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El mundo|Miércoles, 2 de octubre de 2013
Casi un millón de licencias obligatorias por el apriete legislativo

EE.UU. cerrado por falta de presupuesto

Los republicanos buscan forzar a Obama a detener la reforma del sistema de salud, que arrancó ayer, y dejaron sin ley de presupuesto al país. Museos cerrados, servicios discontinuados y miles de empleados que no cobrarán.

Por Rupert Cornwell *
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Washington abrió ayer a medias, con monumentos y museos cerrados por la ausencia de personal.

Y así, de manera absurda, vergonzosa y casi incomprensible, se llegó a esto. La Legislatura del país más rico y poderosa del planeta, al que le gusta presentarse como un modelo de democracia y sentido común, fracasó en la condición fundamental de votar los fondos para mantener al gobierno en funciones. Por supuesto, no todo se cerrará. El ejército no fue afectado y los que prestan servicios vitales, como los controladores de tránsito aéreo y los guardiacárceles, permanecerán en sus puestos de trabajo. El resto tendrá días libres, aunque no se sabe si se los pagarán algún día.

En muchas partes del país el impacto se sentirá menos, al menos para empezar. Pero para 800.000 trabajadores federales considerados menos esenciales vienen días o semanas de licencia sin sueldo. ¿Cómo se llegó a esto? El presupuesto federal anual que la Casa Blanca envía el Congreso no es más que una estrategia inicial. En el Congreso, el proceso arranca otra vez desde cero. Si el control del Congreso se divide en un empate, como ocurre ahora, no hay presupuesto que pase.

La última vez que un presupuesto se aprobó completamente y a tiempo fue en 1997. Hace tres años que no se aprueba un proyecto de ley de gastos generales. Lo que mantiene en funcionamiento al gobierno son las “resoluciones concurrentes”, votos parciales y provisionales que permiten pagar sueldos y gastos mientras que la Cámara de Representantes –controlada por los republicanos– y el Senado –de mayoría demócrata– discuten sin ponerse de acuerdo. Pero a la medianoche del lunes, el Congreso no pudo ponerse de acuerdo y no hubo más fondos.

No es que no haya antecedentes de un cierre. El último y más largo, ya que duró 21 días, se produjo entre 1995 y 1996, durante el primer mandato de Bill Clinton. Fue durante esa inactividad forzada que el presidente comenzó su fatídico coqueteo con la pasante Monica Lewinsky. La gran diferencia fue, que pese al escándalo, no hubo daño económico perdurable. Esta vez las cosas son diferentes. En aquel entonces, la economía era fuerte. Hoy en día, la recuperación de la crisis financiera de 2008 es todavía frágil. Por lo menos, el cierre y los despidos reducirán la confianza del consumidor y su voluntad de gastar.

Republicanos y demócratas comparten la culpa. Pero la raíz del problema, más allá de cualquier discusión, es un Partido Republicano que está perdiendo todo contacto con la realidad. Inclusive su control de la Cámara de Representantes es una distorsión. La disputa sobre la política fiscal, el eterno debate sobre impuestos y gasto son el fondo de la cuestión. Pero esta paralización del gobierno se debe a que ayer empezó a regir la reforma del sistema de salud del presidente Obama, votada en 2010. Los republicanos intentaron derogarla 40 veces y, como estrategia de retaguardia, dejarla sin fondos específicos. No lo lograron y se cobraron el precio que amenazaban, el de no aprobar otra resolución concurrente para mantener abierto el gobierno.

El público culpa, con razón, a los republicanos por el papelón. Hasta la Cámara de Comercio, por lo general un aliado incondicional, expresó su descontento por las tácticas del partido. El presidente Obama promete no ceder ni un milímetro, como los republicanos. Alguno, tarde o temprano, tendrá que ceder. Tal vez la furia del público avergüence al Congreso y lleguen a un acuerdo. Pero no cuenten con ello.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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