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El mundo|Jueves, 16 de abril de 2015
En respuesta, Santos ordenó reanudar los bombardeos y operativos contra la guerrilla en toda Colombia

Las FARC rompen la tregua matando a diez militares

El grupo rebelde dijo que las muertes se deben a que el ejército continuó realizando operativos pese al cese del fuego. La acción militar de las FARC fue la más cruda en dos años y medio de diálogos de paz con el gobierno.

Por Katalina Vásquez Guzmán
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Un grupo de soldados traslada los restos de algunos de los compañeros que fueron abatidos en la provincia de Cauca.

Página/12 En Colombia

Desde Medellín

A Buenos Aires, un poblado diminuto en la provincia del Cauca, llegaron las ráfagas de la decepción y la muerte a la medianoche de este martes, cuando la guerrilla de las FARC asesinó a diez militares aun en medio de la tregua que ellos mismos, voluntariamente, decretaron hace cuatro meses. El gobierno, que apenas la semana pasada decidió prolongar por un mes más el cese de operativos contra los rebeldes ordenado en marzo pasado, ordenó reanudar los bombardeos y operativos ofensivos a los insurgentes alzados en armas en todo el país.

Tanto los más críticos de los diálogos de paz que se desarrollan con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Cuba, como sectores que los han respaldado, rechazaron el trágico saldo del ataque guerrillero: nueve soldados y un suboficial murieron en el lugar, otros 17 quedaron heridos y fueron remitidos de gravedad a la ciudad de Cali, occidente del país. Con el incumplimiento de la tregua por parte de la guerrilla y la acción militar más cruda durante los dos años y cuatro meses de diálogos, comenzaron nuevamente días de tensión para el proceso de paz.

Entre tanto, en La Habana se desarrolla desde el 10 de abril el ciclo 35 de las negociaciones. Ayer la Delegación de Paz de las FARC, como cada día de diálogos, se acercó a la prensa para ofrecer declaraciones públicas. Esta vez, no la tuvo fácil. “Manifestamos nuestra preocupación por los hechos que se han registrado, de unos combates en el Cauca, que a todas luces tiene su causa en esa incoherencia de parte del gobierno de estar ordenando operativos militares contra una guerrilla que está en tregua”, dijo alias Pastor Alape. Pasadas las ocho de la mañana, cuando ya todos los medios y la opinión pública corrían la voz de la tragedia, el comandante de las FARC se acercó al micrófono frente a la prensa cubana e internacional. Insistió, además, en la necesidad de parar la guerra si se quiere avanzar en la construcción de un acuerdo de paz, en el que, según él, la guerrilla con su cese al fuego está dando esperanza de que algún día dejen las armas.

La Esperanza es un rincón de Buenos Aires en el norte de la provincia del Cauca, donde por la fuerza de la geografía y la resistencia, permanecen aún comunidades indígenas y afros, junto a campesinos que poco acceso tienen a educación, salud y vivienda. Como en la mayoría de rincones rurales de Colombia, la pobreza abunda y la riqueza viene en forma de explotación minera a manos de gente armada. Allí donde las casas son de madera y en las escuelas escasean las sillas, la presencia del Estado es visible en forma de uniformes militares y armas largas que portan los más jóvenes humildes reclutados por el ejército.

Hasta estas zonas recónditas son enviados los soldados –la mayoría iletrados, desempleados, en extrema pobreza– a combatir con los grupos ilegales que cultivan coca, explotan los recursos naturales, fabrican cocaína o extorsionan para financiar sus organizaciones: rebeldes, paramilitares o sencillamente narcotraficantes. Nueve de ellos fueron los que perdieron la vida ayer en lo que, según dijo Alape desde Cuba, fue la respuesta de las FARC a “actitudes demenciales de desarrollar operativos ofensivos contra una guerrilla que va a completar cuatro meses rehuyendo combates”. En los pasillos del Palacio de Convenciones, donde habitualmente ofrecen declaraciones sin réplica, Alape ofreció dos preguntas a la prensa. El reportero colombiano Diego Bonilla le preguntó: “Se dice que se trató de una emboscada”. El comandante no pudo reconocer si sí o no: “Sea emboscada, contraemboscada, asalto... lo que importa es que hay colombianos muertos, eso es lo que hay que parar. No se explica que en medio de un proceso de paz, en medio de un cese al fuego unilateral, hayan ataques. Recordemos también a Gilberto Becerro, guerrillero de las FARC-EP, entre muchos otros y otras que han muerto en este mismo escenario del cese al fuego unilateral. Hay que parar eso”.

Además, se refirió a las víctimas fatales como “compatriotas” y destacó el tuit del presidente Juan Manuel Santos cuando lamentó la muerte de los militares y agregó que “esta guerra que tenemos que parar”. Al final de la tarde de ayer, Santos instó a la fuerza pública a retomar los ataques contra la guerrilla. “Que les quede muy claro a las FARC; no me voy a dejar presionar, óigase bien, no me voy a dejar presionar por hechos infames como éste para tomar una decisión sobre cese al fuego bilateral. La decisión de un cese al fuego bilateral no puede darse ni se dará si no como consecuencia de un acuerdo serio, definitivo y verificable de terminación del conflicto”, dijo el presidente desde Cauca adonde llegó acompañado de la cúpula militar.

Desde allí, el presidente aseguró que no se trató de una acción fortuita de las FARC, es decir, que no hubo un combate de parte y parte, sino que “el incidente fue producto de un ataque deliberado... Claro rompimiento de la promesa del cese al fuego unilateral”. Pero agregó, contradiciendo a los pesimistas en torno de los diálogos en La Habana, que hechos de esta gravedad “demuestran una vez más la necesidad de acelerar las negociaciones que pongan fin a este conflicto que sigue llenando de luto a las familias colombianas”. Al cierre de esta edición, todavía no se conocía cómo se desarrollarán las exequias de Benavides, Popayán, Paez, Turriago, Queneme, Prado, Puentes, Cotaro, Laquileo, y Blanco, las víctimas fatales del más reciente episodio de esta guerra que suma más de sesenta años consecutivos.

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