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El mundo|Miércoles, 11 de diciembre de 2013
Habla Dean Baker, codirector del Center for Economic and Policy Research de Washington

“No hay razones para ser optimistas”

A cinco años del estallido financiero de 2008, el cambio de modelo económico que pregonó Barack Obama no se ha materializado. Sigue dependiendo de burbujas y parece haberse estancado.

Por Marcelo Justo
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“A nivel financiero no ha cambiado prácticamente nada.”

Desde Londres

El crecimiento del último trimestre en Estados Unidos y la caída del desempleo son señales aparentemente auspiciosas, pero luminarias del pensamiento económico demócrata como el Premio Nobel de economía Paul Krugman y el ex secretario del Tesoro Lawrence Summers opinan que hay un estancamiento no del todo diferente al vivido por Japón en las últimas dos décadas. Es más, a cinco años del estallido financiero de 2008, el cambio de modelo económico que pregonó Barack Obama no se ha materializado, como tantas otras promesas que hizo de dar una vuelta de página tras los aciagos ocho años de George W. Bush. Página/12 dialogó con el codirector del Center for Economic and Policy Research de Washington, Dean Baker, sobre la marcha de la economía estadounidense y su impacto a nivel mundial.

–Estados Unidos creció un 3,6 por ciento en el último trimestre y el desempleo bajó. ¿Es esto una economía en estancamiento?

–No hay razones para ser optimistas. La mayor parte del crecimiento se debió a un aumento de los inventarios de las empresas. Que las empresas tengan todos esos productos que todavía no han salido a la venta sirve para sumar un crecimiento estadístico ahora, pero no augura nada bueno para el próximo trimestre si no aumentan las ventas, que en este trimestre se mantuvieron en un 2 por ciento. En términos de empleo, si seguimos creando unos 200 mil empleos mensuales no llegaremos al objetivo del empleo pleno hasta 2019 o 2020. El problema de fondo es que hay una demanda insuficiente en la economía estadounidense desde los ’90. Hemos tenido burbujas en los ’90 para sustituir esta caída de la demanda. La burbuja del dot com y luego la de la vivienda.

–En 1978 un salario medio estadounidense equivalía a unos 48.000 dólares a valores actuales. Hoy es de 33.000 dólares. Si el consumo estadounidense siguió siendo un motor del crecimiento en estas décadas fue gracias al crédito. ¿Puede la economía crecer sin burbujas?

–No. Seguimos dependiendo de las burbujas. Cuando Barack Obama asumió habló de promover un crecimiento más basado en la producción manufacturera que en la especulación financiera y ahora mismo acaba de hablar sobre el impacto negativo a nivel económico de la desigualdad, pero en concreto no ha pasado mucho. Hay un desfase entre los discursos que pronuncia Obama y la política concreta. La agenda comercial que está impulsando es la misma. A nivel financiero no ha cambiado prácticamente nada. Tenemos un déficit comercial del 3 por ciento. Mientras tanto estamos viendo un aumento de los precios de la vivienda. Quizá no es todavía una burbuja, pero va en ese camino.

–Se ha hablado mucho de un relajamiento de la política de emisión monetaria electrónica, el Quantitative Easing. Este año se vio una emisión de unos 80 mil millones de dólares mensuales, pero cada vez que se menciona la posibilidad de relajar esto hay pánico en Estados Unidos y el mundo. ¿Cuándo piensa que va a suceder? ¿Qué impacto puede tener sobre la economía?

–Creo que en algún momento del año próximo va a haber una reducción de esta emisión. Es difícil prever el efecto que tendrá en la economía estadounidense, porque todavía hay mucho debate respecto del impacto que tuvo. Personalmente creo que es una política positiva de estímulo, pero tiene que estar acompañada por una política que evite la formación de burbujas. Hoy la Reserva Federal tiene una política de guía de las tasas de interés por la que anuncia con antelación qué tipo de tasa tendrá para el futuro, a veces un período de dos años. Lo mismo podría hacerse con los precios de la vivienda para evitar una burbuja. Si se sabe que se va a intervenir para que el precio no pase de un cierto punto, la gente especulará menos. Al mismo tiempo, creo que el gobierno debería mirar lo que hizo el Banco Central de Japón, que para salir de su estancamiento subió la tasa de inflación mensual. La Reserva Federal debería hacer algo similar y elevar las metas inflacionarias a un 3 o 4 por ciento. No creo que la presidenta entrante, Janet Yellen, se atreva a hacer eso a menos que haya una caída muy abrupta de la economía.

–La mera posibilidad de un relajamiento de la flexibilización monetaria afectó a Brasil, que acaba de sufrir una caída del valor de su moneda del 1,5 por ciento, la mayor entre 24 países emergentes estudiados por Bloomberg. ¿Qué impacto tendrá cuando efectivamente ocurra este relajamiento de la flexibilización monetaria del que tanto se viene hablando?

–Es inevitable que estas intervenciones de la Reserva Federal tengan un impacto en todo el mundo, porque son claves para fijar la tasa de interés a nivel mundial. Esto sigue pasando a nivel financiero a pesar de los cambios globales que están ocurriendo y la creciente importancia de China, que es también la menor relevancia de Estados Unidos. Esta menor relevancia se ve más claramente con la marcha económica en general. La economía ha estado creciendo a un ritmo bajo del 2 por ciento en 2011, 2012 y en este año, y pasará lo mismo el año próximo. Todavía nos falta mucho para volver al punto previo a la crisis de 2008. Y, sin embargo, esto va a afectar mucho menos a América latina que en otras épocas. Estados Unidos es hoy mucho menos importante para la economía mundial que en otras épocas. Si China sigue con su cambio de modelo económico y creciendo al ritmo de este último año, incluso un poco menos, pongamos un 6 o 7 por ciento, esto le permitiría a América latina tener un buen desempeño aun si la economía estadounidense sigue siendo débil.

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