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El mundo|Martes, 3 de septiembre de 2013
El mandatario recibió el respaldo del senador republicanO McCain para un ataque militar contra el régimen sirio

Obama busca apoyos y Al Assad prevé el caos

El gobernante sirio señaló que podría haber una guerra regional si Washington y París intervienen en su país bajo el argumento de que usó armas químicas. Los funcionarios norteamericanos Kerry y Hagel se enfrentan hoy a un fuerte interrogatorio en el Congreso.

Por David Usborne y John Lichfield *
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El senador McCain (izq.) dijo que sería “catastrófico” que el Congreso no aprobara la acción militar que solicitó Obama.

En medio de señales en Wa-shington de profunda ansiedad por las consecuencias no buscadas y por el imprevisible resultado, el llamado del presidente Barack Obama al Congreso para que apoye los ataques contra Siria pasarán su primera gran prueba hoy cuando el secretario de Estado, John Kerry, y el secretario de Defensa, Chuch Hagel, se enfrenten a un fuerte interrogatorio en el Capitolio. Mientras, los asesores se pelean detrás de la escena para reescribir una primera versión de una ley que autorice la acción militar, que hasta ahora recibió poco respaldo de los cada vez más escépticos miembros del Congreso,

Obama buscó apoyo en conversaciones en la Casa Blanca con John McCain y Lindsay Graham, dos senadores republicanos claves. McCain dijo que sería “catastrófico” que el Congreso no aprobara una acción militar contra el régimen sirio, porque ello “socavaría la credibilidad de Estados Unidos y de su presidente”. Se espera que no se vote una nueva resolución hasta la semana que viene cuando la totalidad de los legisladores regrese del receso de verano. Pero el Capitolio ya está rebosante de actividad mientras los políticos reciben repetidas instrucciones sobre la solicitud del mandatario. Hasta ahora, las reacciones han ido de un apoyo cauto a una resistencia abierta con la esperanza de que obtenga menos respaldo en la Cámara de Representantes que en el Senado controlado por los demócratas.

Sobrevolando todo Washington todavía está el shock del voto parlamentario del jueves en Gran Bretaña, que paralizó a David Cameron. Lo mismo en Londres que en Estados Unidos están presentes los recuerdos de 2003 cuando la administración Bush llevó a Estados Unidos a la guerra de Irak en base a lo que resultó ser un serio error de inteligencia. Los principales defensores de la administración son Kerry y Hagel, que deben exponer su mejor argumento ante una sesión de emergencia abierta esta tarde en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Sus miembros incluyen a McCain así como a Ran Paul, el abanderado del Tea Party y del Libertarian, quien está firmemente en contra de la intervención militar.

El borrador del proyecto de ley que circuló por primera vez el domingo provocó críticas de muchos miembros por prometer sólo una acción limitada contra Siria. Kerry se ha enfocado hasta ahora en lo que él ha dicho es la prueba de la responsabilidad del régimen por gasear a su propio pueblo hace 10 días, matando a por lo menos 1400 civiles. Francia hizo lo mismo ayer, publicando sus documentos de inteligencia que probarían que Bashar al Assad usó armas químicas en un suburbio de Damasco.

El final del juego involucra a muchos miembros del Congreso. ¿La acción militar realmente va a mejorar la situación del pueblo sirio y cómo asegurarse que esto no escala hacia algo mucho más pernicioso y mucho más sangriento dentro de la región?, preguntaba Chris Murphy, un senador demócrata de Connecticut. Hay poca comprensión para lo que está en juego para Obama. El rechazo del Congreso debilitaría significativamente su autoridad interna e internacionalmente. Desde el Acta de los Poderes de Guerra de 1973, ningún presidente fue rechazado cuando buscó autorización para usar el ejército de Estados Unidos en el exterior, aun si no lo hubieran pedido.

Una ley aprobada en 2002 le dio luz verde a George W. Bush para la guerra de Irak. Hoy más tarde, Obama dejará Washington para un viaje al exterior para tener conversaciones bilaterales en Estocolmo y luego la cumbre de dos días del G-20 en San Petersburgo. Hubo señales de que Rusia aprovecharía la ocasión para aumentar la inquietud de Obama, anunciando planes para despachar una delegación de sus parlamentarios rusos a Washington para hacer lobby con miembros del Congreso para rechazar la autorización de acción militar.

Mientras tanto, en una entrevista con el diario francés Le Figaro, el presidente sirio Bashar Al Assad dijo: “Medio Oriente es un barril de pólvora y hoy las llamas nos pasan cerca. No es sólo una cuestión de respuesta siria, sino lo que puede pasar después del primer ataque aéreo de Occidente. Todos perderán control de la situación cuando explote el barril de pólvora. Proliferarán el caos y el extremismo. Es real que puede ser una guerra regional”. Al Assad negó que su régimen fuera responsable del ataque con gas venenoso en Damasco el 21 de agosto. El gobernante sirio se negó a confirmar o negar que sus fuerzas tuvieran un arsenal de armas químicas. Si tuviera tales armas –dijo– hubiera sido “ilógico” usarlas en un área donde nuestras fuerzas estaban también presentes”.

Los diarios franceses dijeron ayer que el presidente François Hollande había quedado “atrapado” por la decisión del presidente Obama, el sábado, de pedir la aprobación del Congreso para atacar a Siria. Como único socio declarado de Estados Unidos, el presidente francés se encuentra ahora teniendo que esperar la decisión del Capitolio mientras se niega a permitir que el parlamento francés vote sobre el rol de Francia. El debate de mañana en París no llevará a un voto, porque la Constitución francesa le da al presidente la prerrogativa de decidir sobre acciones militares de menos de cuatro meses.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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