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El mundo|Miércoles, 18 de diciembre de 2013
Reportaje a Ricardo Solari, dirigente socialista y candidato al gabinete de Bachelet

Impuestos, reformas y reparto social

Su nombre suena fuerte como ministro del Interior, cargo que lo pondría en el centro de negociaciones delicadas. La reforma tributaria, el reparto de la riqueza y las relaciones con la Argentina y el continente como prioridad.

Por Mercedes López San Miguel
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Solari piensa que acercarse a América latina y “a la Argentina en particular” es prioritario.

Desde Santiago

El dirigente socialista Ricardo Solari podría ser uno de los hombres que participen en el gabinete de Michelle Bachelet. El economista, ex ministro de Trabajo de Ricardo Lagos, jefe de la campaña de la líder socialista en 2005, evita hacer pronósticos sobre cuál será su ocupación y anticipa en diálogo con Página/12 algunos de los lineamientos del próximo gobierno.

–La Democracia Cristiana representa un ala más conservadora de Nueva Mayoría. ¿Tendrá que cambiar para alinearse con el resto de los partidos?

–A veces hay una incomprensión del rol que tiene la DC en la coalición. Es una fuerza progresista en Chile, tiene una representación importante en el Congreso y, por tanto, es clave para lograr las mayorías que queremos para hacer los cambios.

–¿Cómo entra a jugar el Partido Comunista?

–La incorporación de los comunistas a la Concertación hizo crecer los límites de nuestra fuerza parlamentaria. El PC duplicó sus bancadas, sumó figuras muy destacadas del movimiento estudiantil, como Camila Vallejo y Karol Cariola, que hacen al recambio generacional. Es muy importante entender que hoy día el PC tiene un debate para definir su participación en el gobierno. Si acceden, significaría el retorno al poder de esa fuerza después de cuarenta años.

–¿A qué le atribuye la alta abstención?

–Es un fenómeno con múltiples causas: la calidad de la oferta, el funcionamiento en las instituciones, la ausencia de incentivos efectivos para ir a votar en sectores populares del país, el sistema electoral. Hay que erradicar las explicaciones simplistas de que esto significa conformismo o inconformismo. La sociedad chilena viene presentando un problema de baja participación desde el plebiscito del ’88 hasta ahora. El voto voluntario lo acentuó en las últimas dos elecciones. Los jóvenes han dejado de votar hace tiempo, pese a que hemos tenido candidatos jóvenes para el Parlamento. El proyecto de una nueva constitución puede ser un espacio estimulante para que el sistema electoral sea más abierto y se invite a la ciudadanía a participar.

–¿Esos jóvenes podrían ser los del movimiento estudiantil?

–Sí y no. El movimiento estudiantil tenía en la primera vuelta bastantes candidatos que podían representarlo. Si miras bien el cruce de votación en la segunda vuelta, tanto Bachelet como Matthei crecieron en su intención. En buena medida, la previsibilidad de la votación restó participación. En las elecciones con alta competencia, crece el interés por votar. El antecedente más competitivo fue cuando le ganamos a la derecha en la elección con Lagos por pocos miles de votos. Creo que los sectores más politizados fueron a votar.

–Ustedes van a llevar adelante una reforma tributaria. Hay analistas que critican que el aumento a los impuestos sea sólo a las empresas y no a los individuos de mayores recursos.

–Es un impuesto importante a las empresas, de 20 a 25 puntos, y ya está siendo asimilado como una realidad en el empresariado. La estructura tributaria chilena contiene un componente de inequidad y el propósito de la reforma es recaudar tres puntos del PIB para políticas públicas, en particular para educación, y hacer del sistema tributario una fuente de mayor equidad.

–¿Con qué otras políticas van a apuntar a una redistribución del ingreso?

–Una reforma laboral, para fortalecer la sindicalización y la negociación colectiva, y sin duda una reforma del sistema educativo. A nuestro juicio, ésta es central para lograr una sociedad más igualitaria. Pero es el conjunto de las políticas tributaria, laboral, educativa el que generará un nuevo cuadro. Los cambios van a ocurrir en el tiempo, no son instantáneos.

–¿Usted está a favor de la Asamblea Constituyente?

–En el programa establecimos que tendremos una nueva constitución, que se realiza en el marco de las instituciones que nos rigen, con un empoderamiento de la ciudadanía. No hemos descartado ninguna fórmula. El procedimiento aún no se decidió, pero el objetivo es una nueva constitución construida en libertad, con un amplio acuerdo de la sociedad chilena.

–Según el sitio El Mostrador, será prioridad la relación con la Argentina.

–El corazón de la política exterior tiene que ser la relación con América latina en general y el fortalecimiento de la relación con la Argentina en particular. Tenemos una realidad de intercambio tan intenso, en tantas áreas, que por eso es prioritaria.

–¿Chile mantendrá los tratados de libre comercio con el mundo?

–No tiene por qué cambiar. Somos de los países más abiertos del planeta en materia comercial. Ha sido una política que ha tenido buenos resultados para el país.

–Que va en sentido contrario a generar una industria propia...

–Esa podría ser una discusión algo distinta. Chile es un país pequeño, tiene que plantearse cómo de-sarrolla su economía en el mercado global. No existe ningún un debate sobre los TLC.

–¿Debaten salirse de la dependencia del cobre?

–De las materias primas. Es una dependencia de cien años. Pero construir una especialización productiva en el mundo actual implica desarrollar competencias que no requieren cerrar la economía, sino innovar en ciencia y tecnología y mejorar la productividad. Para que la economía diversifique su capacidad exportadora con un valor agregado.

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