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El mundo|Martes, 17 de septiembre de 2013
AMERICAN PSYCHO > Un ataque en un centro naval dejó al menos trece víctimas fatales en el corazón político de Estados Unidos

Tiros, muertes y pánico en Washington

Las autoridades desconocían los motivos del tiroteo en la instalación de la Marina e identificaron al atacante como Aaron Alexis, un veterano de esa fuerza. Obama calificó el hecho de “acto cobarde” y abrió una investigación.

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La policía que abatió a Alexis buscaba a otro potencial tirador, un hombre afroamericano de entre 40 y 50 años.

Tras cumplirse un nuevo aniversario del 11-S y en medio del debate sobre la tenencia de armas, un tiroteo dejó al menos trece muertos ayer en el corazón político de Estados Unidos. El ataque se produjo en una instalación de la Marina estadounidense en Wa-shington y entre las víctimas se encuentra un hombre sospechoso de haber iniciado los disparos. El hecho tuvo lugar en uno de los edificios del cuartel de la Comandancia de Sistemas Navales de la Marina, en el sudeste de la capital estadounidense, a las 8.20 (9.20 de Argentina), y desató un vasto despliegue de seguridad en la zona así como llamados a los residentes del área a permanecer encerrados en sus casas. El FBI identificó al atacante como Aaron Alexis, de 34 años, oriundo de Queens, Nueva York, pero con domicilio en Forth Worth, Texas. La policía buscaba a otro potencial tirador, un hombre afroamericano de entre 40 y 50 años, con patillas canosas y que vestía un uniforme tipo militar color verde oliva, según algunos testimonios. Más tarde, el FBI difundió dos fotos del rostro de Alexis, un joven afroamericano de ojos marrones que en las imágenes aparece con la cabeza totalmente rasurada. El presidente estadounidense, Barack Obama, calificó el hecho como un tiroteo masivo y afirmó que sería investigado a fondo. “Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para asegurarnos de que quien llevó adelante este acto cobarde sea castigado”, dijo el mandatario, quien decretó cuatro días de duelo.

En conferencia de prensa, el alcalde de Washington, Vincent Gray, dijo que al menos trece personas murieron en el tiroteo, entre ellos Alexis, y agregó que, con la información disponible, no hay motivos para pensar que lo sucedido pueda estar vinculado con un acto terrorista. Parada junto al alcalde, la jefa de la policía de Wa-shington, Cathy Lanier, dijo que se desconocían las causas o razones de lo ocurrido y agregó que la investigación quedó a cargo del FBI. La policía de Washington dijo que un oficial de policía y un oficial de la base naval resultaron heridos y Gray señaló que Alexis murió en un enfrentamiento con policías.

Alexis era un veterano de la Marina, donde estuvo alistado entre 2007 y 2011, tiempo durante el cual se graduó como oficial de electrónica de la aviación de tercera clase, según los datos oficiales proporcionados por la propia Marina. Durante su servicio militar, fue condecorado con la Medalla del Servicio de Defensa Nacional y la Medalla al Servicio en la Guerra Global contra el Terrorismo. Medios estadounidenses afirmaron que Alexis se desempeñaba tras su salida de las fuerzas armadas bien como contratista militar o empleado civil de la Marina, especulando que desde esa posición podría haber ingresado a primera hora de la mañana en el recinto militar donde perpetró el ataque. Entretanto, la policía de Seattle reveló que el agresor tenía antecedentes por un incidente registrado en 2004, cuando fue arrestado por disparar contra las ruedas de un auto que pertenecía a trabajadores de una construcción próxima a la casa donde residía en aquel entonces. Su padre confirmó que Alexis había participado en las tareas de rescate en las Torres Gemelas y que tras ello tuvo problemas de ira asociados con el síndrome de estrés postraumático.

Los testigos escucharon los primeros tres disparos en torno de las 8.20 de la mañana en un edificio cuyos empleados controlan el mantenimiento de los submarinos y los barcos de la Armada estadounidense. La policía de la capital llegó al lugar de los hechos siete minutos después de la primera llamada de emergencia. Al menos dieciséis personas fueron trasladadas por impactos de bala a diversos hospitales de Washington. La portavoz del MedStar Wa-shington Hospital, Janis Orlowski, confirmó que su centro había acogido a tres heridos en estado grave. Entre ellos, un policía con varios impactos en las piernas, una mujer con una herida en el hombro y otra mujer con heridas en la cabeza y en las manos.

“La alarma de incendios empezó a sonar y yo estaba al teléfono –contó uno de los primeros testigos en salir del complejo de la Armada–. Alguien vino y me dijo que no era una alarma y que habían disparado a alguien en el edificio. Mientras salíamos por la puerta de atrás lo vimos al fondo del pasillo y oímos disparos. Al doblar la esquina, empezó a dispararnos al menos dos o tres ráfagas.” Todd Brundidge, asistente ejecutivo del Comando, dijo que él y otros trabajadores se encontraron al tirador en un largo pasillo del tercer piso del edificio. El atacante estaba vestido todo de azul.

“Simplemente se dio vuelta y comenzó a disparar”, relató Brundidge. Terrie Durham, otra asistente ejecutiva, dijo que ella también vio al hombre disparar hacia ella y Brundidge. “El tirador apuntó alto y falló –explicó–. No dijo nada. En cuanto nos dimos cuenta de que estaba disparando, tratamos de salir del edificio.” Rick Mason, analista civil de programas en la Armada, dijo que el agresor estaba disparando desde una terraza del cuarto piso, apuntándoles a las personas en la cafetería del edificio, en el primer piso. Mason pudo escuchar los disparos, pero no vio al hombre.

El fuerte operativo que se de-sarrolló en los alrededores de las instalaciones para dar con los responsables incluyó un gran movimiento de helicópteros, patrulleros, bomberos y grupos de oficiales de distintas fuerzas circulando por las calles, que permanecían cerradas al público. El Pentágono anunció que se reforzaría la seguridad en todas las instalaciones militares del área metropolitana de la capital. La policía neoyorquina reaccionó al incidente anunciando que potenciaría la seguridad en la ciudad por temor a un ataque terrorista, al igual que hizo en los días que siguieron al atentado contra el maratón de Boston.

A Barack Obama la masacre lo sorprendió preparando su discurso económico sobre el quinto aniversario de la quiebra de Lehman Brothers. El presidente explicó que había seguido con preocupación los sucesos del complejo de la Armada y expresó su pésame a las familias de las víctimas.

“Es un tiroteo dirigido a nuestro personal civil y militar –dijo Obama–. Son patriotas que hacen su trabajo y que hoy han afrontado una violencia inimaginable, que no esperaban sufrir aquí, en casa. He dejado claro a mi equipo que quiero una investigación exhaustiva sobre lo que ha ocurrido, como lo hemos hecho con tantos otros tiroteos que han ocurrido”, agregó.

El gobierno de Washington DC anunció que por precaución fueron cerradas seis escuelas y un edificio administrativo. Por su parte, la policía local ordenó a las personas que se encontraban en las cercanías de la Comandancia de Sistemas Navales, que permanecieran refugiadas y sin salir a las calles. La residencia presidencial se encuentra a unos ocho kilómetros del lugar de los hechos. La Marina dijo que tres mil personas trabajan en las instalaciones, aunque no quedó claro cuántas había en el momento del tiroteo.

El Senado de Estados Unidos decidió detener su actividad debido al tiroteo, por lo que las votaciones que estaban previstas para ayer deberán ser postergadas, según informó el líder de la mayoría demócrata en esa cámara, Harry Reid. “Ellos (el personal militar y civil) son patriotas y saben de los peligros de servir en el extranjero, pero hoy se enfrentaron a la i-nimaginable violencia que no habrían esperado acá en casa”, manifestó el propio Obama.

“Sabemos que numerosas personas resultaron heridas y algunas han muerto”, expresó Obama desde la Casa Blanca sin dar más detalles, ya que afirmó que no se conocían aún todos los hechos. Lo ocurrido en Washington adquirió un carácter simbólico relevante, ya que la residencia presidencial se encuentra a apenas a ocho kilómetros del lugar del ataque.

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