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El mundo|Viernes, 6 de mayo de 2016
EL MAXIMO TRIBUNAL DE BRASIL SUSPENDIO INDEFINIDAMENTE A EDUARDO CUNHA DE SU CARGO DE LEGISLADOR

Cae el principal artífice del golpe a Dilma

Cunha fue acusado de utilizar sus prerrogativas para delinquir, intimidar adversarios y obstruir las investigaciones por su participación en la red de corrupción que estafó a la petrolera estatal Petrobras.

Por Darío Pignotti
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Si la Justicia hubiera actuado con más celeridad, Eduardo Cunha habría sido neutralizado hace meses.

Desde Brasilia

“Mejor tarde que nunca”, se desquitó la presidenta Dilma Rousseff ayer tras ser informada de la caída de su enemigo mayor, el jefe de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, artífice de un juicio político “viciado desde su origen”, según la tipificación del abogado general de la Unión, José Eduardo Cardozo.

El Supremo Tribunal Federal aprobó por 11 votos a favor y ninguno en contra la salida de Cunha, quien no perderá el fuero especial pero quedó suspendido indefinidamente para desempeñarse como legislador luego de ser acusado de utilizar sus prerrogativas para delinquir, intimidar adversarios y obstruir las investigaciones por su participación en la red de corrupción que estafó a la petrolera estatal Petrobras.

Posiblemente la decisión unánime del Supremo indique el fin del “emperador con métodos de gangster que degradó a nuestra Cámara” según la definición de Cunha dada por el diputado Chico Alencar del Partido Socialismo y Libertad.

Ayer cayó el más encarnizado adversario de Dilma y el Partido de los Trabajadores al que alguna vez prometió, en una probable conversación informal, erradicar de la faz de la tierra. El antiprogresismo animal de Cunha es compartido por parte de la ultraderecha brasileña. Un amasijo que floreció en las multitudinarias marchas por la renuncia de Rousseff donde convivían a veces a los codazos grupos de evangélicos fanáticos, apologetas de la dictadura y jóvenes neocons de clase media alta adoctrinados por “coachs” de tanques de ideas norteamericanos. A quienes se suman bandoleros todoterreno como los que votaron por el impeachment en la sesión del domingo 17 de abril orquestada por Cunha, en la que fue abierto el camino hacia la destitución prácticamente inevitable de Rousseff.

“Lo único que lamento es que el señor Cunha haya podido presidir con cara de palo (caradura) el lamentable proceso de la Cámara”, observó Dilma durante la inauguración de una de las obras más ambiciosas de la era petista, la represa hidroeléctrica de Belo Monte en la región amazónica que abastecerá de energía a unos 60 millones de usuarios en 17 estados.

Cuando Dilma dijo “cara de palo Cunha”, fue aprobada con un sonoro “uuuuoooooooaaaa” gritado por el público donde había obreros y habitantes del estado norteño de Pará.

En el discurso presidencial hubo una crítica velada a la tolerancia del Supremo Tribunal Federal con Cunha, quien ya había sido denunciado en diciembre por la Procuraduría General de la República. Si la Justicia hubiera actuado con más celeridad, la misma con que suspendió la nominación de Lula como ministro el mes pasado, Cunha habría sido neutralizado hace meses.

Pero eso no ocurrió, los ministros del Supremo fueron negligentes (o algo peor) permitiendo que el templario del golpe organizara a sus diputados incondicionales que en la sesión de abril sellaron la suerte de Dilma y abrieron paso al posible gobierno interino de Michel Temer, el vicepresidente que continúa armando su gabinete con el que espera gobernar en las próximas semanas.

Miembros del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) Cunha y Temer formaron una sociedad política eficiente: el primero atacaba con su infantería al gobierno mientras el segundo confabulaba discretamente para viabilizar un gobierno de excepción con apariencia institucional.

Dilma recordó ayer que el “inicio del impeachment (juicio político) fue un chantaje del señor Eduardo Cunha, que pidió al Gobierno votos para impedir su propio juicio en la Comisión de Ética. Pero nosotros no le dimos los votos” y esto significó el inicio de la guerra abierta. “¿Por qué el impeachment es golpe?, porque no hay cargos contra mí, porque no tengo cuentas en el exterior, nunca usé dinero público para alimentar mi fortuna, o darme placeres, o confort. Nunca. No pueden acusarme de nada porque ya me investigaron de todas las formas posibles” embistió Dilma dirigiendo sus palabras contra la vida ostentosa del ahora diputado suspendido Cunha y los millones de dólares que escondió en Suiza.

De julio a mayo

Cunha inició su escalada desestabilizadora el viernes 17 de julio del año pasado cuando los presidentes del Mercosur se reunían en Brasilia para la 48 cumbre regional. Ese día anunció su ruptura formal con el gobierno y anticipó que daría curso a los pedidos de impeachment contra Rousseff que habían llegado a la Cámara en los últimos meses.

Tres días después, el lunes 20, se publicaron informaciones sobre las cuentas del legislador en Suiza, que semanas más tarde fueron confirmadas por la justicia de aquel país junto a evidencias de que los 5 millones depositados eran producto de sobornos para facilitar contratos en Petrobras.

Aquel 17 de julio los presidentes Cristina Fernández y Nicolás Maduro tomaron nota del giro de la crisis brasileña y durante la sesión plenaria del Mercosur hablaron de las nuevas formas de golpismo que acechan a la región al tiempo que respaldaron a Dilma. Una vez finalizada la cumbre Rousseff y Fernández se reunieron a solas en el Palacio de Alvorada donde, según trascendió, hablaron de la amenaza destituyente. Ambas estaban advertidas de la gravedad de la amenaza que se consumaría meses más tarde.

En una entrevista divulgada ayer por la BBC Rousseff prácticamente admitió que el “golpe parlamentario” está a punto de consumarse. Se estima que será la semana próxima cuando el Senado apruebe la realización del juicio político y la mandataria será obligada a licenciarse por hasta seis meses en los que sustanciará el proceso.

Dilma, con algo de voluntarismo y algo de realismo, dijo que va a resistir durante esos meses mientras sus abogados presentan batalla en el tribunal que será formado por los senadores y el titular del Supremo Tribunal, Ricardo Lewandowski.

La caída de Cunha llevó un soplo de esperanza, fundada, a la tropa de Dilma, Lula y el PT.

Puesto que la destitución interina del jefe opositor contamina al propio impeachment como lo dijo ayer el abogado general de la Unión, José Eduardo Cardozo, quien advirtió que el caso puede ser presentado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde ya anunciaron que observarán con celo el proceso.

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