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El mundo|Miércoles, 20 de julio de 2016
INTERNET PERMITE DESCUBRIR RAPIDAMENTE LOS CASOS DE PLAGIO

No es la primera vez en políticos y académicos

Por Rupert Cornwell*

Desde Washington DC

Sean cuales fueren sus errores, la candidatura de Donald Trump a la presidencia ha sido cualquier cosa, y especialmente ha sido original. Hasta ahora.

El consuelo es que, casi con seguridad, las acusaciones de que su esposa Melania plagió a Michelle Obama en su discurso ante la convención republicana serán olvidadas rápidamente.

Para las personas que se ganan la vida con las palabras –ya sean políticos o escritores– las acusaciones de plagio puede convertirse rápidamente en una pesadilla. Sólo hay que preguntarle a Joe Biden, el actual vicepresidente, cuya campaña para la nominación demócrata de 1988 fue torpedeado por la revelación de que había plagiado a Neil Kinnock, el entonces líder del Partido Laborista en Gran Bretaña en un trozo de su discurso de campaña.

O tomemos a Doris Kearns Goodwin, la eminente historiadora cuya reputación y credibilidad recibió un duro golpe en 2002 cuando se comprobó que había usado frases casi textuales de otros trabajos para un libro sobre los Kennedy, sin citar su fuente. Las acciones de Goodwin subieron nuevamente, pero el incidente amenazó seriamente su carrera en un momento.

La maldición del plagio puede atacar en Europa también. En 2011, Karl-Theodor zu Guttenberg se vio obligado a renunciar como ministro de Defensa de Alemania cuando surgió que había copiado partes de su tesis doctoral para la Universidad de Bayreuth décadas antes. El ministro admitió “errores graves de trabajo” pero no fue suficiente para salvarlo.

El pecado de Melania Trump parece menos grave. No es una candidata presidencial y no hace discursos o escribe como medio de vida como Goodwin. Tampoco su plagio parece flagrante –sólo dos o tres frases llenos de lugares comunes que podrían ser de cualquiera–. Es muy embarazoso seguro, dada la aversión visceral de los partidarios de Trump por cualquier cosa que tenga que ver con los Obama, y la distracción del verdadero punto del discurso –en el que la campaña había puesto una gran cantidad de esfuerzo– para que su marido apareciera más fresco y suave. Pero dados los titulares morbosos que Trump genera diariamente, y las innumerables falsedades, inexactitudes y exageraciones que vende, será seguramente superada rápidamente por algún otro incidente o controversia.

La verdadera lección es que en esta época computarizada, cuando las citas y textos pueden ser comparados en un instante con una herramienta de búsqueda de Internet, el plagio es casi imposible de ocultar. Apenas unas horas pasaron entre que se dio el discurso y las acusaciones de que Melania Trump había copiado a Michelle Obama.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: C.D.

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