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El mundo|Domingo, 28 de diciembre de 2014
João Feres Júnior, del Laboratorio de Estudios de Medios y Esfera Pública de la Universidad Federal de Río de Janeiro

“Los medios instalaron un clima golpista”

El investigador fundamenta el diagnóstico en su seguimiento sistemático de la cadena Globo y otras empresas periodísticas durante y después de las elecciones del 26 de octubre. “La revista Veja realizó una maniobra desestabilizadora”, denunció.

Por Darío Pignotti
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Dilma enfrenta una campaña de los medios que ponen en duda la gobernabilidad.

Página/12 En Brasil

Desde Brasilia

A partir del jueves, cuando comienza su segundo mandato presidencial, Dilma Rou-sseff “tendrá una agenda con varios problemas importantes, como el escándalo de Petrobras (del que ayer hubo nuevas revelaciones) y la posición golpista de los grandes medios”, resume João Feres Júnior.

El investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro fundamenta el diagnóstico en su seguimiento sistemático de la cadena Globo y otras empresas periodísticas durante y después de las elecciones del 26 de octubre en las que Dilma fue reelecta.

“El 23 de octubre, tres días antes de la votación, la revista Veja realizó una maniobra desestabilizadora, digamos directamente golpista, publicando un artículo destinado a confundir a los electores y evitar que ganara Dilma. Globo y los demás medios se acoplaron a esa noticia malintencionada. Al final esa trampa no surtió efecto, el candidato opositor, Aécio Neves, perdió por poco, pero perdió. La peculiaridad es que después del ballottage del 26 de octubre, el 27 los medios retomaron la campaña anti-Dilma buscando instalar un clima de ingobernabilidad que sigue hasta hoy”, sostiene, en diálogo con Página/12, João Feres Júnior.

Es el coordinador del “titulómetro” del Laboratorio de Estudios de Medios y Esfera Pública, a través del cual se realiza el análisis diario de una cobertura informativa “bastante envenada” contra el gobierno.

Desde el triunfo de la candidata del PT se respira un aire pesado en Brasilia, la capital política, y en San Pablo, el centro económico del país. El gobierno parece arrinconado ante la presión del capital financiero que impuso al neoliberal Joaquim Levy como ministro de Hacienda mientras el ex candidato Aécio Neves, avalado por su correligionario Fernando Henrique Cardoso, sugería un juicio político contra Rousseff por integrar una “asociación ilícita”.

En la principal avenida de San Pablo se repiten casi semanalmente las movilizaciones de ciudadanos bien vestidos y aseados pidiendo el retorno de las fuerzas armadas a lo que se suman “los titulares casi siempre exagerados sobre el escándalo por corrupción en Petrobras, que es un problema serio, pero que se instrumenta buscando que toda revelación nueva sirva para desgastar a la presidenta”, aseguró ayer a este diario el profesor Laurindo Leal Filho, de la Universidad de San Pablo.

Los diarios del sábado publicaron que Rousseff fue citada, no acusada, por un estudio de abogados norteamericano representante de inversores de la ciudad de Providence, que se dicen afectados por la depreciación de los papeles debido a las denuncias de irregularidades. Esta causa, promovida ante un tribunal de Nueva York, se agrega a otras impulsadas en esa ciudad por tenedores de títulos de la petrolera estatal, de capital abierto, que cotiza en Wall Street y San Pablo.

“Esta obsesión de la prensa contra la corrupción es algo reciente, es el discurso empleado para atacar a los gobiernos populares de Dilma y del ex presidente Lula. Antes los medios se comportaban de una forma diferente, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (cuando se demostraron los sobornos para reformar la Constitución y permitir su reelección) las denuncias de corrupción eran encajonadas”, compara Laurindo Leal Filho.

Y luego coincidió con su colega João Feres Júnior en la preocupación frente a las embestidas conservadoras en estos días previos a la toma de posesión de Dilma para un mandato que se prolongará hasta el 31 de diciembre de 2018.

En ese contexto de noticias y comentarios de alto impacto, Veja pronosticó ayer que el PT acabará disolviéndose. El análisis soslaya un dato que sólo un psicótico ignoraría: la agrupación de Dilma y Lula acaba de conquistar su cuarta presidencia consecutiva desde 2002 y una encuesta de este mes indica que a pesar del desgaste, tiene el 16 por ciento de respaldo, cuadruplicando el del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, de Neves y Cardoso.

“Los medios tradicionales son todos opositores y se comportan cada vez con mayor irresponsabilidad. La Asociación Nacional de Diarios dijo claramente que dado que los partidos opositores son débiles, esas empresas tienen que ocupar el papel de la oposición. Un papel casi golpista”, apunta Laurindo Leal Filho. “Lo que sucede hoy en Brasil no es igual al golpe de 2002 contra el presidente Hugo Chávez. La estrategia desestabilizadora contra Dilma se parece más al proceso que desembocó en los golpes institucionales que hubo en Honduras (derrocamiento de Manuel Zelaya 2009) y en Paraguay (contra Fernando Lugo en 2012). Y dado que conozco muy bien el comportamiento de la prensa brasileña me animo a decir que ese clima golpista va a continuar durante los próximos cuatro años de Dilma en el Palacio del Planalto.”

Leal Filho y José Feres Júnior participaron en el Fórum 21, donde decenas de intelectuales y académicos coincidieron en la urgencia de contener la espiral conservadora y disputar la “hegemonía” ideológica detentada por los oligopolios de la información y el entretenimiento.

“No tengo dudas de que la espina dorsal pasa por democratizar la comunicación, como ya lo hicieron los gobiernos de Argentina, Ecuador, sin olvidar que el pionero de este proceso fue Chávez”, planteó Joaquim Palhares, editor del sitio Carta Maior y coordinador del debate en el Forum 21 realizado hace 13 días. “El ex presidente Lula, el PT y las fuerzas progresistas están convencidos de que no puede postergarse la reforma de los medios”, redondeó Palhares.

Entre tanto, la semana pasada hubo una reunión de los movimientos sociales con los trabajadores urbanos sin techo a la cabeza (grupo que ha ganado protagonismo especialmente en San Pablo), además de sindicatos y partidos de izquierda, en la que se aprobó un plan de movilizaciones unitario para recuperar el terreno perdido ante el bloque conservador.

En el encuentro hubo cuestionamientos al ajuste fiscal que aplicará el nuevo titular de Hacienda, Joaquim Levy, se acordó defender los programas sociales e impulsar una asamblea constituyente por la reforma política en la que se anule el financiamiento empresarial de las campañas electorales. A pesar de los cuestionamientos a las políticas que se aplicarán a partir de enero, el tono del cónclave no fue hostil al gobierno y hubo comentarios de reconocimiento hacia Lula, impulsor de un frente para que “el gobierno de Dilma sea exitoso”, según planteó días atrás.

Para ello es necesario “reorganizar la base de alianzas que apoyan al gobierno, sumando a los sectores sociales ubicados más a la izquierda”, dijo Lula luego de conversar con el líder de la Central Unica de los Trabajadores, Vagner Freitas, y el referente de los Trabajadores Sin Techo, el joven psicólogo Guilherme Boulous.

Desde la reelección de su compañera Rousseff, Lula prefirió permanecer en San Pablo para aceitar el diálogo con las organizaciones populares y el PT. No se privó de cuestionar severamente el discurso desestabilizador de los medios (que distorsionan sus declaraciones diciendo que quiere implantar la censura a la prensa privada) y levantar la bandera de la reforma de las comunicaciones, a coro con la dirección del PT que acaba de saludar la nueva ley antimonopólica aprobada por el congreso uruguayo.

Las posiciones de Lula y el PT seguramente no caerán en saco roto: según trascendidos publicados este fin de semana, la presidenta designaría como ministro de Comunicaciones a Ricardo Berzoini, importante dirigente petista. Laurindo Leal Filho, ex auditor de la radio y televisión públicas, considera positiva la eventual nominación de Berzoini. “Es una persona que ha demostrado tener posiciones bastante claras sobre la democratización de los medios, es alguien con una larga actuación dentro del PT, que está completamente identificado con el ideario y los principios del partido.”

Cuando se le pregunta si Dilma llevará adelante cambios en el mapa de las comunicaciones, Leal Filho responde que no puede dar ninguna respuesta segura. Recuerda que al inicio de su gobierno, en 2010, Dilma quiso mantener una convivencia pacífica con Globo, le hizo concesiones, y descartó impulsar una ley para encuadrar a los grupos concentrados. “En esa época ella decía que el único control para los medios es el control remoto.”

Cuatro años después, la presidenta comprobó la ingratitud de la dinastía Marinho, dueña de Globo, responsable de la campaña desestabilizadora en curso que promete ser de largo aliento. “Ahora Dilma habla de la regulación económica de los medios. Esto fue un avance extraordinario, ella evolucionó, comprendió que eso del control remoto es una zoncera porque en Brasil el control remoto sólo sirve para ver la misma ideología repetida en varios canales con escenografías distintas”, cierra Laurindo Leal Filho.

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