogo y vías legales”.

Mientras tanto, los estibadores del puerto de Santos (estado de San Pablo), el mayor de Latinoamérica, paralizaron por segundo día sus actividades. Rutas de acceso al puerto y al parque industrial de Cubatao también fueron bloqueadas. En otras ciudades como Salvador de Bahía, Porto Alegre, Curitiba, Florianópolis, Belo Horizonte y Manaos, el transporte público fue paralizado. Varias escuelas cerraron sus puertas y algunos hospitales del país sólo atendieron urgencias.

Los accesos al complejo industrial y portuario de Suape, en Pernambuco (nordeste), donde trabajan 75 mil personas, también fueron obstaculizados. En Río de Janeiro, los colectivos y el subte funcionaron normalmente a pedido de los sindicatos, que convocaron a una protesta por la tarde. Varios bancos y comercios de Río cerraron sus puertas por temor a saqueos y destrozos como los ocurridos en junio, al final de las masivas manifestaciones en reclamo de mejores servicios públicos, contra la corrupción de la clase política y los millonarios gastos del Mundial 2014. Aunque lograron consensuar finalmente la convocatoria a movilizarse ayer, las centrales sindicales llegaron divididas a las protestas. La Central Unica de Trabajadores, fundada en los ’80 por el ex presidente Lula da Silva, reclama mejoras laborales, pero defiende la reforma política que la presidenta Dilma Rousseff quiere impulsar, a través de un plebiscito, en respuesta a las protestas de junio.

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