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El mundo|Miércoles, 9 de septiembre de 2015
Entrevista a Joel Millman, portavoz de la Organización Internacional de la Migración

“Por ignorar un problema no desaparece”

En el organismo intergubernamental que representa Millman participan 157 países. Dice que para superar la crisis hacen falta respuestas políticas, diplomáticas y hasta militares.

Por Marcelo Justo
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Aylan Kurdi, el niño sirio ahogado cuya foto conmovió al mundo.

Página/12 En Gran Bretaña

Desde Londres

La imagen de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años muerto en las costas de Turquía, puso finalmente en movimiento una respuesta internacional a una crisis de refugiados que, dado el contexto económico-político de muchos países, viene para largo. El vice canciller alemán, Sigmar Gabriel declaró ayer que Alemania podría recibir unos 500 mil refugiados anuales durante varios años. Sin embargo, la respuesta europea es dispar. Mientras que Francia se mostró dispuesta a participar en la iniciativa de la canciller Angela Merkel para que los 28 países de la Unión Europea acepten alrededor de 1,2 millón de refugiados, el Reino Unido indicó que no lo haría porque eso incentivaría la inmigración y Hungría acusó a los otros miembros de actuar a ciegas sin una clara estrategia. Página/12 dialogó con Joel Millman, portavoz de la Organización Internacional de la Migración, organismo intergubernamental en el que participan 157 países dedicados a “promover una migración humana y organizada”.

–¿Cómo evalúan la respuesta mundial a partir de la muerte del niño Aylan Kurdi?

–Indudablemente activó la actitud de los europeos. Pero la ola de simpatía, que ahora está creciendo mucho, existía antes de la muerte de Aylan Kurdi. Hay familias que venían ayudando a los inmigrantes que estaban llegando de Hungría, estudiantes que hacían lo mismo, es decir, una consciencia creciente de que había que rechazar la xenofobia. En mi opinión ha sido muy importante que Alemania, Francia y Holanda estén mostrando un claro liderazgo para aceptar un importante número de refugiados sin usar la ley como escudo y pretexto para no recibir gente.

–Al mismo tiempo hay una clara disparidad si uno considera la respuesta de Alemania en comparación con la del Reino Unido.

–Disparidades siempre hay. Pero mejor que haya algo que nada. Australia, que tiene una política muy dura respecto a los inmigrantes que intentan llegar en barcas, ha dicho que aceptará a miles de sirios. Eso es positivo. No sé si el cambio se ha debido a la muerte de este niño o porque los refugiados no parecen tan extraños o diferentes de aspecto. En todo caso el paradigma está cambiando poco a poco. Claro que cada país tiene un perfil peculiar vinculado con su situación económica, política y social. En el caso del Reino Unido hay temas peculiares que van desde el referendo el año pasado por la independencia de Escocia, que dejó una sensación de amenaza sobre la identidad nacional, hasta años de quejas sobre la inmigración, y no solo sobre la inmigración “ilegal” sino también sobre la que proviene de otros países de la Unión Europea, como búlgaros, polacos, etc., es decir inmigrantes legales que muchos británicos sienten que están sacándoles sus empleos.

–Mientras la población del Reino Unido se está incrementando, la de Alemania está cayendo. Si Alemania acepta más refugiados es porque los necesita, mientras que la situación del Reino Unido sería la inversa. ¿Se puede decir que la nueva reacción europea tiene un trasfondo más económico que humanitario?

–Son las dos cosas, pero lo humanitario va primero. Europa tiene una bomba de tiempo demográfica. Está cayendo su tasa de natalidad y aumentando su necesidad de trabajadores capacitados y no capacitados. Al mismo tiempo están estos jóvenes tanto del Medio Oriente como de Africa, que no pueden trabajar en sus países por la situación existente, y que pueden suplir esta necesidad europea. En este sentido las dos partes, los migrantes y los receptores, deberían ser socios. Pero es cierto que al mismo tiempo hay una resistencia en muchos países intensificada por la cobertura que le han dado muchos medios a este tema.

–Pero al mismo tiempo que puede haber una lógica estratégica desde el punto de vista demográfico, la realidad es que los problemas económicos de la Eurozona y de otros países de la UE en el aquí y ahora generan tensión.

–Se ha creado mucho el temor de que los inmigrantes vengan a Europa para usar los servicios públicos y vivir del seguro de desempleo. No es la realidad de la enorme mayoría. Muchos inmigrantes quieren ir a países donde hay ya miembros de su familia que pueden integrarlos en su propia línea de trabajo. Esto a veces genera tensión porque los inmigrantes ofrecen servicios a menor precio que los locales. Es el temor que existe en algunos sectores del Reino Unido, aunque al mismo tiempo, al ofrecer servicios más baratos, ayudan a los consumidores también. De todas maneras creo que son tensiones puntuales y solucionables de un proceso que no debe oscurecer lo importante.

–En América latina ha habido una respuesta de brazos abiertos. Venezuela, que está atravesando una difícil situación económica, indicó que aceptaría 20 mil refugiados, el mismo número que el Reino Unido, a pesar de que, según el gobierno de David Cameron, el país tiene una economía rebosante de salud. Argentina, Chile y Brasil son otros países igualmente receptivos. ¿Cómo evalúan esta respuesta?

–Es una respuesta que ya estaba presente antes como se vio con el caso de Uruguay que hace unos meses indicó que aceptaban unos 200 refugiados, un número pequeño, pero una muestra de la voluntad de aceptar gente de otras partes del mundo. Venezuela ha tenido tradicionalmente esta posición, quizás por todos sus contactos con el Medio Oriente por el petróleo y la OPEP. Diría que en general la respuesta de América Latina ha sido positiva.

–La cuestión es que si bien el mundo en general ha reaccionado luego de la muerte de Aylan Kurdi, la realidad política y económica de países que están en medio de una guerra civil como Siria no va a mejorar a corto plazo. Es decir, que va a haber más refugiados. Con lo cual esta respuesta llega tarde y no es suficiente. ¿Qué más se puede hacer?

–Mucha gente en Europa piensa que se trata de todo o nada. O se aceptan todos los refugiados que vengan continuamente o se cierran las puertas y no se deja entrar a nadie más. Pensamos que se pueden explorar alternativas creativas como para tener un abanico de posibilidades para solucionar un problema que, como usted dice, es más que posible que se vaya a agravar. Le doy un ejemplo, la idea de suministrar trabajo temporal rotativo a familias de refugiados sirios en la frontera. En Suiza hay toda una época de trabajo agrícola que se podría solventar de esta manera. En Europa hay muchos trabajos para la tercera edad que los europeos no están tan dispuestos a hacer. Miembros de una familia podrían rotarse por períodos de tres o cuatro meses para hacerlos. No digo que sea una salida ideal. Digo que hay que explorar todas las posibilidades frente a una crisis de enormes proporciones.

–Aun así, la fuente del problema sigue siendo la situación en Siria. En estos días se ha hablado mucho de intensificar la presión militar sobre Estado Islámico.

–Nuevamente tenemos que evitar soluciones del tipo todo o nada, o enviar tropas o quedarnos con los brazos cruzados. Hay que extremar todas las vías diplomáticas y políticas para avanzar hacia una solución del problema. Seguramente se necesitará un componente militar, pero este podría ser un cese el fuego. Lo cierto es que un problema no desaparece porque uno lo ignore.

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