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El mundo|Lunes, 29 de diciembre de 2014
La mirada de tres expertas de México sobre las raíces de la violencia contra los 43 jóvenes de Ayotzinapa

El año en que desaparecieron estudiantes

El caso que conmocionó al mundo puso al desnudo la realidad que vive México: la normalización de la violencia y la incapacidad del gobierno y los partidos de consensuar una estrategia de seguridad.

Por Patricio Porta
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Marta Rizo, Mariana Elkisch y Mariana Berlanga.

Las protestas en México por la desaparición de los 43 normalistas tienen dos consignas claras: “Fue el Estado” y “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Lo ocurrido entre la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 despertó la indignación de la sociedad y erosionó la legitimidad del presidente Enrique Peña Nieto. Mariana Berlanga, Mariana Elkisch y Marta Rizo, profesoras e investigadoras de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), dialogaron con Páginað12 durante su visita a Buenos Aires, donde participaron de la mesa redonda “Ayotzinapa no es un caso aislado: México hoy”, en el Centro Cultural de la Cooperación.

“Ayotzinapa no es una excepción porque los asesinatos y las desapariciones forzadas son el pan nuestro de todos los días en México. Esto se ha venido gestando en los últimos años, particularmente a partir de 2007, cuando el ex presidente Felipe Calderón declara la guerra contra el narcotráfico. Si bien ya veníamos viviendo una violencia cotidiana, donde las bandas del crimen organizado comenzaban a disputar territorio, hasta ese momento se consideraba que los narcotraficantes se mataban entre ellos. De repente, alguna que otra persona que pasaba por allí. Pero con la declaración de esta guerra es que comenzamos a vivir una normalización de la violencia”, aseguró Berlanga, quien además investiga los femicidios en Ciudad Juárez.

Desde su punto de vista, la de-saparición de los jóvenes en Iguala (estado de Guerrero) responde a una estrategia para disciplinar a determinados sectores sociales. “La espectacularización de la violencia es una política del miedo. Porque así como desaparecen 43, asesinan a seis y uno de los estudiantes aparece con el rostro completamente desollado, lo cual habla de una brutalidad que está mandando un mensaje: esto es lo que le puede pasar a un estudiante crítico. Todo esto en el contexto de las llamadas reformas estructurales, que en realidad son el afianzamiento del neoliberalismo. Una de las reformas más criticadas por algunos sectores fue la educativa, que busca desmantelar esa política mexicana que ha salvaguardado la educación pública. Estas normales rurales, que son un tipo de escuela formada entre los ’30 y los ’40, en el momento más desarrollista del país, con Lázaro Cárdenas, son las primeras que empiezan a posicionarse desde un punto de vista muy resistente”, destacó. “Estos chicos eran jóvenes, en una condición bastante humilde, en una pauperización cada vez más tremenda de las condiciones de vida y, particularmente, eran indígenas. Vemos que la violencia está focalizada en ciertos sectores”, agregó.

En tanto, Elkisch apuntó a la participación de diferentes niveles del Estado para explicar la reacción de los mexicanos ante la desaparición de los jóvenes normalistas. “No es la primera masacre que tenemos. Guerrero ha sido víctima de brutales masacres. Pero en este caso la participación del Estado fue de un nivel muy burdo y eso se convirtió en una suerte de gota que derramó el vaso ante una guerra. Para nosotros no es una sorpresa un asesinato de estas magnitudes. Cada día aparecen fosas con cientos de cadáveres”, dijo.

Ayotzinapa también desnudó la debilidad del gobierno federal y la incapacidad de los partidos políticos para consensuar una estrategia de seguridad. “México es una dictadura, en donde por más de 70 años gobernó un mismo partido político, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Luego está el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se reivindica como el partido de izquierda que gobierna la Ciudad de México y los estados de Guerrero, Michoacán y Chiapas. Ya no hay este juego entre el viejo PRI, el Partido Acción Nacional (PAN), que había iniciado la famosa guerra contra el narco, y la esperanza de la supuesta izquierda. Porque el gobernador de Guerrero es del PRD. El resultado de Ayotzinapa es que fue el Estado y son todos iguales. Es una crisis política de magnitudes históricas. Esa es la diferencia entre la guerra que llevamos viviendo y este episodio”, afirmó categórica Elkisch.

De acuerdo con la profesora mexicana, que integra la Academia de Estudios Sociales e Históricos de la UACM, cerca de 120.000 personas fueron asesinadas y 280.00 desaparecidas en los últimos ocho años en su país, en base a los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). “El gobierno de Peña Nieto reconoce 260.00 desaparecidos desde 2006 hasta el presente. No es una pugna entre carteles, no es un alcalde vinculado al narcotráfico. Estamos hablando del crimen organizado en todos los niveles y de capitales lícitos e ilícitos. Hay un proyecto neoliberal para el territorio mexicano, con un perfil extractivista. Un proceso de despojo brutal. Ahora Peña Nieto da como respuesta a la crisis de Ayotzinapa un decálogo de diez medidas. Se está proponiendo una centralización de los mandos militares y policíacos, una suerte de disolución del municipio. Es decir, se está replanteando la misma idea del federalismo”, sostuvo.

En este sentido, Elkisch denunció un pacto entre los principales partidos. “A lo que nos estamos enfrentando es a una estrategia de control territorial. Peña Nieto logró concluir las grandes reformas estructurales a través de una alianza tripartita PRI-PAN-PRD para ofrecer la gran apertura energética, una cuenta pendiente de México con Estados Unidos. El problema es que no se están pudiendo garantizar las condiciones de penetración de capitales. No hay control territorial del Estado. Hay una relación directa entre la paramilitarización y los procesos extractivistas. Pero incluso dentro de ese margen criminal, de ese desorden criminal, debe haber un orden o un control territorial”, subrayó.

Por su parte, Rizo se mostró preocupada por la ausencia de una respuesta oficial ante la desaparición de los jóvenes y el nulo avance en la investigación de la Fiscalía. “El Estado mexicano ha sido el actor principal en los hechos. No digo que hayan sido los propios agentes de gobierno los que de- saparecieron a los muchachos, pero están metidos ahí dentro. El Estado no es un ente abstracto, son muchos órganos de gobierno. Es desde el policía muerto de hambre que tiene su salario mínimo para mantener a su familia, que a lo mejor es un buen hombre, hasta el presidente de la República. Todo eso es el Estado. Pero decir que sólo fue el Estado simplifica y no permite comprender la situación. Además todos los días surgen nuevas versiones. Dentro del desánimo colectivo que se vive en México, creo que nos están viendo la cara. Uno está esperando la información oficial, pero lo que consiguen es que ya no nos creamos nada de lo que dicen”, expresó.

Rizo, doctora en Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona, evaluó asimismo las consecuencias de Ayotzinapa y el desencanto de los mexicanos con su clase política: “La gente se desgasta. Ahora empiezan a decir que los muchachos están muertos. Y la gente no se moviliza por los muertos, sino por la esperanza de que haya aparición con vida”. Frente a los pedidos de renuncia del mandatario, la opinión de Rizo es categórica. “La salida de Peña Nieto no resolvería el problema, porque la gente tendría una sensación de victoria. Andrés Manuel López Obrador –ex candidato a presidente y ex líder del PRD– no es la solución, no depende de una persona.”

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