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El mundo|Domingo, 8 de mayo de 2016
POR PRIMERA VEZ BRUSELAS BUSCA REGULAR EL ACCIONAR DOMINANTE DE GOOGLE, AMAZON, FACEBOOK Y APPLE

Europa versus los gigantes tecnológicos

La dominación planetaria que los llamados GAFA ejercen sobre el mundo y su interminable estela de todo tipo de abusos y manipulaciones llevó a la Comisaría Europea a poner trabas en sus estrategias comerciales.

Por Eduardo Febbro

Desde París

Según la UE, Google impone a los fabricantes el uso excluyente de sus aplicaciones.

Un conflicto potente por la soberanía digital de un continente tiene hoy como protagonistas a Margrethe Vestager y Sundar Pichai. Ambos son los actores de un combate titánico entre las multinacionales norteamericanas y los intentos de regulación por frenar sus atropellos. Sundar Pichai es el Presidente Director General de Google y Margrethe Vestager es la Comisaria Europea de la Concurrencia. La dominación planetaria que los llamados GAFA, Google, Apple, Facebook y Amazon, ejercen sobre el mundo y su interminable estela de todo tipo de abusos y manipulaciones llevó a la Comisaria Europea a poner trabas en las estrategias comerciales de los GAFA como pocos dirigentes políticos de la Unión Europea habían osado hacerlo hasta hoy. A los Google dependientes, a quienes han hecho de Apple una religión estética, de Facebook un centro de relaciones sociales inocente y de Amazon y excelente vendedor, esta mujer de 48 años de origen danés, miembro del Partido Social Liberal de Dinamarca y varias veces ministra (Interior, Educación, Economía) se ha empeñado –al fin alguien– en demostrar que esos mastodontes de la industria moderna le juegan malas pasados a los sumisos consumidores. Contrariamente a su predecesor en el cargo, el español Joaquim Almunia, a la señora Vestager no le agrada “negociar” pasivamente con los GAFA sino enfrentarlos allí donde infringen la ley. Ya objeto en el pasado de advertencias y multas por el perfil equívoco de su motor de búsqueda, su gestión de los datos personales o su aberrante política de evasión fiscal, Google se enfrenta a una nueva acusación, ahora mucho más severa lanzada por la Comisaria Europea: Margrethe Vestager acusa a Google de buscar “proteger y extender su posición dominante” a través su sistema de explotación gratuito, Androide. El dispositivo de Google está presente en el 80 por de los Smartphones del mundo y, según la responsable de la UE, Google impone a los fabricantes el uso excluyente de sus aplicaciones, y, muy particularmente la función “buscar”, la cual “priva a los consumidores de la capacidad de elegir y frena la innovación”. La batalla es tanto más decisiva cuanto que lo que está en juego sobrepasa la imaginación. Para Google, Android es su brazo colonial para controlar el mercado de la telefonía móvil. Mediante Android, Google controla el 35 por ciento del mercado mundial de la publicidad por medio de los Smartphone. Ese segmento publicitario representa 70 mil millones de dólares anuales. Google lleva semanas movilizando a sus abogados para evitar la multa de 7,5 mil millones de dólares que Margrethe Vestager le quiere imponer. Según el responsable de Google Europa, Matt Brittin, la ofensiva de la Comisaria europea es un “despropósito” ya que, como lo explica el jefe de los servicios jurídicos de Google, Ken Walker, “Android es un verdadero motor para la innovación” que le abre a los usuarios perspectivas únicas. A mediados de 2015, el Wall Street Journal reveló que Facebook, Google, Apple y Amazon, “desde que están bajo los disparos cruzados de Europa”, gastan mucho dinero en operaciones concentradas en las instituciones comunitarias. En realidad, la guerrilla jurídica contra Google es apenas la parte visible de una confrontación severa con los demás miembros del grupo GAFA y otras multinacionales norteamericanas o rusas que infringen las leyes como le da la gana: Disney, McDonald’s, Starbucks, Microsoft, Gazpron. “Mi trabajo consiste en hacer que cada persona tenga las mejores oportunidades”, dice la responsable europea. Ambición casi imposible frente al poder de esas multinacionales, la mansedumbre de los consumidores y la pasividad de los Estados. Estas empresas no pagan impuestos, manipulan a los consumidores, los usan como producto, alteran sus ofertas a espaldas del consumidor o simplemente controlan el mercado a su antojo. Incluso en los Estados Unidos, las administraciones como la Federal Communications

Commission, la Federal Trade Commission o los servicios antitrust del ministerio de Justicia ven en Vestager una aliada decisiva. Las cifras de los desfalcos que esas compañías cometen con su llamada “política de optimización fiscal” equivalen muchas veces al PIB de los países más pobres. Google, Apple, Facebook o Amazon han instalado sus sedes en paraísos fiscales (Islas Vírgenes, Islas Caimán, Bermudas) y, gracias a un hábil montaje jurídico, no pagan impuesto ni en los Estados Unidos, ni en Europa, ni en la Argentina. En los Estados Unidos, el Internal Revenue Service (la administración fiscal) el Congreso y el Senado establecieron que entre 2009 y 2012 Apple evadió impuestos por 74 mil millones de dólares. Por ello, la dirigente danesa explica que “una de las ilusiones más grandes consiste en creer que la economía de mercado funciona perfectamente por si sola”. No, hay que regular, insiste Vestager. ¿Cómo regular una actividad donde una sola empresa, Google, acapara el 95 por ciento del mercado de las búsquedas en línea que se efectúan en Europa? Facebook, por su parte, cuenta con 260 millones de usuarios en Europa (más que en los Estados Unidos) y, además, controla plataformas como WhatsApp, Facebook Messenger e Instagram. Apple y Microsoft tienen una aplastante posición dominante en sus respectivos sectores. Los europeos intentan salir de esa dominación a través de la creación de sus propias estructuras. Es el caso de del motor de búsqueda francés Qwant, cuyo creador, Eric Leandri, asegura que el proyecto, respaldado por la UE, consiste “en crear una alternativa verosímil y fluida, con la particularidad de no perseguir a los usuarios ni filtrar el contenido. Internet debe servir a los usuarios y no servirse de los usuarios” (Entrevista al diario Libération, 04/05/2016). La guerra por la regulación esconde de hecho otro conflicto mucho más profundo que sólo un espacio geopolítico de peso mundial como Europa o China pueden asumir: se trata de una batalla por la soberanía digital. El avance tecnológico de Washington ha convertido al mundo en una suerte de colonia digital de los Estados Unidos. Los espejitos digitales embaucaron a los consumidores y hoy pocos son capaces de reconquistar la libertad digital.

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