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El mundo|Domingo, 17 de julio de 2016
PRESENTO A PENCE A HORAS DE QUE EL PARTIDO REPUBLICANO OFICIALICE SU CANDIDATURA PRESIDENCIAL EN CLEVELAND

Trump llega acompañado a la convención

Las posturas reaccionarias de Pence manifestadas como gobernador durante los últimos cuatro años, sumadas a su buena relación con el establishment republicano, lo convirtieron en el contrapeso ideal del errático Donald Trump.

Por Nicolás Lantos
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Trump presentó a Pence (izq.) durante una conferencia de prensa anteayer en Nueva York.

Desde Nueva York

“Yo era Tea Party antes que fuera cool”, dijo Mike Pence, el flamante candidato a vicepresidente del Partido Republicano, en una entrevista en 2011. Por entonces, el ala más conservadora del Gran Old Party estaba en su momento de mayor influencia, y Pence, un experimentado legislador, buscaba la gobernación de su estado, Indiana, haciendo alarde de sus posiciones en el Capitolio, donde desde su banca corrió por derecha no solamente a sus propios compañeros sino también al gobierno del mismísimo George W. Bush.

Las posturas reaccionarias de Pence, que volvieron a manifestarse desde el sillón de gobernador durante los últimos cuatro años, sumadas a su buena relación con el establishment republicano, lo convirtieron en el contrapeso ideal del errático Donald Trump, que con su elección busca sellar el respaldo del partido detrás su candidatura, a pocas horas del comienzo de la convención nacional en Cleveland. “No se me ocurre alguien mejor para ese puesto”, lo elogió el jefe republicano en la cámara baja, Paul Ryan, vocero informal de la mesa chica del GOP.

El elegido tiene una larga experiencia: como legislador, tras haber cumplido tres mandatos en la cámara de Representantes, y en labores ejecutivas tras cuatro años en el gobierno de Indiana. Así cumple con el requisito que había puesto el magnate cuando anunció que elegiría un socio que conociera desde adentro los resortes de la politica para poder ayudarlo a llevar adelante su gobierno. Pence, además, proviene del Medio Oeste de los Estados Unidos, la región donde se juegan las chances de Trump de llegar a la Casa Blanca.

El anuncio y la presentación del compañero de boleta suele ser uno de los momentos más fuertes de la campaña presidencial. Citando al poeta, Trump introdujo a Pence en su fórmula no con un bang sino con un suspiro. El acto oficial estaba previsto para el viernes a la mañana pero fue pospuesto por el atentado en Niza unas horas antes. Por la tarde del jueves, la prensa ya había filtrado el nombre del elegido y el candidato a Presidente lo oficializó en su cuenta de twitter horas más tarde. La ceremonia formal tuvo lugar, finalmente, ayer antes del mediodía en un pequeño salón del hotel Hilton de esta ciudad, un escenario históricamente asociado al Partido Demócrata, sin invitados importantes ni la parafernalia típica de estas ocasiones.

Minutos después de las once Trump subió solo a la tarima. Habló durante media hora, dedicando más tiempo a criticar a Hillary Clinton que a presentar a su compañero. “Una de las razones por las que lo elegí fue para unificar al Partido”, dijo en uno de los breves pasajes que habló de Pence. También aseguró que fue su “primera opción” para el cargo. “Nosotros somos los candidatos de la ley y el orden y somos el Partido de la ley y el orden”, agregó.

Luego de terminar su discurso, invitó al flamante candidato a vice a subir al escenario, lo saludó y bajó de la tarima. A solas frente a la prensa y el público, el gobernador de Indiana aceptó la “invitación” con un discurso mucho más tradicional y que duró poco más de diez minutos.

El conservador Pence es, en muchos sentidos, la contracara de Trump, un playboy multimillonario con tres matrimonios, malhablado y alejado del prototipo de republicano al que se acostumbró el estadounidense post Reagan. Por el contrario, su compañero de fórmula responde a varios lugares comunes: profundamente religioso, con una larga carrera al interior del GOP, suele describirse a sí mismo como “cristiano, conservador y republicano, en ese orden”. Ferviente opositor a los derechos de los homosexuales y a la legalización del aborto, promovió políticas restrictivas en ese sentido durante su mandato en Indiana aunque la presión social lo obligó a echarse parcialmente atrás, dejando descontentos a propios y críticos. Su fama de ultra proviene de sus primeros años como legislador, cuando aún gobernaba Bush y Pence criticaba a sus propios compañeros de bancada que buscaban hacer aprobar programas gubernamentales de salud y educación.

En uno de los temas que se perfilan como centrales en esta campaña, la inmigración, el flamante candidato a vice había sido muy crítico con la propuesta de prohibir la entrada de musulmanes a los Estados Unidos, algo que consideraba “ofensivo e inconstitucional”, pero supo pivotear rápidamente para subirse a la ola: “Apoyo mucho la iniciativa de Trump de suspender temporariamente la inmigración de países donde hay terroristas que representan una amenaza”, dijo Pence el viernes en una entrevista. “Tenemos una tradición de recibir refugiados en mi propio estado de Indiana, pero debe estar subordinada a la seguridad de los ciudadanos norteamericanos”, agregó.

La próxima cita en conjunto de esta pareja despareja será mañana a la mañana, cuando inauguren la convención nacional. El multitudinario encuentro de los delegados de los cincuenta estados para proclamar la fórmula y dar comienzo así, oficialmente, a la campaña, tendrá lugar en la ciudad de Cleveland, en Ohio, otro estado del preciado Medio Oeste.

Nunca un candidato republicano llegó a la Casa Blanca sin ganar Ohio, un distrito que siempre se inclina hacia uno y otro lado de la balanza por pocos puntos. Para conseguirlo, Trump y Pence necesitan, primero, alinear a todo el partido detrás de su boleta. Algunas figuras importantes, como los hermanos George W. y Jeb Bush, ya anunciaron que no acudirán a la cita, en repudio a la candidatura del magnate. El gobernador de ese estado, John Kasich, probablemente tampoco aparezca por la convención, aunque todavía no confirmó presencia ni faltazo. Destrás de bambalinas, distintas figuras del establishment intentan convencer a Kasich, que fue el último rival de Trump en la interna de este año, que deje de lado las inquinas para mostrar unidad, ya que advierten que será imposible para los republicanos adjudicarse Ohio sin el apoyo del político más popular del distrito.

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