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El mundo|Miércoles, 10 de diciembre de 2003

Intentando una masacre libanesa para anticipar el retiro de tropas

La explosión de un coche bomba hirió a 58 soldados y 7 civiles en Irak, recordando el ataque de 1983 contra los marines en Beirut.

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El remanente del coche bomba que explotó en Talafar.
Por Juan Miguel Muñoz*
Desde Bagdad

Los más graves ataques de la resistencia contra las tropas estadounidenses se centran en las últimas jornadas en Mosul y sus cercanías, en el kurdistán iraquí. Un coche bomba conducido por un atacante suicida explotó en la madrugada de ayer a las puertas de un cuartel en la localidad de Talafar, 50 kilómetros al oeste de aquella ciudad. Cincuenta y ocho soldados, un traductor iraquí y otros seis civiles fueron heridos, aunque sólo cuatro tuvieron que ser evacuados a un hospital. Los rebeldes también dispararon por la tarde granadas contra un helicóptero de reconocimiento en las afueras de Faluja, 70 kilómetros al oeste de Bagdad. El aparato, echando humo, pudo aterrizar en su base. Otro suicida murió e hirió a dos soldados en un campamento al norte de la capital iraquí.
Los soldados de guardia a la entrada del cuartel de Talafar dispararon contra un vehículo que se acercaba hacia ellos a las 4.45 hora local. Inmediatamente el coche estalló. 58 efectivos de la 101ª División Aerotransportada, un intérprete local y seis transeúntes sufrieron heridas, aunque únicamente cuatro uniformados necesitaron asistencia en un hospital, según informó el comandante Trey Cate. La explosión produjo un enorme socavón y, según Cate, numerosos escombros quedaron esparcidos por todo el acuartelamiento. El portavoz informó que la vida de ningún soldado corre peligro.
Entretanto, el gobierno japonés aprobó el polémico envío a Irak de 600 soldados en misión humanitaria –ayuda médica, distribución de agua potable y reparación de la infraestructura, así como el derecho a defenderse–. El premier Junichiro Koizumi firmó el correspondiente plan que prevé la partida de los efectivos desde principios de enero hasta diciembre de 2004. Los partidos opositores advierten que arrastrará a las tropas al combate y violará la Constitución pacifista nipona de posguerra.
Aunque no es ni ha sido nunca una de las regiones más estables de Irak, las últimas agresiones de los insurgentes contra las tropas norteamericanas se han cebado con esta ciudad. No en vano, aunque viven kurdos y cristianos, buena parte de la población es sunnita y afecta al régimen del líder depuesto. El domingo pasado un soldado perdió la vida y otros dos resultaron heridos al estallar una bomba casera al paso de un convoy militar. Y al día siguiente, otro militar falleció tiroteado en una gasolinera. Pero el de ayer fue un intento de perpetrar una enorme masacre, a la manera de los atentados suicidas –contra la Embajada de Estados Unidos y el cuartel general de los Marines en Beirut– que en 1983 provocaron 300 víctimas mortales y forzaron a Washington a retirarse del Líbano.
La segunda acción armada de la resistencia tuvo como escenario Faluja, una ciudad situada en el denominado triángulo sunnita, el feudo más importante de los leales a Saddam. A las 14.30 atacaron con granadas propulsadas por cohetes uno de los dos helicópteros de observación HU-58 que volaban en formación, pero no lograron derribarlo. El aparato, en el que pueden viajar sólo cuatro personas además del piloto, aterrizó en su base dejando atrás una columna de humo. Los disparos contra helicópteros han causado ya decenas de muertos en el ejército norteamericano. El pasado 2 de noviembre, un Chinook fue abatido y fallecieron 16 militares. Otros 17 perdieron la vida pocos días después, cuando fue derribado un Black Hawk, que colisionó con otro tras recibir los impactos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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