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Página/12 En México
Desde México, D. F.
Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, de nuevo es el narcotraficante más buscado del mundo. Ayer se fugó por segunda vez de un penal de máxima seguridad en México, para escarnio de un gobierno al que su confinamiento y los seis procesos judiciales que le seguían era una de las pocas cosas que le quedaban para justificarse fuera del país, mientras que al interior se le agotan los asideros de gobernabilidad en apenas 32 meses de ejercicio en el poder.
“Es una afrenta al Estado mexicano”, dijo Peña Nieto al arribar a París, cuando ya pasaba del mediodía del domingo en la capital francesa, para dar inicio a una visita de Estado, pero no dio visos de cancelar ninguna de las actividades que tiene programadas hasta el jueves de esta semana. Durante el vuelo nocturno, el avión presidencial debió cruzarse en el aire con el vuelo que llevaba de regreso al secretario de Gobernación Miguel Angel Osorio Chong, el único que debió cancelar el viaje para volver de urgencia a México para hacerse cargo de la crisis de seguridad que representa la fuga de El Chapo Guzmán.
Peña Nieto se enteró de la fuga en algún momento del primer tramo de vuelo hacia el Aeropuerto Internacional de Gander, Canadá, para la única escala del viaje a Francia en la que es seguido por una comitiva de unas 400 personas, entre su familia, buena parte de su gabinete y cualquier cantidad de funcionarios públicos, artistas, intelectuales, empresarios, invitados, prensa y militares que participarán del tradicional desfile del 14 de Julio en París.
Mientras el avión presidencial estaba en el aire, El Chapo Guzmán recorría sigilosamente un túnel desde los baños del Penal de Máxima Seguridad del Altiplano, en el estado de México, hasta una vivienda en un complejo habitacional popular, a kilómetro y medio de distancia, desde donde simplemente desapareció... otra vez, igual que lo hizo el 19 enero de 2001 del Penal de Máxima Seguridad de Puente Grande, en Jalisco.
Peña Nieto obtuvo un bono de credibilidad que le permitió sortear los primeros síntomas de descomposición de su administración cuando El Chapo fue recapturado en febrero de 2014 por elementos de la Marina. El presidente prometió entonces que el célebre narcotraficante (incluido entre los hombres más ricos del mundo en la lista de Forbes, con una fortuna personal calculada en 1000 millones de dólares) jamás volvería a escapar de una prisión mexicana. “Sería imperdonable”, declaró a una cadena de televisión estadounidense que estaba interesada en saber si México pensaba extraditar a Guzmán Loera a Estados Unidos. “Este es un delincuente que tiene que enfrentar a la Justicia mexicana”, dijo Peña Nieto y comprometió a su administración a que “la fuga ocurrida hace algunos años nunca más se vuelva a repetir”.
Anoche, El Chapo Guzmán puso en perspectiva el valor de la palabra presidencial empeñada, y decidió escapar otra vez de prisión. La última vez que las cámaras de la prisión registraron su imagen fue a las 20.52 horas, cuando entró a la zona de las duchas. Ahora lo buscan en al menos siete estados del país. Por lo pronto, los 18 empleados del penal que se encontraban de turno al momento de la fuga son interrogados en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (Seido), junto con al menos otras 12 personas.
El escape no fue una empresa menor. Una cuadrilla de trabajadores debió excavar casi 100 metros por mes, es decir, más de tres metros diarios de un túnel de 1,70 metros de alto por 70 centímetros de ancho, durante unos 16 meses para que El Chapo saliera por ahí.
A las autoridades mexicanas le bastaron 7 minutos para informar de la fuga de El Chapo y hacer lo propio para evadir cualquier pregunta de la prensa, convocada de urgencia al filo de la media noche del sábado.
El comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, leyó un comunicado que explicó que el túnel utilizado por el narcotraficante se abría en una boca cuadrada de 50 por 50 centímetros y una profundidad de un metro y medio. Este conducto comunica con un cubo vertical de 10 metros al que se desciende por una escalera. Ahí se conecta al túnel principal con una altura aproximada de 1,70 metro, un ancho de 70 centímetros y una longitud de más de mil 500 metros.
Se trata de una obra de alta ingeniería: está equipado con aire acondicionado e iluminación. Una motocicleta adaptada corre sobre rieles para la tracción, con la que presumen es posible que se debieron transportar materiales y herramientas para la excavación y extracción de tierra.
Este es uno de los principales detalles: por las dimensiones del túnel, se calcula que debieron excavarse y retirarse más de mil 800 metros cúbicos de tierra, suficientes para llenar más de 27 de los mayores contenedores de carga marítima que existen.
La longitud misma del túnel es impresionante: equivale a ir desde el Obelisco, en Plaza de la República, hasta la parada del subte en Avenida Independencia. Para su excavación se utilizaron grandes volúmenes de materiales de construcción y se encontraron tanques de oxígeno e indicios de que personal de construcción vivía ahí. El túnel mayor desemboca en un inmueble en obra negra, ubicado en la colonia Santa Juanita, cercana al penal federal de máxima seguridad del Altiplano, en Almoloya, Estado de México, la entidad gobernada por Enrique Peña Nieto y de la cual salió para contender y ganar la presidencia de la República en 2012.
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