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El mundo|Domingo, 22 de mayo de 2016
CUNHA CONSERVA SUS ARTRIBUTOS Y EL HIJO DE UN DIPUNARCO ASUME COMO SECRETARIO DE DEPORTES EN BRASIL

Temer gobierna con los sospechosos de siempre

Transcurridos diez días desde el inicio de la gestión Temer tras el golpe parlamentario, no restan dudas de que una facción de políticos sospechados o vinculados al crimen organizado ha tomado cuenta del Palacio del Planalto.

Por Darío Pignotti
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Temer tejió alianzas con industriales, banqueros, editores y otros factores de poder.

Desde Brasilia

Cuatrocientos cuarenta y cinco kilos de cocaína fueron incautados en el helicóptero de uno de los senadores brasileños que al defender el impeachment contra Dilma vociferó “nuestro país no aguanta más toda esta corrupción del PT”. El senador en cuestión, José “Zezé” Perrella, nunca fue procesado por el cargamento psicotrópico escondido en su aeronave hace tres años. Al contrario: el presidente interino Michel Temer lo premió por su militancia en la causa destituyente mediante la designación de su hijo Gustavo como nuevo Secretario Nacional de Fútbol, según reportó ayer el diario Folha de Sao Paulo sin dar mucho espacio al tema, al igual que la mayoría de los medios. El clan Perrella participa de la “Bancada del Balón” ligada a la Confederación Brasileña de Fútbol cuyo anterior presidente está preso en Estados Unidos, y el actual es investigado por corrupción, y desde hace años controla el club Cruzeiro, donde han habido denuncias de lavado de dinero a través de la venta de jugadores.

Transcurridos diez días desde el inicio de la gestión Temer no restan dudas de que una facción de políticos sospechados o vinculados al crimen organizado ha tomado cuenta del Palacio del Planalto. La anécdota del senador Perrella y su helicóptero “Helicoca” , como la apodan legisladores del PT, describe la matriz del nuevo régimen surgido con la suspensión del gobierno constitucional mientras el Senado sustancia el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff.

En Brasil impera la “realpolitik” de los transgresores de la ley encabezados por el hombre más influyente del gobierno recién estrenado: el diputado suspendido por el Supremo Tribunal Federal de Justicia Eduardo Cunha, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).

El “pemedebista” Cunha es titular de cuentas en Suiza con más de 5 millones de dólares procedentes de sobornos cobrados para facilitar contratos en la estatal Petrobrás, según el parecer de la justicia helvético que bloqueó esos fondos. Para el Ministerio Público brasileño Cunha además de sobornar y vender proyectos de ley a empresas, puso el Legislativo al servicio de una gavilla. Así fue como surgió una “tropa de choque” compuesta por unos doscientos diputados, la mayoría procesados o denunciados por corrupción y otros delitos, los mismos que hicieron posible el aplastante triunfo opositor de abril, cuando 367 diputados votaron por el “impeachment” y sólo 137 contra, con lo cual quedó sellada la suerte de Rousseff.

Durante meses el también “pemedebista” Michel Temer, sigiloso, tejió alianzas con industriales, banqueros, editores y otros factores de poder para dar forma al gobierno interino, pero fue su socio Cunha quien perpetró el putch parlamentario aquel domingo 17 de abril. Un espectáculo de la antipolítica transmitido en vivo por la cadena Globo, que para aumentar audiencia presionó para la suspensión de los partidos de fútbol e instigó a sus televidentes a salir a la calle bajo la consigna “Fuera Dilma”.

Para demostrar a quien pertenece el poder real y que es capaz de presionar al gobierno, la semana pasada Cunha dio una entrevista en la que se refirió a Temer no como el “presidente” sino como “Michel”, tras lo cual habló durante horas en Diputados, donde se observó con la aquiescencia de sus incondicionales, entre ellos el nuevo jefe del bloque oficialista Andre Mora, también envuelto en el “Petrolao”.

“Este es el gobierno de Cunha” disparó Dilma en Belo Horizonte el viernes donde participó en un acto ante miles de personas organizado por el Frente Brasil Popular. Un dato, tal vez impensado un mes atrás: Dilma ha ido ganando el respaldo de una parte de la opinión pública que defiende la continuidad del gobierno elegido pese a que no apoyó su gestión. Desde hace dos semanas se han multiplicado las manifestaciones contra el golpe y luego en repudio a la extinción del ministerio de Cultura ordenada por Temer (ayer sugieron versiones de que revisó la medida) en la que se pronunciaron personalidades no petistas como Caetano Veloso, el actor Wagner Moura y el escritor Paulo Coelho. La más resonante de estas críticas ocurrió en Cannes donde Sonia Braga, posiblemente la actriz brasileña más famosa en el mundo, denunció el golpe antes de la proyección del film Aquarius. Dilma agradeció la protesta del elenco de Aquarius en Cannes, prometió seguir batallando en el juicio político y volvió a la carga contra Cunha por el “desenfado” que demostró al volver al Parlamento, pese a que está separado de su cargo legislativo.

Consultado sobre la soltura con que el político más sospechado del país se muestra en el Legislativo y hombres de su confianza ocupan cargos claves en el gabinete presidencial, el Procurador General de la República Rodrigo Janot se desentendió del caso al decir que “son problemas de Cunha”. Algunas posiciones del procurador Janot, del Supremo Tribunal Federal y especialmente del “superjuez” anticorrupción Sergio Moro, venerado en las marchas por el impeachment, “nos indican que que estamos frente a lo que se podría denominar como un golpe jurídico-mediático-empresarial”, explica el profesor e investigador de ciencias políticas André Kaisel Velasco e Cruz ante la consulta de este diario.

“Le cupo a la Justicia una rol fundamental en todo este proceso porque ha actuado de manera por lo menos negligente, y muchas veces omisa, ante las denuncias de corrupción contra opositores y al mismo tiempo por comportarse de una forma muy distinta cuando las acusaciones tocan a algún dirigente del PT. Esa conducta que demuestra que a una parte de nuestros magistrados les falta imparcialidad, la vemos con mayor claridad en la fijación con el ex presidente Lula. Cuando hay la menor sospecha contra Lula, muchas veces sin sustento o incluso forjada, vemos una espiral de abusos judiciales en la forma de medidas espectaculares para denigar su imagen”.

Lula sigue bastante abatido debido a la caída de su compañera Dilma, no obstante lo cual declaró que es posible que sea candidato presidencial en 2018, y de ser así ya tiene un voto garantizado, el de Diego Maradona que ayer saludó al líder brasileño junto a una camiseta amarilla con el número 18.

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