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El mundo|Sábado, 27 de septiembre de 2014
TESTIFICO EN EL PARLAMENTO LOCAL EL EX JEFE DE GOBIERNO DE CATALUÑA ACUSADO DE CORRUPCION

Pujol no pudo despejar las sospechas

El histórico líder nacionalista catalán testificó que el dinero que ocultó era de una herencia. El escándalo provocado por la confesión de Pujol amenaza con ensombrecer la cruzada soberanista que el líder de su mismo partido procura llevar adelante.

Por Flor Ragucci
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Pujol llega al Parlamento para dar su testimonio sobre el dinero que ocultó en el exterior.

Desde Barcelona

Quien para muchos fue uno de los estandartes de la transición democrática en España y Cataluña, desde hace dos meses es protagonista de un nuevo escándalo de posible corrupción política. Jordi Pujol, ex presidente de la Generalitat (máximo órgano de gobierno de Cataluña), compareció ayer ante el Parlamento catalán, tras haber confesado el pasado 25 de julio que ocultó millones en el extranjero durante 34 años.

“Yo no he sido un político corrupto” es lo primero que quiso garantizar Pujol en su comparecencia y recordó que el dinero que tiene fuera del país proviene de la herencia que recibió de su padre, no del erario. “Yo he mirado de abrir puertas, establecer puentes, evitar conflictos políticos, conciliar intereses, pero nunca he cobrado por este trabajo aparte de mi sueldo en la presidencia de la Generalitat”, afirmó el ex mandatario rotundamente. Durante los treinta minutos que duró su comparecencia, Pujol no se cansó de reiterar que el origen de la fortuna en el extranjero es la herencia que le dejó su padre al morir, en septiembre de 1980, y agregó, eso sí, una novedad en cuanto al comunicado que emitió en julio: la cantidad de dinero de la que se está hablando, que sería el equivalente a 140 millones de pesetas, “que fueron aumentando progresivamente a causa de las diversas devoluciones que sufrió la peseta”, según explicó. “La existencia de un dinero en el extranjero puede ser criticada, muy criticada, pero no presupone que el origen sea ilícito”, insistió Pujol.

Todo lo que se extendió en detalles sobre sus relaciones familiares y la historia con su padre, lo ahorró a la hora de tener que responder a las preguntas de los partidos de la oposición. Lo único que el ex presidente quiso expresarles es una profunda indignación por “haberlo acusado de una gran corrupción” y, visiblemente irritado, les gritó a los grupos parlamentarios que “hay un punto de frivolidad y de liarlo todo” en contra suya y de Convergencia i Unió (CIU), partido que actualmente gobierna Cataluña y del que fue fundador.

“Si todo hubiera sido tan corrupto, no habría aguantado 23 años en el gobierno”, enfatizó Pujol y les replicó que su comparecencia era para hablar de sus fondos sin regularizar en el extranjero, no de corrupción de sus gobiernos, que volvió a negar rotundamente.

La oposición no se conformó con la pataleta del ex presidente e insistió en pedirle más explicaciones sobre el origen y las circunstancias que envuelven a la fortuna en las cuentas del exterior. Gemma Calvet, diputada de Esquerra Republicana (ERC), le preguntó lo que la mayoría de ciudadanos españoles quiere saber, el porqué de la confesión del 25 de julio, así como sobre la relación que pudiera existir entre eso y las “necesidades procesales en la defensa de su hijo”, Jordi Pujol Ferrusola, imputado por blanqueo de capitales y delito fiscal por la Audiencia Nacional. No obtuvo ninguna respuesta.

Miquel Iceta, primer secretario del Partido Socialista de Cataluña (PSC), también hizo hincapié en lo defraudado no sólo por Jordi Pujol, sino por toda su familia, teniendo en cuenta que en estos momentos su esposa, Marta Ferrusola, y sus siete hijos son investigados por supuesto enriquecimiento ilícito a lo largo de los 23 años que duró el mandato de su padre. Pero tampoco obtuvo respuesta.

Pujol centró su defensa ante lo que fue un fraude fiscal continuado de más de cuatro millones de euros –cifra a la que ascienden en 2014 las 140 millones de pesetas tras su conversión– sin declarar en Andorra, en un relato familiar que poco o nada aportó para despejar las sombras en torno de las fortunas acumuladas en el seno de su clan. Según el ex presidente, el dinero depositado en el paraíso fiscal andorrano consistía en una reserva que su padre, Florenci, le había dejado a nombre de su esposa e hijos por temor a que las cosas “fueran mal dadas políticamente”. Pero el dinero, dijo Pujol, “nunca me ha preocupado porque he tenido como proyecto prioritario desde 1958 la construcción nacional de Cataluña, a la que he dedicado mi vida y mis recursos”.

El fundador del partido conservador –que hoy lidera Artur Mas– ha explicado que su padre, Florenci, entendió que su compromiso político en la transición era “inalterable” y consideró que esto era un “riesgo familiar”, por lo que optó por guardar dinero en el extranjero y ponerlo a nombre de su esposa, Marta Ferrusola, y sus hijos. En su intervención, Jordi Pujol remarcó que su padre tomó esta decisión por miedo a que el compromiso político del hijo acabase obligándole a salir del país.

Por otra parte, Pujol admitió que él se podría haber dedicado a hacer negocios, como “comprar fincas”, pero su proyecto prioritario era “hacer país” en Cataluña: “Yo no decidí hacer política para ganar dinero; dinero ya tenía”, subrayó.

El ex presidente salió del Parlamento catalán sin responder a ninguno de los grandes interrogantes que se ciernen en estos momentos sobre la que fue su “intachable” figura. Nada dijo sobre los negocios de sus hijos ni su supuesto blanqueo de dinero a lo largo de décadas ni, menos aún, sobre las investigaciones a las que está sometido su partido por el cobro de comisiones ilegales de obra pública en lo que es conocido como el “caso Palau de la Música” (teatro de conciertos que es emblema de la cultura catalana).

Quien tampoco dijo nada fue Artur Mas, muy ocupado en preparar el acto que a la mañana siguiente daría convocatoria oficial a la consulta por la independencia de Cataluña el día 9 de noviembre. El actual presidente de la Comunidad prefirió correr un tupido velo ante un asunto que, desde el escándalo provocado por la confesión de Pujol, amenazó con ensombrecer la cruzada soberanista que el líder de su mismo partido procura llevar adelante.

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