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El mundo|Domingo, 6 de diciembre de 2015
EL EJERCITO NIEGA PERMISOS PARA QUE LOS PALESTINOS ENFERMOS SE PUEDAN ATENDER

Bloqueo sanitario israelí para Gaza

Desde la guerra de 2014, sólo el 69 por ciento de las aplicaciones médicas para tratarse en Israel o Cisjordania fueron aprobadas, con un 11 por ciento o 255 pacientes a los que se les negaron los permisos y el 19 por ciento que no tuvo respuesta.

Por Donald Macintyre *
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Sólo una de las 7000 viviendas totalmente destruidas por la guerra ha sido reconstruida.

Desde Gaza

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Desde que fue diagnosticado en la infancia con fibrosis quística, Mahmoud Kuweifi, de 24 años, se le permitió salir de Gaza para recibir tratamiento regular en el hospital Tel HaShomer de Israel, por cuyo personal médico él y su familia no tienen nada más que elogios.

“Me gustan mucho”, dice Kuweifi, añadiendo medio en broma: “Si pudiera pedir asilo allí, lo haría”. Según su madre, Suzanne, de 50 años: “Los médicos se han convertido en muy buenos amigos. Ellos lo criaron”.

La calidez con la que los padres de Kuweifi describen a “los judíos” que han cuidado de su hijo sería sorprendente, incluso si no vivieran en el barrio de Shejaiyia al este de la ciudad de Gaza, escenario de quizás la peor muerte y destrucción durante la guerra de 2014.

Su padre, Mohammed Kuweifi, de 53 años, un sastre, habla con volubilidad de la amabilidad y el profesionalismo de los médicos de Tel Hashomer para tratar la enfermedad incurable, pero manejable, de su hijo. Durante la guerra, recibió una llamada desde el hospital para comprobar cómo evolucionaba su hijo.

Es por eso que es tan molesto de que el joven tuviera que perder dos citas el mes pasado debido a que el ejército israelí no le otorgó un permiso para entrar en Israel. Especialmente cuando su condición fluctuante empeora, como sucedió el pasado miércoles cuando Kuweifi sufrió dolor de estómago y vómitos. Con su sistema inmunológico comprometido, cualquier infección podría ser una gran amenaza. Kuweifi dijo: “Yo andaba relativamente bien antes, pero ahora me preocupa que podría estar con gripe”.

Diciendo que se siente “tan confundido” con la negativa, agregó: “Yo no estoy en ninguna de las facciones. Me siento impotente. No quiero decir que estoy desesperada, pero estoy teniendo cuidado de no contraer infecciones. Si me enfermo, me podría morir”.

Eclipsado por la muerte de 2131 palestinos y las 11.000 lesiones infligidas por la guerra, el problema de Kuweifi es sólo otro detalle de una triste secuela. Queda sólo devastación: sólo una de las 7000 viviendas totalmente destruidas por las que la agencia de refugiados de Naciones Unidas Unrwa es responsable ha sido reconstruida, hay cortes de energía diarios, una grave escasez de agua potable, la tasa de desempleo es la más alta del mundo, y 1,8 millones de la población de Gaza permanece efectivamente encarcelada en el enclave.

Pero la experiencia de Kuweifi es sólo parte de un patrón. Mientras que Israel casi triplicó el número de permisos de salida de Gaza después de la guerra a un promedio 13.832 por mes, ese número comenzó a disminuir de nuevo. Y la proporción de permisos negados para tratamiento hospitalario en Cisjordania, Jerusalén Este e Israel también aumentó. El ejército israelí se negó a decir por qué se le había negado a Kuweifi pero insistió en sus “criterios no han cambiado”.

La demanda de permisos de salida creció este año después de que Egipto cerró el cruce al sur de Rafah para todos, sin embargo, sólo el 69 por ciento de las aplicaciones médicas fueron aprobadas, con un 11 por ciento o 255 pacientes a los que se les negaron los permisos y el 19 por ciento que no recibió respuesta.

Pocas veces se dan razones. La semana pasada se le dijo al comité de asuntos civiles palestinos que a “compañeros” de 16 a 55 años de edad no se les permitiría a acompañar a los pacientes sin los controles de seguridad, a menudo prolongados, incluyendo entrevistas con la inteligencia israelí.

Es tentador ver el aumento de las negativas como medida de seguridad provocada por la reciente violencia en Israel y Cisjordania. Pero, de hecho, se inició en agosto. Muchas derivaciones son el resultado de la escasez de medicamentos y equipos en los hospitales de Gaza, que tampoco pueden ofrecer ni radiografías o PET escaneos para el cáncer.

Mahmoud Daher, el alto funcionario de la Organización Mundial de la Salud en Gaza, dice que las reparaciones de equipos son a menudo imposibles porque los repuestos necesarios están en falta debido al “doble uso”, que según la lista de Israel de elementos podrían ser utilizados para armamento de los militantes o porque para enviar las máquinas fuera de Gaza puede constituir infracción de restricciones a las exportaciones paralelas. De las seis máquinas de hemodiálisis que se descompusieron, “podríamos reparar seis para el costo de la compra de una nueva máquina”, dijo. “Pero no podemos hacer eso”.

Con la mayoría de las derivaciones de enfermos a hospitales en la ocupada Cisjordania y Jerusalén Este, Daher dice que impedir los traslados de pacientes de una parte del territorio ocupado a otro viola las obligaciones humanitarias internacionales de Israel. “Respetamos las preocupaciones de seguridad de Israel”, dijo, “pero no debe obstaculizar el acceso a los servicios de salud. Tienen instalaciones que pueden detectar un documento en el bolsillo, para no hablar de las armas”.

La próxima cita de Mahmoud queda dentro de un mes si obtiene un permiso.

Asustado porque su enfermedad puede sufrir una crisis antes de esa fecha, su madre dijo: “Me estoy preparando para enterrarlo.”

Estos temores son sin duda precoz, pero Kuweifi quiere una cita antes, ya que se le terminó el antibiótico que necesita.

La señora Kuweifi añadió: “En Gaza no saben cómo tratar la fibrosis quística. Ellos siempre dicen: ‘Usted tiene que ir a Israel’. Por favor averigüen por qué se le ha negado el permiso”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyambéhère.

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