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El mundo|Miércoles, 18 de diciembre de 2013
Bachelet recibe presiones del establishment por sus planes de reforma de la economía

La alianza ganadora debate el gabinete

Desde los sectores más conservadores “advierten” contra nuevos impuestos y más reparto, mientras se debate quiénes serán los ministros clave, de Economía e Interior. La discusión por espacio y el equilibrio entre política y gestión.

Por Christian Palma
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Bachelet ya avisó que no aceptará ministros que no estén de acuerdo con sus políticas, más allá de la alianza.

Desde Santiago

La publicación apareció el martes en El Mercurio, el elitista diario de la familia Edwards conocido por apoyar y defender el alma de la derecha chilena. El “decano” de la prensa criolla solicitó a seis importantes bancos de inversión nacionales y extranjeros realizar un análisis tras la elección presidencial del domingo. La conclusión: la definición del nuevo gabinete y la profundidad de las reformas económicas que pretende realizar la presidenta electa, Michelle Bachelet, marcarán al mercado local en las próximas semanas.

Para JP Morgan y Citi-Banchile, lo más decisivo será el nombre del nuevo ministro de Hacienda, que asumirá en marzo próximo. Para los expertos, debería tener un perfil moderado y en línea con las últimas administraciones. Según el Citi, entre los candidatos estarían Guillermo Larraín, José De Gregorio, Alejandro Micco, Alberto Arenas, Andrea Reppeto y Nicolás Eyzaguirre. Todos de un gran prestigio, en especial el último, que ya sacó aplausos en el gobierno de Ricardo Lagos por llevar adelante la regla del superávit estructural, que consiste en definir el nivel de gasto para cada año a partir de una estimación de lo que se denomina ingresos permanentes del fisco.

Eyzaguirre ha dicho que la reforma tributaria que pretende impulsar Bachelet –y que tantas críticas le ha traído desde diversos sectores de derecha– es “moderada”. “Es una reforma de tres puntos porcentuales del PIB (...). Todo lo que se ha dicho, la verdad de las cosas, es que es irrisorio para alguien que ha estudiado economía durante toda su vida. Dicen que por subir los tributos se va a crecer menos y, por lo tanto, se va a recaudar menos, como un boomerang. Si fuera tan fácil, por qué no se bajan los tributos para crecer tanto que al final todo se solucionaría por sí mismo. Eso es lo que se llama la teoría del derrame, que está más desprestigiada que la ultraderecha”, dijo hace poco.

La opinión contrasta fuertemente con la del actual ministro de Hacienda de Sebastián Piñera, Felipe Larraín: “No hay ninguna duda de que una reforma como la que se ha planteado va a afectar negativamente el crecimiento, la inversión y el empleo. El aumento del tres puntos en el producto, que son ocho mil y tantos millones de dólares en los impuestos; una AFP estatal y cambios institucionales que son importantes y que se anuncian, no se sabe cómo, indudablemente que se afecta la inversión y el crecimiento”, dijo en medio de la campaña presidencial. Otra óptica es la del presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, principal cúpula gremial del país, Andrés Santa Cruz, quien calificó el plan como razonable, aunque con algunas indefiniciones y ciertos temas que preocupan.

El que sí intentó meter miedo es el ministro secretario general de la Presidencia, Cristián Larroulet, quien advirtió que las propuestas de la presidenta electa son las responsables de la desaceleración económica de Chile en las últimas mediciones. La tesis fue descartada desde el propio empresariado. Según el presidente de la Asociación de Bancos, Jorge Awad, “los planes de inversión no dependen de si está nublado o si está con sol”. Esto, porque en el país existe “un programa permanente de desarrollo de la industria bancaria y de las empresas en general (...) Chile está involucrado en el mundo a través de sus tratados comerciales y otros acuerdos comerciales que lo hacen cumplir con determinadas normas. Por lo tanto, yo no creo y no he visto que los empresarios estén tomando decisiones sobre lo que pueda pasar en tres o cuatro meses... Lo que dijo el ministro Larroulet se basa en un clima político”.

En esa línea, el presidente del grupo Falabella, Juan Cúneo, afirmó que no cambiará su plan de inversiones. “¿Por qué vamos a bajar? Siempre creemos que al país le va a ir bien. No hay ningún presidente que quiera hacer las cosas mal. ¿Por qué va a hacer las cosas mal quien venga ahora?”

Otra cartera clave será el Ministerio del Interior, algo así como el brazo derecho del presidente. La cartera no es fácil. De hecho, al poco andar de su primer gobierno (2006-2010), Bachelet tuvo que sacar al demócrata cristiano y viejo político Andrés Zaldívar de esa repartición porque sencillamente no dio el ancho. Se especula ahora que la DC no quiere ese ministerio por los costos de una mala gestión de entrada, en un gobierno que será mirado con lupa no sólo por la oposición que encabeza Piñera sino por la ciudadanía en general, dadas las altas expectativas que ha generado. El socialista Ricardo Solari es uno de los que suena con fuerza por su trayectoria, redes y capacidad para manejar la cartera –quizá– más deseada y temida del gabinete (ver reportaje página 24).

Así las cosas, Bachelet la tiene clara: “Las decisiones las voy a tomar yo”, dijo en conferencia de prensa, advirtiendo a los partidos que la conformación de su núcleo lo hará ella. El 62 por ciento de votos que consiguió el domingo le permite marcar la cancha desde un principio. También quedó claro que cualquier ministro deberá estar en línea con la ideología y el espíritu de su programa.

Desde los partidos ya transmitieron la necesidad de que el primer gabinete tenga equilibrio entre lo técnico y lo político, es decir, conocimiento del área y gran capacidad de negociación con los movimientos sociales y con el Parlamento, para elaborar rápido los proyectos de leyes y aprobarlos. En las otras carteras asoman nombres como Carlos Mackenney, Alvaro Elizalde, José Goñi, Alejandro Micco, Jorge Burgos, Ernesto Ottone y José Antonio Gómez, todos ex colaboradores cercanos a la presidenta. También suena el comunista Camilo Ballesteros.

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