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El mundo|Domingo, 5 de julio de 2015
ENTREVISTA A PANICOS DEMETRIADES, EX PRESIDENTE DEL BANCO CENTRAL DE CHIPRE

“El referendo no es la solución mágica”

El economista chipriota conoce en carne propia lo que es un corralito: lidió con la corrida bancaria durante la crisis de 2013 en su país. Habla sobre el margen de maniobra que tiene hoy una economía con la soga al cuello.

Por Marcelo Justo
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El primer ministro Alexis Tsipras propone el voto negativo en el referéndum de este domingo.

Desde Londres

El corralito bancario, que empezó este lunes, está asfixiando el consumo, la inversión y la producción de una economía que ya estaba contra las cuerdas. En algunos negocios las crónicas periodísticas registran que no ha habido un solo cliente en todo el día. Con un límite de 60 euros y sin garantías de que los cajeros automáticos tengan fondos en el futuro, la reacción de amplios sectores es el acaparamiento de efectivo como un seguro para un futuro en el que no quede nada. El impacto se está empezando a sentir en algunas encuestas que dan una ventaja mínima en el referendo del domingo al Sí a favor de la austeridad que propone la troika. En una entrevista con la BBC una taxista al borde del llanto le decía a la cronista que votaría a favor del Sí no porque creyera en la austeridad, sino porque tenía hijos y se sentía “muy débil para poder resistir”.

En una reciente carta abierta publicada por el Financial Times, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, el francés Thomas Piketty, el ex primer ministro de Italia Massimo D’Alema encabezaban una lista de 28 economistas que exhortaban a negociar con Grecia. Uno de los firmantes de la misiva era el ex presidente del Banco Central de Chipre Panicos Demetriades, hoy académico de finanzas de la Universidad de Leicester. Demetriades conoce en carne propia lo que es un corralito: lidió con la corrida bancaria durante la crisis chipriota en 2013. Página/12 dialogó con Demetriades sobre el margen de maniobra que tiene hoy una economía con la soga al cuello.

–El corralito se está sintiendo en toda la economía. ¿Cuánto tiempo puede sostener Grecia esta situación?

–Nadie está a salvo de una situación así. El consumidor porque no tiene dinero para comprar, el empresario porque no puede pagar salarios, las compañías porque que no pueden importar insumos imprescindibles. Un sistema bancario disfuncional impacta a todos. No me sorprendería que pronto haya problemas de acceso a los productos de primera necesidad. Muchos jubilados no tienen tarjetas para acceder a los cajeros automáticos y tienen que lidiar con inciertas colas en los bancos. Los turistas, tan importantes en la economía griega, tampoco se verán tentados a viajar a un país cuando sus propias cancillerías les aconsejan que lleven efectivo porque los cajeros probablemente se queden muy pronto sin fondos. Si esto continúa la próxima semana las cosas se agravarán y la economía se paralizará por completo. No veo una salida a esto a menos de que haya un acuerdo entre Grecia y los acreedores. Si no lo hay, tenemos un largo período en que los bancos tendrán que permanecer cerrados y sólo volverán a abrir cuando haya una nueva moneda. Ahora bien, una cosa es hablar de una nueva moneda, otra implementarla. Sólo la logística de la creación de una nueva moneda toma tres meses. Ni qué hablar de las complicaciones legales, económicas o diplomáticas.

–¿Qué pasa si este domingo los griegos votan a favor de la austeridad que propone la troika tal como están pidiendo Alemania y la Comisión Europea?

–Si vota a favor, sería muy difícil que el primer ministro Alexis Tsipras pueda continuar en el poder. Si renuncia habrá que llamar a elecciones, pero esto tampoco se hace del día a la noche. Toma tiempo y mientras tanto los bancos deberán permanecer cerrados. De modo que no hay una solución mágica a esta crisis por el mero procedimiento del referendo. Es cierto, si hay un Sí probablemente haya una mayor posibilidad de que los bancos abran que si hay un No, pero en ningún caso ocurrirá rápido.

–Si la respuesta es No, Tsipras ha dicho que volverá al otro día a la mesa de negociaciones. Muchos dirigentes europeos parecen oponerse a esto. En 2013 usted lidió con una crisis similar en Chipre. ¿Habrá una nueva negociación?

–Van a tener que volver a negociar. Sea cual sea el resultado del referendo. En parte el único sentido de este referendo es que puedan volver a negociar. No creo que el resto de Europa ofrezca nuevos términos para un acuerdo con Grecia. Seguramente será lo mismo sobre la mesa.

–Pero precisamente el mismo FMI considera que en el esquema actual la deuda es insostenible. ¿Qué sentido tiene volver a eso?

–En esto el gobierno griego tiene razón. Lo que parecen ofrecerle son acuerdos, pero no soluciones. Lo único que se está haciendo por el momento es patear la pelota hacia adelante para ver cuándo se puede solucionar el asunto. No se puede continuar así. Se necesita algún tipo de alivio de la carga de la deuda. Sea con reestructuración, con plazos más largos, con menores tasas de interés o períodos de gracia. Para pagar la deuda se necesita crecimiento. El gobierno griego pedía que el pago de la deuda fuera condicional al crecimiento. Una idea razonable, pero con problemas de implementación. Igual creo que si hay voluntad política, debería haber una solución. Lo que pasa es que también hay fatiga política con un proceso de negociación que ha durado cinco meses.

–Grecia en las últimas dos semanas pareció acercar mucho su posición a lo que pedían los acreedores. Hubo un momento en que todos parecieron celebrar que estaban sentadas las bases de un acuerdo y, sin embargo, al otro día, volvieron a aparecer las diferencias por el lado de los acreedores. Daría la impresión de que para los acreedores no se trata sólo de Grecia. Hay un temor concreto a que si la estrategia de Tsipras funciona, otros países ensayarán lo mismo. En España hay elecciones en noviembre y un partido similar a Syriza, Podemos, con buenas posibilidades.

–Es difícil de saber qué pasó con ese acuerdo que parecía a punto de rubricarse. Pero es cierto que hay otros países en juego. Por eso es un problema muy difícil. El mismo voto del domingo es impredecible. Es probable que el desgaste incline a la gente al Sí. Pero lo cierto es que pase lo que pase tendrá que haber una nueva negociación. No creo que incluso en caso de que sea un No el resto de Europa pueda desentenderse del problema.

–¿Le parece que el euro sería viable sin Grecia?

–No. Este es uno de los grandes peligros que muchos no parecen entender en toda su dimensión. Hay muchos que piensan que la salida de Grecia es algo que se puede absorber porque se han desconectado muchos de los puntos de contacto financiero entre Grecia y el resto de Europa. La idea es que se perderán unos 100 mil millones de euros si hay un default, pero se olvidan de una premisa básica de la unión monetaria: que era irrevocable. La razón de fondo de esta premisa es que, de otra manera, la moneda no podía enfrentar ataques especulativos. Una vez que se revoca el vínculo de un país con una moneda, se está diciendo que la unión monetaria es revocable para cualquier otra nación. Y los mercados buscarán el próximo candidato, sea Italia, España o Chipre. Además esos 100 mil millones que en papel pueden parecer llevable, en la práctica política pueden ser muy difíciles de sobrellevar. Alemania perderá 40 mil millones de un saque. ¿Qué le dirá el gobierno al Parlamento entonces? ¿Qué pasa si de golpe viene otra crisis de liquidez? En este sentido no deberían ser tan cortoplacistas.

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