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El mundo|Lunes, 24 de agosto de 2015
La experta Liziane Guazina señala que la derecha gana el espacio público en Brasil y ello puede llevar a menos democracia

“Una calle que demanda menos derechos”

La investigadora Guazina observa dos paradojas en el Brasil actual. La derecha se hizo fuerte en las marchas, un lugar dominado por la izquierda. Pero exige gobiernos más duros y menos derechos. Por ejemplo, pide bajar la edad penal.

Por Darío Pignotti
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Cientos de miles de brasileños se movilizaron el domingo 16 para pedir la renuncia de la presidenta Rousseff.

Página/12 En Brasil

Desde Brasilia

Fascismo políticamente correcto. La chica de 17 años vestida con la camiseta verdeamarilla contó por qué marchó por la salida de Dilma Rousseff con la misma levedad que describiría los posters de la banda pop One Direction con lo que adorna su cuarto. “Esta es mi primera protesta, por supuesto que quiero el impeachment... precisamos un país mejor”, dijo Fernanda reproduciendo el sentido común de los cientos de miles de brasileños movilizados hace ocho días por la destitución, incluso manu militare, de la presidenta elegida diez meses atrás por 54 millones de ciudadanos. Cuando le preguntaron si es de “derecha o izquierda”, ella no dudó: “Soy de derecha”. Al tener que explicar su opción vaciló unos segundos hasta pedir el auxilio de una señora que la acompañaba a quien preguntó: “¿Mamá por qué soy de derecha?”.

Después de ver las respuestas de Fernanda viralizadas en una red social (https://www.youtu be.com/watch?v=vRIokvC02AA), la investigadora Liziane Guazina observó, en entrevista con Página/12, que “en estas imágenes hay muchos elementos que sintetizan el ambiente político de hoy en Brasil”.

Ganar la calle

Responsable del núcleo de estudios de Medios y Política de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Brasilia, Liziane Guazina constata que la izquierda perdió su preeminencia sobre la calle a manos del aluvión conservador. “La gran paradoja de este momento es que la derecha se hizo fuerte en el espacio público que siempre había estado dominado por la izquierda. En la marcha del domingo 16 y en las otras de marzo y abril por la salida de Dilma vemos una derecha queriendo ser y siendo protagonista. La derecha brasileña se apropió de la necesidad de participación. La crisis de representatividad que existe en Brasil debido a un sistema político superado terminó siendo una bandera de los conservadores que están liderando el proceso político con la anuencia de los grandes medios, y todo esto hace que se legitimen métodos autoritarios.”

“Y la otra paradoja es que esta mayor participación nos puede llevar a menos democracia. Uno de los principios defendidos históricamente por la izquierda era el que decía que había que participar más para ampliar la democracia, para tener más pluralidad para conquistar más derechos. Ahora esta mayor participación conservadora hace lo contrario. Cuando la gente de derecha sale a la calle lo hace para demandar menos libertad (quieren gobiernos más duros), demanda menos derechos (por la reducción edad penal, contra legalización aborto), demanda más exclusión (contra Bolsa Familia y programa salud Más Médicos). Si estas manifestaciones crecen nos pueden llevar a situaciones límites, pero para afirmar esto habrá que esperar que pase más tiempo.”

Luego de describir cómo el frente destituyente se apropió de la iniciativa política, Guazina retorna al video de Fernanda, la joven de derechas, detrás de quien se ven otros manifestantes haciendo selfies junto a policías militarizados.

“Me parece que esa chica es la personificación de la ignorancia política, ella ignora sus raíces históricas, ignora que es el sistema político de su país. Pero Fernanda no puede ser considerada inocente porque está participando en la concentración de San Pablo que fue la más fuerte del país. Aunque ella ignore lo que significa su opción política, esa participación tiene consecuencias. Pensándolo mejor, yo la definiría como la personificación de la ignoracia participativa, yo no sé si ese caso en sí puede ser considerado una amenaza a la democracia. Habría que estudiarlo mejor para afirmarlo.”

Qué significa Lula

“La voz ronca de las calles”, “Primer presidente operario” son definiciones citadas para evocar a Luiz Inácio Lula da Silva, cuyos dos gobiernos suelen ser identificados como los de la “Bolsa Familia”, “El aumento del salario”, “La política externa altiva” y “El fortalecimiento de Petrobras”.

Luego de haber dejado el gobierno el 31 de diciembre de 2010 con más del 80 por ciento de respaldo, la imagen de Lula se ha vuelto uno de los blancos predilectos de las empresas de comunicación a través de una fórmula conocida: producir noticias que lo vinculan con hechos de corrupción sin que haya indicios y menos aún documentos probatorios. El fundador del Partido de los Trabajadores (PT) respondió con procesos judiciales ante los abusos desinformativos del grupo Globo y la revista Veja, pero esto no detuvo las calumnias.

Durante los actos del domingo 16 fue instalado un muñeco inflable con la imagen de Lula, vestido como presidiario, frente al Congreso en Brasilia donde hubo cánticos ofensivos repetidos en otras ciudades.

Las autoridades del PT han denunciado una campaña que busca neutralizarlo como potencial candidato presidencial en 2018, para lo cual será necesario dinamitar su capital simbólico. Esto es, hacer que el “significante” Lula sea vaciado de connotaciones positivas reemplazadas por una cadena de conceptos negativos como “corrupción” y “tráfico de influencias”.

La especialista Guazina menciona la “batalla semántica en torno del símbolo Lula que todavía tiene una imagen buena en una parte importante de la población que sabe que su legado es real, porque el Brasil de hoy no es el mismo de antes de 2003 (inicio primera gestión PT). Ese muñeco inflable y otros elementos nos dicen que hay un discurso de aniquilamiento de esa figura. Para estos grupos conservadores no basta ser adversarios de Lula, para ellos él tiene que desaparecer. Esto pasa en los medios y en las redes sociales, donde hay varias apropiaciones, resignificaciones de la imagen de Lula a través de memes con Lula en un cajón, de Dilma en un cajón”.

“Otra forma de revertir la fuerza simbólica de Lula es afectando la imagen de Petrobras. Muchos recordarán aquella foto de Lula en 2006 vestido con el overol naranja en una plataforma de Petrobras con los dedos empetrolados, eso era fuerte. No sé si esa simbología desapareció del todo, pero uno observa que está siendo desconstruida la idea de Petrobras como una gran empresa, como la potencia de Brasil. Ahora en este contexto político nuevo, con esta discursividad legitimada por los medios hegemónicos se va imponiendo el sentido común de que Petrobras está ligada al delito, a los sobornos.”

En este punto la doctora Guazina propone reflexionar sobre cuál sería la interpretación más apropiada de la libertad de expresión.

“Ese es uno de los grandes temas que debemos plantearnos hoy en Brasil, porque estos grupos conservadores reivindican su derecho a tener voz, a tener libertad de expresión para incitar al odio, eliminar al adversario, hasta para justificar algo contrario a la democracia como la intervención de los militares. Están planteando una libertad sin ninguna responsabilidad, que no respeta los derechos humanos, ni la convivencia pacífica. Entonces uno debe preguntarse: ¿Eso es realmente libertad de expresión?”

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