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El mundo|Jueves, 4 de junio de 2015
En el cierre de campaña

Turquía caliente

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La campaña electoral turca para las elecciones del 7 de junio atraviesa un clima de restricción de la libertad de expresión. Ayer, grupos de derechos humanos e intelectuales denunciaron que el gobierno acusa sin fundamentos a sus oponentes para acallarlos. “Los tres partidos de la oposición están conspirando contra el gobierno”, aseguró el primer ministro, Ahmet Davutoglu. Según el premier, tanto los socialdemócratas del Partido Republicano del Pueblo (CHP), como los conservadores del Partido de Acción Nacionalista (MHP) y los pro-kurdos del Partido Democrático del Pueblo (HDP) parecen coordinarse para arremeter contra el partido en el poder desde 2002, el islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). Davutoglu aseguró además que las tres fuerzas formaron una alianza con los seguidores del predicador islamista Fethullah Gülen, con la guerrilla del Partido de Trabajadores de Kurdistan (PKK), retirada en las montañas iraquíes de Kandil, y con el DHKP-C, un grupo marxista supuestamente responsable de atentados y secuestros.

La acusación de conspiración podría ser retórica, pero es un cargo cada vez más frecuente en el sistema judicial turco, empleado a menudo contra cualquier disidente. Incluso la red de Gölen, firme aliada del AKP hasta el verano de 2013, fue calificada recientemente de organización terrorista por el Ministerio Público turco, y no pasa semana sin que se arreste a personas supuestamente vinculadas con ella, a menudo ex altos cargos de la propia policía. Espionaje y propaganda a favor de una organización terrorista son también los cargos de la fiscalía de Estambul contra el periodista Can Dündar, a los que se suma el de intento de derrocar el gobierno, en una denuncia interpuesta por el propio presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que pide una doble cadena perpetua.

El delito de Dündar: publicar en su diario, Cumhuriyet, fotografías y videos que supuestamente muestran cajas con armamento en unos camiones que los servicios secretos turcos escoltaban a Siria en enero de 2014. La fiscalía turca había procedido a registrar estos camiones, pero el operativo policial fue abortado luego de advertir el gobierno que se trataba de envíos de ayuda humanitaria bajo protección de los servicios secretos, que no podían ser inspeccionados. La reacción de Erdogan contra Dündar, advirtiéndole de que pagaría caro su osadía, desencadenó una oleada internacional de comunicados de respaldo al periodista.

“La investigación criminal y las amenazas contra el periódico son parte de una actitud preocupante del gobierno, que arremete contra todo intento de vigilar sus actos”, lamentó la organización Human Rights Watch en un comunicado emitido ayer. Decenas de intelectuales turcos, entre ellos el premio Nobel Orhan Pamuk, firmaron mensajes de solidaridad con Dündar y el diario. “No debemos sacrificar la democracia y la libertad de pensamiento en la agitación y pasión electoral”, dijo Pamuk en su mensaje, mientras que el filósofo esloveno Slavoj Zizek calificó a Dündar de héroe de la libertad y lo comparó con Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden.

El discurso del gobierno, sobre todo de Erdogan, también el de Davutoglu, limita cada vez más el espacio del disenso legítimo y tilda de traición a la patria toda opinión contraria al gobierno, se queja la prensa opositora. “Davutoglu no ha aclarado cuál es el papel de los partidos de la oposición, si no deben oponerse al gobierno”, señaló el diario Hürriyet Daily News. Cada día que pasa el ambiente se vuelve más tenso: por primera vez desde que el AKP llegó al poder en 2002, se dibuja la posibilidad de que pierda la cómoda mayoría absoluta que renovó en 2007 y en 2011. Como todo depende de si el HDP supera el umbral electoral del 10 por ciento, opción probable pero no asegurada, es difícil predecir el reparto de escaños en el Parlamento.

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