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El mundo|Jueves, 17 de septiembre de 2015
Tras cerrar la frontera con Serbia, el gobierno envió a los uniformados, que lanzaron gases lacrimógenos y cañonazos de agua

La policía húngara reprime a cientos de refugiados

Por los disturbios, dos migrantes fueron heridos de gravedad, mientras que cerca de 300 personas tuvieron que recibir atención médica, entre ellas 20 uniformados. El gobierno húngaro comenzó a construir un segundo muro.

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Los enfrentamientos tuvieron lugar en una antigua ruta nacional que conduce de Serbia a Hungría.

La policía húngara reprimió ayer a cientos de refugiados con gases lacrimógenos y cañones de agua tras el cierre de la frontera de Hungría con Serbia. La actuación de los efectivos fue criticada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Por su parte, y pese a las críticas de los sectores de derecha más radical dentro de su partido, la canciller alemana, Angela Merkel, aseguró que su país continuará recibiendo migrantes.

Los enfrentamientos tuvieron lugar en una antigua ruta nacional que conduce de Serbia a Hungría, a la altura de la localidad de Horgos. Los refugiados lanzaron piedras y palos de madera desde el lado serbio de la frontera contra la policía húngara, al grito de “abran, abran”. Según citó el periódico inglés The Independent, Walid, un agente de viajes proveniente de Idilib, Siria, relató que estuvo trabajando en Turquía, pero decidió marcharse porque las condiciones laborales eran intolerables. A principios de septiembre, viajó hacia el puerto turco de Bodrum para que un traficante lo llevara hacia Grecia. Pero luego de que la foto del niño sirio ahogado Aylan Kurdi recorriera el mundo, prefirió no hacerlo. “Tuve que trabajar en el mercado negro. No quisiera molestar a Europa, pero tampoco puedo volver a Siria”, dijo. Mientras Walid hablaba, las refugiados que encabezaban la columna empezaron a agitar los portones. En ese momento, algunos migrantes lograron avanzar a la parte húngara. Sin embargo, los efectivos los hicieron retroceder nuevamente. En esa intervención, los uniformados lanzaron gas pimienta, lacrimógenos y cañones de agua contra los refugiados, lo que provocó una estampida que incluyó a mujeres y a niños. Los migrantes comenzaron a dispersarse mientras se arrojaban agua en los ojos. Otros tuvieron que detenerse a vomitar.

Por los disturbios, dos refugiados fueron heridos de gravedad, mientras que cerca de 300 personas tuvieron que recibir atención médica. Por su parte, al menos 20 efectivos húngaros resultaron heridos de levedad. Horas después de los disturbios en Horgos, el ministro de Trabajo serbio, Aleksandar Vulin, acudió a la zona y se dirigió a los refugiados pidiéndoles calma. La situación en la frontera se tranquilizó cuando colectivos alquilados por la policía serbia se llevaron a varios refugiados al centro de migrantes de Kanjiza.

El portavoz de gobierno húngaro, Zlotan Kovacs, expresó que el actuar violento de los uniformados se debió a la provocación de los refugiados. “Inmigrantes ilegales armados atacaron la frontera húngara y rompieron el cerco. Desde entonces, los policías húngaros protegen la zona con sus cuerpos”, afirmó. “Estas personas no son pacíficas. No quieren simplemente pasar por Hungría. Representan un claro peligro”. dijo.

Ante la inminente llegada de más refugiados, el gobierno húngaro comenzó la construcción de otro muro en un tramo de su frontera con Rumania, una medida criticada duramente por este país, socio, como Hungría, de la Unión Europea (UE). En tanto, el ministro del Interior húngaro, Sandor Pinter, dispuso el cierre de los dos pasos limítrofes en las inmediaciones de Roszke por 30 días.

Por otro lado, el secretario general de la ONU condenó la represión en Hungría. “Puede que algunos países tengan problemas nacionales, todos los tienen. Pero debemos ser compasivos con la gente que está huyendo de la guerra y de la persecución”, afirmó Ban desde la sede de Naciones Unidas.

El funcionario señaló que en los últimos días se comunicó con altas autoridades europeas, incluidas las de Hungría, y les insistió en que traten la crisis de acuerdo con las convenciones internacionales en materia de asistencia humanitaria y derechos humanos. Agradeció los esfuerzos que está haciendo la UE para abordar este problema, aunque reconoció que hay diferencias de posiciones entre esos Estados, dependiendo de las condiciones de cada país. “Una por cada setenta personas necesitan asistencia por una serie de conflictos brutales, fallos en la gobernanza o desesperación económica”, aseguró.

En un esfuerzo por detener el número de migrantes que llegan a Europa, Alemania y Austria reforzaron los controles en sus fronteras sur durante el fin de semana, y el lunes Berlín ordenó el cierre de la línea de tren que llevó decenas de miles de personas desde Austria en menos de dos semanas. Sin embargo, la canciller alemana, Angela Merkel, insistió en que continuaría con su política de puertas abiertas pese a las críticas dentro de su partido. “Tengo que decir con toda sinceridad que si tuviera que empezar a pedir disculpas por mostrar una cara amable en una emergencia, entonces no estaría en mi país”, dijo.

Como primera medida, Alemania se comprometió a crear centros especiales de tránsito para gestionar la distribución de los refugiados. Merkel quiere que Grecia e Italia establezcan “puntos críticos” que sean capaces de distinguir entre los refugiados de guerra genuinos y los migrantes por motivos económicos. Junto con otros líderes de la UE, la canciller alemana manifestó su voluntad de mejorar las condiciones de los refugiados sirios en Turquía y Jordania.

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