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El mundo|Domingo, 7 de febrero de 2016
ROUSSEFF SE PUSO AL FRENTE DE LA “GUERRA” PARA ERRADICAR LOS FOCOS DE CONTAGIO

Dilma, zika, impeachment y Carnaval

Mientras chicas disfrazadas de mosquito bailan en Pernambuco, desde donde se propaga la enfermedad del zika, en Brasilia la presidenta brasileña enfrenta la crisis sanitaria y los intentos desestabilizadores de sus adversarios.

Por Darío Pignotti
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La semana de Carnaval no deparó buenas noticias para la presidenta de Brasil.

Desde Brasilia

Son las noticias del Carnaval. Cinco o seis chicas disfrazadas de mosquito Aedes aegypti, vector del virus zika, bailaban ayer un ritmo de origen africano llamado maractú en medio del bloque carnavalesco Gallo de la Madrugada, que con cerca de dos millones de personas volvió a autoproclamarse, y con razón, como el “mayor del mundo” durante su recorrida por las principales avenidas de Recife, capital de Pernambuco. Ese estado del Nordeste es el primero en número de bebés afectados de microcefalia causada seguramente por el zika, dolencia a la que Dilma Rousseff declaró una “guerra” para la cual formó un “ejército de paz y de salud” que esta semana visitará millones de domicilios para orientar a la población y erradicar focos donde se reproduce el insecto. La tarea comenzó la semana pasada en algunas provincias. Equipos del Ministerio de Salud fumigaron el Sambódromo Marqués de Sapucaí y el Aeropuerto Internacional Tom Jobim, ambos de Río de Janeiro.

Para coordinar el operativo nacional la presidenta convocó a una reunión de gabinete el próximo Miércoles de Cenizas una vez concluido el desfile da las Escolas do Samba cariocas, transmitido en vivo sólo por la cadena Globo. Empresa propietaria de los derechos del evento que es al mismo tiempo una fiesta grandiosa y una transgresión efímera en la que durante cuatro días el poder se desplaza de los despachos de Brasilia a las multitudes danzantes en Río de Janeiro, Bahía y Pernambuco.

De regreso a la Capital Federal tras un breve descanso en la sureña Porto Alegre donde visitó a su nieto recién nacido, Rousseff comenzará esta semana el año político con dos prioridades: controlar la proliferación del zika y responder a la amenaza de impeachment aparentemente debilitada al contrario de lo que ocurre con el asedio judicial contra el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el cual promete tornarse más agresivo en los próximos días.

Dilma junto a su jefe de gabinete, el ministro Jaques Wagner, y el titular de Defensa Aldo Rebelo ajustarán los detalles de la movilización en contra del zika, en la que participarán 220 mil efectivos de las fuerzas armadas y 300 mil médicos y agentes sanitarios. El operativo visitará miles de municipios en 27 estados a lo largo de 8,5 millones de kilómetros cuadrados.

La presidenta comprendió, acertadamente, que debía ponerse a la cabeza de esta causa en la que el “pueblo debe estar unido” y para la cual obtuvo el respaldo de la Conferencia Nacional de Obispos católicos y la Unión Nacional de Estudiantes, entre otras entidades de la sociedad civil.

Se requieren “acciones gubernamentales ágiles y eficientes, una amplia movilización popular y recursos financieros” cuantiosos para superar esta “epidemia gravísima” causada por la propalación “vertiginosa” del mosquito, explicó el inmunólogo Dráuzio Varella.

Varella y otros especialistas mencionan el riesgo, por lo pronto lejano, de que la dolencia se contagie por vía oral, y recomendaron tomar cuidado especialmente con las mujeres embarazadas ante la posibilidad de que los bebés padezcan microcefalia.

Pero de ninguna manera los médicos propusieron suspender el Carnaval.

Prescripción, esta última, obedecida ayer por más de un millón de personas que tomaron las calles de una tórrida Río de Janeiro integrando algunos de los “bloques” tradicionales como Bola Preta y Carmelitas. Amanda Almeida viajó más de 1000 kilómetros para participar en el grupo de las Carmelitas, donde cantó, bailó y besó vestida de monja. “¿Vos creés que vine hasta Río y me quedaré sin besar a nadie?”, respondió a un periodista del diario O Globo que la consultó sobre el contagio del zika a través de la saliva.

No obstante la gravedad de la epidemia, el cuadro tiende a mejorar o frenar la propalación del virus después del verano coincidiendo con el fin de las lluvias y las temperaturas más bajas. Nada hace pensar que pueda haber en un rebrote agresivo de durante el invierno cuando se espera el arribo de unos 500 mil turistas para las Olimpíadas de Río de Janeiro.

De aquí a los Juegos Olímpicos de agosto y las elecciones municipales de octubre la oposición posiblemente repetirá su táctica de dos años atrás cuando convocó, sin mayor éxito, a manifestaciones para sabotear la Copa del Mundo del fútbol.

Las hostilidades se iniciaron la semana pasada con los abucheos contra Dilma mientras pronunciaba el discurso de apertura de las sesiones parlamentarias, con un tramo dedicado al zika. Por lo que se vio los insultos a la jefa de Estado (algo con pocos precedentes en el Congreso) éstos procedieron de la tropa de choque que responde al jefe de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) que renovó su plan para viabilizar el impeachment en alianza con parte del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), del ex mandatario Fernando Henrique Cardoso y el ex candidato presidencial Aécio Neves.

La situación se volvió menos acuciante para Rousseff en comparación con octubre del año pasado cuando el juicio político parecía inexorable.

Contribuyó, y mucho, la numerosa movilización en defensa de la estabilidad democrática realizada a mediados de diciembre pocos días después de la fallida convocatoria destituyente realizada por el PSDB junto a recién nacidos grupos juveniles de extrema derecha y agitado por las cadenas privadas de noticias y entretenimiento encabezadas por el grupo Globo.

También ayudó la prepotencia de trabajo de la presidenta que no faltó ni un día al Planalto en enero mientras el cacique socialdemócrata Aécio Neves veraneaba en Miami y no se cumplía la promesa de los jóvenes incendiarios de realizar actos por el golpe blando en las playas brasileñas. Y el desengaño del público antidilmista, que pese a su rechazo al gobierno, tampoco confía en el jefe golpista Eduardo Cunha luego de conocidas las cuentas en Suiza donde ocultó millones de probablemente obtenidos por sobornos en el marco del escándalo de corrupción a costillas de la petrolera estatal Petrobras.

El campo opositor formado por partidos, medios de comunicación y parte de la Justicia no desistirá de la intentona golpista institucional, el impeachment, porque aunque la consideren menos probable que antes ésta contribuye a la erosión de un gobierno que está lejos de ser popular y aún no tiene respuestas claras frente a una desocupación del 9 por ciento, una recesión del 3,7 por ciento e inflación que superó el 10 por ciento. Todo indica que la coalición destituyente va a priorizar el ataque al gobierno por los bordes: redoblando el cerco contra el principal consejero presidencial y líder del PT Luiz Inácio Lula da Silva.

La semana pasada fue pródiga en noticias huecas reproducidas con insistencia entre las que sobresalió un bote de aluminio de 1250 dólares, propiedad del ex presidente, que sería “eslabón” de una cadena imaginaria de ilícitos que demostrarían que Lula es dueño de un departamento frente al mar y una casa de campo. “Quieren linchar a Lula, y no lo vamos a permitir”, advirtió el senador petista Lindbergh Farias hablando en el plenario de la Cámara alta.

Farias y el abogado Joaquim Palhares entienden que ante el descrédito de la clase política, la vanguardia opositora quedó en manos de Globo y los jueces y fiscales a cargo del proceso “Lava Jato”, por irregularidades contra Petrobras. “Entre acusaciones de fiscales que buscan fama y la obsesión de Globo en cazar a Lula se está construyendo un imaginario para desprestigiarlo, quieren forzar su procesamiento en Lava Jato”, declaró a este diario el abogado Joaquim Palhares, titular de un conocido buffet de San Pablo. Los adversarios del gobierno “van a multiplicar los golpes bajos jurídicos contra Lula, porque saben que aún le queda mucho capital político, que aún es un fuerte candidato presidencial en 2018, y saben que si lo procesan habrá fuerte reacción popular, ya hay una marcha convocada para el 17 de febrero cuando lo citó a declarar un fiscal que responde al PSDB”, completó Palhares.

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