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El mundo|Miércoles, 3 de febrero de 2016
La presidenta de Brasil destacó el liderazgo de Morales, quien espera ganar el referéndum

Un guiño de Dilma a Evo en campaña

Rousseff resaltó la calidad de la “democracia boliviana” y que el gobierno de Morales combina crecimiento con justicia social. El canciller de Bolivia sostuvo que las relaciones entre Brasil y su país “son muy buenas”.

Por Darío Pignotti
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Evo Morales agradeció el apoyo recibido de parte de la “compañera hermana presidenta Dilma”.

Página/12 En Brasil

Desde Brasilia

Un guiño hacia Evo. Faltando menos de tres semanas para el referendo sobre la reforma constitucional boliviana, la presidenta Dilma Rousseff recibió ayer a su colega Evo Morales en Brasilia para un encuentro eminentemente político. El discurso de Dilma no contuvo ninguna mención explícita a la consulta popular en la que, si se impone la posición oficialista, quedará abierto el camino para una nueva postulación de Morales en los comicios de 2019. Resaltó, eso sí, la calidad de la “democracia boliviana” y pidió un brindis por su “amigo” Evo que en sus 10 años como presidente demostró tener “un liderazgo que concilia el crecimiento económico con la justicia social”.

En el plano diplomático Rousseff y Morales demostraron su disposición a fortalecer la relación que se vio afectada a partir de 2013, cuando miembros del servicio exterior brasileño facilitaron la fuga del dirigente separatista Roger Pinto Molina, procesado por varios delitos. Una vez radicado en Brasil Pinto Molina demostró tener muy buenos contactos con la derecha brasileña, en incluso con la de Venezuela con la que se reunió en Brasilia para espanto de las autoridades.

La colaboración dada a la fuga del líder separatista, a quien algunos vincularon con milicias de la región de Pando, motivó una enérgica protesta del gobierno boliviano en 2013. La magnitud del conflicto diplomático hizo que Dilma optara por solicitar la renuncia del entonces canciller Antonio Patriota.

La cumbre de ayer en Brasilia pareció ser una vuelta de página a aquel capítulo espinoso. “Tenemos con Bolivia un permanente diálogo en una amplísima gama de temas”, subrayó Rousseff a lo que Morales respondió expresando su agradecimiento por el “apoyo” recibido de parte de la “compañera hermana presidenta Dilma”.

Con su modo de hablar afable Evo recordó el respaldo que recibió del “compañero Lula”, quien en 2008 coordinó una alianza de mandatarios sudamericanos para contener la rebelión surgida en Santa Cruz de la Sierra. Esa coalición formalizaría su apoyo al gobierno boliviano durante una cumbre extraordinaria de Unasur realizada en Santiago de Chile bajo la coordinación de la presidenta Michelle Bachelet.

Evo también tuvo palabras de agradecimiento para Marco Aurélio García, desde 2003 asesor presidencial para asuntos internacionales, quien recorrió varias capitales de la región para soldar ese “front” contra el incipiente golpismo, que luego se confirmaría en las asonadas que derrocaron al presidente hondureño Manuel Zelaya en 2009 y el paraguayo Fernando Lugo en 2012.

Canciller Choquehuanca

–¿La reunión de Dilma y Evo da por superada la crisis de 2013? –preguntó Página/12 al canciller boliviano David Choquehuanca.

–Las relaciones entre Brasil y Bolivia son muy buenas. Lo que pudo haber pasado tiempo atrás quedó en el pasado, hemos venido a Brasil para mirar hacia adelante con una posición positiva, hacia el futuro.

Choquehuanca dialogó brevemente con este diario mientras dejaba junto a Evo Morales la nueva embajada boliviana en Brasilia.

Ambos rompieron una vacija llena de vino repitiendo una costumbre ancestral para celebrar el nuevo predio, ubicado a pocas cuadras de las embajadas de Argentina, Colombia y Uruguay.

Cuando se le pregunta sobre el brote conservador en la región, el canciller boliviano responde: “Nosotros no decidimos lo que tiene que pasar en otros países, deciden los pueblos, mantenemos relaciones con todos los gobiernos elegidos, lo que nos importa es que hayan sido elegidos”.

Sin descanso

Luego de reunirse con Evo en el Planalto y ofrecerle un almuerzo en el Palacio Itamarty, Cancillería, Dilma participó de la ceremonia inaugural del año legislativo en el Congreso, reducto de los grupos desestabilizadores.

La agenda interna de Dilma sigue repleta de incertidumbres: aún no se ha disipado el fantasma del golpe al que aún apuestan los partidos conservadores en alianza con las cadenas privadas de comunicación. Ayer algunos congresistas vinculados a Eduardo Cunha, el golpista presidente de Diputados, la abuchearon durante su discurso en el Legislativo.

Esa hostilidad traduce la ríspida relación entre el gobierno y la oposición, al tiempo que expresa cierta desesperación de sectores que han perdido parte de la iniciativa desde diciembre del año pasado cuando fracasaron las marchas por el “impeachment” (juicio político).

De su parte, Rousseff recuperó algo de terreno cedido con una serie de propuestas como el relanzamiento, la semana pasada, del Consejo de Desarrollo Económico y Social.

Dentro de esa dinámica política se inserta una agenda de compromisos internacionales inusual para el verano. Antes de recibir a Morales la presidenta viajó a Ecuador donde realizó la primera visita oficial a Rafael Correa y participó en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.

Paralelamente, el canciller Mauro Vieira se reunía en Brasilia con su colega venezolana Deisy Rodríguez, para ofrecer apoyo brasileño al gobierno boliviariano en su intento de resolver la crisis económica, además de sugerir la mediación brasileña para distender la tensión entre el gobierno y la oposición antichavista.

A su regreso de Ecuador Dilma telefoneó a Barack Obama para formar un grupo de científicos para trabajar en la elaboración de una vacuna contra el virus zika.

Tema que también trató ayer con Evo Morales, a quien propuso iniciativas comunes de dos países que comparten más de 3400 kilómetros de fronteras parte de las cuales se encuentran en regiones amazónicas por donde abundan los mosquitos Aedes aegypti y circulan narcotraficantes. El combate al narco fue otro de los puntos tratados ayer por los presidentes que prometieron volver a encontrarse en agosto durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

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