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El mundo|Viernes, 15 de agosto de 2014
FRANCIA, ALEMANIA E ITALIA NO CRECEN

Recesión contagiosa

Deflación, crecimiento cero o negativo, caída de precios por falta de demanda, restricciones insoportables para cumplir el pacto fiscal europeo, caída de la producción, desempleo: eurocrisis.

Por Elena Llorente
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Desempleados italianos hacen fila en una oficina estatal para cobrar el subsidio.

Desde Roma

Gran preocupación causó ayer en ambientes económicos y financieros del mundo entero la difusión de los últimos datos sobre el Producto Interno Bruto (PIB) de dos colosos europeos, Alemania y Francia, ambos en dificultades. Alemania ha disminuido su crecimiento en un 0,2 por ciento en comparación con el primer trimestre de 2014. Francia, por segundo trimestre consecutivo, se colocó a nivel de crecimiento cero. A esto se le agregan los datos de Italia, publicados hace unos días, que indicaron que el país de los spaghetti estaba nuevamente en recesión luego de que su PIB fue negativo dos trimestres consecutivos (-0,2 y -0,1 por ciento).

Que tres de las economías más importantes de la Unión Europea no hayan podido hacer crecer sus respectivos PIB, es decir todas las mercancías y servicios producidos por ese país en los períodos indicados, ha hecho que algunos medios de comunicación hablaran de eurocrisis. En este momento, por el contrario, se esperaba que el Viejo Continente hubiera ya estado encaminado a abandonar la dura situación económica desatada en 2009 a causa de la crisis surgida en Estados Unidos un año antes. Los nuevos datos, además, han hecho subrayar a los analistas que, como era de esperar, y por el contrario de lo que algunos países aseguraban echándoles la culpa a los gobiernos corruptos y derrochadores, la “enfermedad” (léase: los efectos de la crisis) de algunos países está contagiando a los que se creían sanos. Sobre todo cuando las estimaciones para fines del 2014 no son demasiado buenas, aunque el resultado de la UE, a nivel de PIB global, podría ser de todas maneras positivo.

Hay quien interpreta los datos actuales, como el ministro de Economía alemán Sigmar Gabriel, como una frenada solamente –y no como una tendencia al desastre– debida en parte a las situaciones críticas y de inestabilidad en Medio Oriente y en Ucrania. Francia en cambio ha decidido abrir el paraguas ante la eventual posibilidad de una recesión europea. Por eso pide al primer ministro italiano Matteo Renzi, que este semestre ejerce la presidencia de la Unión Europea, que se haga todo lo posible para aflojar las rígidas medidas del llamado Pacto de Estabilidad, el acuerdo firmado por los países de la UE en 1997 y que los obliga a aplicar estrictas medidas a nivel del déficit y del balance, entre otras, que en este momento significan restricciones insoportables para los países en dificultad. Al pedido de Francia respondió indirectamente Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), institución que de alguna manera controla la situación financiera de los países europeos. Según Dra-ghi, que ayer mantuvo una súper secreta reunión con Renzi en Italia, en la localidad donde se encontraba de vacaciones, las reformas estructurales que están intentando varios países, como Italia, deberían sobre todo “promover las inversiones y, la creación de puestos de trabajo”, pero siempre teniendo en cuenta el Pacto de Estabilidad.

En realidad, la BCE está preocupada sobre todo por los bajos niveles de inflación, lindantes con la deflación en algunos casos o que ya constituyen deflación en otros. Francia insiste en este sentido en pedir medidas extras de parte del BCE. La inflación en la Zona Euro era del 0,4 por ciento en julio de este año contra el 0,5 por ciento en junio. Se trata de la tasa más baja desde octubre de 2009. Pero ocho países de la UE estaban ya sufriendo un proceso deflacionario en marzo, entre ellos España, Bulgaria, Grecia, Suecia, Portugal y Croacia. Y la deflación, dicho en palabras simples, significa una baja general de los precios de bienes y servicios, al menos por dos semestres consecutivos. Baja de precios que es efecto de la caída de la demanda y la caída de la demanda puede producir efectos como la baja de la producción y por ende el desempleo, lo que a su vez puede producir una nueva caída de la demanda. Portugal, que tenía deflación y estuvo entre los países europeos que más sufrieron la crisis, se erige ahora en cambio como un ejemplo porque, como lo demuestran datos recientes, su Producto Interno Bruto ha aumentado el 0,6 por ciento en los últimos tres meses.

Mientras tanto en el gobierno italiano los encargados de la economía esconden una sonrisita de satisfacción. Saben que los resultados negativos que arroja la economía alemana harán que ese país sea más comprensivo y menos exigente con los países que tienen mayores dificultades.

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