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El mundo|Martes, 15 de diciembre de 2015
La derrota de Le Pen en Francia

Como un déjà vu

Por John Lichfield *
Desde París

Francia se despertó ayer con una extraña sensación de déjà vu. Al igual que en 2002, el Frente Nacional (FN) de extrema derecha provocó conmoción triunfando en la primera ronda de una elección francesa, sólo para derrumbarse en el ballottage.

A los electores franceses, al parecer, les encanta asustar a sus principales políticos, pero no están dispuestos a sumergirse en el agujero negro de la política que proclama el partido de Marine Le Pen: el anti-europeísmo y el hostigamiento a los musulmanes y a los migrantes.

Y, sin embargo, hay varias diferencias entre 2002 y 2015, lo que sugiere que el éxito de Le Pen en la primera vuelta de las elecciones regionales fue más que una historia de miedo efímera. Aunque el FN no ganó ninguna región el domingo, obtuvo más de 6,5 millones de votos –su cifra más alta en una elección francesa–. El partido salió primero en ocho departamentos (condados), incluyendo el 51 por ciento a favor de Marion Marechal Le Pen en Vaucluse, y ahora tiene cientos de consejeros regionales en todo el país. Antes apenas tenía unas pocas docenas.

A primera vista, en cambio, el resultado se parece a la política francesa de siempre. La oposición de centroderecha ganó siete regiones y los socialistas gobernantes y sus aliados ganaron cinco.

Sin embargo, ese resultado sólo se consiguió mediante el voto táctico y por la retirada estratégica de los candidatos socialistas en dos grandes regiones, Nord-Pas de Calais-Picardie y Provence-Alpes-Côte d’Azur. Un ataque de conciencia cívica en 3,5 millones de votantes que se habían quedado en casa en la primera ronda, pero emitieron sus votos en la segunda hizo el resto.

La historia reciente sugiere que las alianzas electorales de hecho de las corrientes principales hacen a la ultraderecha más fuerte la próxima vez. Refuerzan el seductor argumento del Frente Nacional que es la única fuerza de oposición en un sistema político que está fracasando.

Marine Le Pen pateó con eficacia frente a la campaña presidencial de 2017 cuando declaró tras el resultado que se iba a presentar como candidata a “Francia” y con “patriotismo” contra un “pantano” de la “globalización” y el “internacionalismo”. A diferencia de su padre ahora distanciado, Jean-Marie, quien en 2002 fue incapaz de aprovechar su 18 por ciento de los votos en la primera vuelta de la elección presidencial, Marine Le Pen es una verdadera política. Ella cree en la victoria. Y tiene sólo 47 años. El resultado del domingo confirmó la opinión de que Marine no puede reunir el 50 por ciento de los votos que necesita para convertirse en la presidenta en 2017. Sin embargo, es casi con seguridad que estará en lo alto de las encuestas en la primera vuelta de los multicandidatos.

Como sólo dos aspirantes pasan al ballottage, ganar el segundo lugar será de hecho el “boleto de oro” hacia el Palacio del Elíseo. Así que el impopular presidente François Hollande tiene una cuerda de rescate. “Sólo” tiene que llegar segundo en la primera ronda para ganar un segundo mandato.

Las campanas de alarma sonaron ayer en el partido de centroderecha del ex presidente Nicolas Sarkozy, Los Republicanos, que corre el riesgo de ser suplantado por el Frente Nacional como la fuerza de oposición principal de Francia. Un Sarkozy cada vez con más aspecto de cansado se enfrenta a las recriminaciones de sus rivales del partido por sus tácticas y su duro lenguaje de derecha desde que regresó a la dirección el año pasado.

La próxima elección en Francia es la primera primaria de centroderecha de noviembre. El ex presidente tiene varios rivales, especialmente el ex primer ministro Alain Juppé. La gente de Sarkozy, percibiendo el cambio de viento en su contra, comenzaron a empujar ayer para que las primarias se adelantaran para junio. ¿Pánico, yo?

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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