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El mundo|Lunes, 29 de junio de 2015
Rousseff y Obama normalizarán las relaciones tras las revelaciones del ex agente Snowden

Un encuentro, superado el espionaje

Estados Unidos fue desplazado por China al segundo lugar en el comercio con Brasil, y uno de los objetivos de este viaje de Dilma es “duplicar” el comercio con el Norte. Se habla de un “giro inexorable” de las prioridades diplomáticas brasileñas.

Por Darío Pignotti
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“La expectativa (sobre el encuentro con Obama) es muy buena”, declaró la mandataria de Brasil.

Página/12 En Brasil

Desde Brasilia

Dilma Rousseff será agasajada hoy por Barack Obama en la Casa Blanca, cuando serán normalizadas las relaciones deterioradas desde que Edward Snowden divulgó archivos sobre el espionaje de la agencia NSA contra Petrobras, la petrolera que actualmente es objeto de acoso judicial por parte de accionistas norteamericanos.

“La expectativa (sobre el encuentro con Obama) es muy buena”, declaró la mandataria que inició ayer por la mañana su agenda de compromisos en Nueva York sin la presencia del (súper) ministro de Hacienda Joaquim Levy, responsable del plan de ajuste ortodoxo en curso y avalista del gobierno ante Wall Street.

Acompañada por el canciller Mauro Vieira y el ministro de Industria y Comercio Exterior, Armando Monteiro Neto, Dilma encabezó ayer un evento con empresarios brasileños, entre los que había ejecutivos de la multinacional Odebrecht (cuyo titular fue preso por el escándalo Petrobras), y norteamericanos en el neoyorquino Hotel St. Regis.

Estados Unidos fue desplazado por China al segundo lugar en el comercio con Brasil, y uno de los objetivos de esta misión es “duplicar” el comercio (de 62.000 millones de dólares) en diez años, una meta considerada “razonable” por el ministro Monteiro Neto.

“Cuando hablamos del comercio con Estados Unidos hablamos de una coyuntura muy competitiva en el área manufacturas, donde disputamos mercado con players muy importantes, no es fácil competir en bienes industriales”, consignó ayer Monteiro Neto estableciendo una comparación con China que importa principalmente materias primas brasileñas.

Pero si bien Estados Unidos demanda más productos industriales que China, lo hace a costa de tener un superávit comercial de 8000 millones de dólares, una desventaja que Brasilia quiere corregir.

Con el brindis durante la cena de esta noche Dilma y Obama pondrán fin a 20 meses de vacío diplomático iniciados cuando Snowden ventiló a mediados de 2013 millones de documentos de la NSA sobre Brasil. En ese acervo quedó registrado cómo, durante años, fueron violados los archivos de empresas estatales, la más importante Petrobras, y hasta el despacho presidencial.

A fines de septiembre de 2013, poco después de conocer los alcances y la autenticidad de las filtraciones, Dilma desistió de realizar una visita de Estado a Washington –sería la primera en casi dos décadas– y presentó una iniciativa contra el espionaje cibernético que obtuvo un amplio respaldo en la ONU. Paralelamente propuso eludir las bases de datos norteamericanas con un tendido de fibra óptica entre Brasil y Europa, exigió a Obama que exprese sus disculpas y haga conocer detalles de la información robada.

Finalmente, y pese a que Obama nunca se disculpó, la distensión llegaría en abril de este año, cuando los presidentes conversaron en la Cumbre de las Américas.

“¿Quedó conforme con las explicaciones de Obama?”, preguntó este diario a Rousseff hace un mes. “La NSA investigó de forma ilegal... pero (luego) Obama adoptó varias resoluciones, entre ellas la que determinó que no corresponde espiar a países amigos... Para nosotros el asunto está concluido”, respondió Dilma.

Luego de la cena de hoy en Washington, que según la prensa será para pocos invitados, Rousseff se alojará en la Blair House, residencia de huéspedes en la que ya se hospedaron Luiz Inácio Lula da Silva y Fernando Henrique Cardoso. Y mañana se reencontrará con su colega para una reunión de trabajo en la que se hablará de la relación bilateral, el cuadro latinoamericano (donde posiblemente aparecerán Cuba y Venezuela), comercio, defensa y energía, según se anticipó en Brasilia.

Lo mismo dicen los voceros estadounidenses, pero ellos suelen ser más insistentes en el rubro “energía”.

Ocurre que poco después del escándalo de la NSA las compañías norteamericanas fueron derrotadas por Petrobras y petroleras chinas en la subasta del megacampo de Libra con unos 10.000 millones de barriles de reservas. Desde hace años grupos de interés norteamericanos, apoyados discretamente por su gobierno, pujan para que Brasil revise la legislación nacionalista redactada por Dilma, que otorga prioridad a Petrobras y recorta privilegios de las multinacionales.

En otras palabras: las norteamericanas Chevron y Exxon quieren recuperar posiciones, lo cual sólo será posible si se vuelve a la ley sancionada durante el gobierno de Cardoso, perteneciente al Partido de la Socialdemcracia Brasileña (PSDB). Coincidentemente (o no) mañana, cuando Dilma y su colega demócrata Obama conversen en la Casa Blanca el Senado brasileño tratará un proyecto del PSDB que propone volver a la apertura petrolera. Paralelamente, un juez de Nueva York anunció la semana pasada que en 10 días comunicará su fallo sobre la demanda de accionistas de Petrobras que exigen resarcimiento debido a las coimas y sobrefacturación denunciados en el caso “Lava Jato” (lavado rápido). El diario de negocios Valor Económico se sorprendió ante la “audiencia sorprendentemente corta” celebrada por el juez Jed Rakoff, quien ya “tendría una decisión tomada”. Seguramente su sentencia será contra Petrobras.

De costa a costa

Dilma concluirá su viaje el miércoles en California, donde visitará la sede de Google, la Universidad de Stanford, un centro de pesquisas de la NASA y conversará con la ex secretaria de Estado, la republicana Condoleezza Rice. Esta gira norteamericana de Costa a Costa y la visita de Estado a México, realizada hace un mes, indicarían que Brasil comienza correr su proa hacia el Pacífico y hacia el Norte. Algunos observadores afirman que se trata de un “giro inexorable” de las prioridades diplomáticas brasileñas que, de este modo, comienza a dejar en un segundo plano la preferencia por el eje Sur-Sur y la “política externa altiva” adoptada por los gobiernos del PT desde 2003 cuando Lula inició su primer mandato.

Coinciden con esa perspectiva el lobby financiero, encarnado por el ministro liberal Joaquim Levy (que arribó a Nueva York el domingo por la tarde), y del agronegocio, representado por la titular de Agricultura, Katia Abreu, la misma que en la reciente cumbre Celac-UE se desbocó recomenando firmar acuerdos de libre comercio sin el consenso del Mercosur.

Similar urgencia aperturista expuso recientemente el presidente de la Cámara de Comercio Brasil-Estados Unidos en Brasil, Gabriel Rico, y la Confederación Nacional de la Industria, entidad brasileña que fue presidida por el actual ministro Armando Monteiro.

Una visión menos cortoplacista del viaje de Dilma a Estados Unidos, sin dudas el más importante del año, indica que por lo pronto no se asiste a una revisión integral de la política externa con énfasis en el eje SurSur. Pruebas al canto: a poco de retornar de Washington la presidenta embarcará hacia Rusia para tomar parte en la cumbre del grupo Brics en la que espera dar un envión definitivo al Banco de Desarrollo, cuyo vicepresidente será Paulo Nogueira Batista Junior, un economista desarrollista, la misma escuela en la que se formó Dilma.

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