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El mundo|Martes, 25 de noviembre de 2003
EL PLAN DE MEDICARE AQUIETO EL SENADO DE EE.UU

Negocio con la tercera edad

El polémico proyecto de Bush de reformar el sistema de salud para ancianos es para los demócratas una privatización encubierta.

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Una anciana es atendida mediante el programa Medicare.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, está llevando la campaña electoral al frente doméstico, en un intento de desviar la atención de los problemas exteriores –llámese Irak–. La Casa Blanca está haciendo lo imposible para que el Congreso apruebe varios proyectos de ley de importancia clave para las elecciones –energía y reforma del sistema de salud para ancianos (Medicare)–, mientras los demócratas del Senado intentaron ayer, por todos los medios, bloquear la aprobación final de la polémica reforma del seguro de salud para los ancianos, a la que consideran una privatización encubierta de este programa federal.
El Senado acordó ayer limitar el debate sobre la reforma del programa conocido como Medicare, que beneficia a 40 millones de ancianos, y votar el proyecto antes del jueves –la cadena CNN advirtió que sería a última hora de ayer, pero al cierre de esta edición no había noticia–. Liderados en el tercer día de debate por el senador Edward Kennedy, los demócratas prometieron utilizar todos los medios a su alcance para bloquear la aprobación del proyecto de ley, sobre el que existe una gran división en la Cámara alta del Congreso. La Cámara de Representantes aprobó la medida el sábado por 220 votos contra 215, después de una votación sin precedentes de tres horas, en la que los republicanos presionaron hasta el último minuto a los colegas que inicialmente la rechazaron para que dieran el “sí” al plan.
La reforma del programa ha suscitado en las últimas semanas un encendido debate entre republicanos y demócratas. El líder de la minoría demócrata en el Senado, Tom Daschle, alertó que el plan republicano, que prevé una reforma en los próximos diez años a un costo de 400.000 millones de dólares, tiene muchas fallas y pasará la factura a futuras generaciones. El jefe de la mayoría republicana en el Senado, Bill Frist, volvió a acusar a los demócratas de obstruccionistas y de dedicarse a la politiquería con fines electorales. Kennedy, que lideró la oposición, respondió que el proyecto de ley crea “un programa derechista para privatizar el Medicare” y pide a los ancianos que acepten cambios “desastrosos” en el programa de salud a cambio de beneficios “ínfimos” para la cobertura de medicinas.
El plan de Bush prevé introducir en el programa la participación de aseguradoras privadas, que recibirán un subsidio estatal. Para Kennedy y otros demócratas, este proyecto de ley está repleto de “dádivas” para la industria farmacéutica y para los seguros médicos, que, insistió, “podrán cobrar a los ancianos precios incluso más altos”. “No debemos dar la espalda a nuestros ancianos”, subrayó Kennedy al inicio del debate. El senador demócrata, John Kerry, dijo que en realidad el plan trasladaba los beneficios de los ancianos a las empresas farmacéuticas. Bush y los republicanos, que en 2000 recibieron poco más de once millones de dólares en donaciones de la industria farmacéutica –más del doble de lo que recibieron los demócratas, según el grupo “Common Cause”– insisten en que este plan todos salen ganando.
La aprobación de la reforma puede convertirse en una victoria para Bush de cara a las presidenciales de 2004. El asunto tiene tanta importancia política para Bush que el secretario de Salud, Tommy Thompson, estuvo todo el fin de semana haciendo campaña a favor del plan en el Congreso y hasta ofreció una rueda de prensa para cantar sus virtudes. Por su parte, Bush dedicará algunas apariciones esta semana para insistir en sus propuestas sobre la política de salud, que su partido quiere convertir en un punto clave de las elecciones de noviembre de 2004.
De ser aprobada, la ley le costará al gobierno federal alrededor de 400.000 millones en los próximos 10 años y tendrá un impacto aún mayor sobre la economía y el presupuesto más adelante, comenzando en 2008, cuando la primera ola de la generación del baby boom comience a retirarse.

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